MARTES Ť 10 Ť ABRIL Ť 2001 Ť CULTURA

Teresa del Conde

Dream teams en la exposición Jumex (Segunda y última parte)

Mike Kelly es un artista venerado por los curadores de la nueva ola. Su instalación Odd man out (1998), una acumulación ordenada de cojines con caritas impresas, bufandas, calcetines, sombreros, etcétera, me pareció endeble y en parte lo que sucede es que la belleza austera del interior del edificio, su atinada iluminación natural, su estructura, compite quizá demasiado con obras como la que mencionó, cosa que no menoscaba la fama del californiano, cuyos comentarios sobre arte, sumados a los de otros colegas suyos fueron publicados en 1999 por Phaidon Press de Londres en un libro de entrevistas realizadas por John C. Welchman, crítico interesado en discutir las estrategias estéticas (si es que lo son) y simbólicas de artistas vigentes.

Resulta revelador que Magrit Rowell, curadora de obra sobre papel en el MoMa New York, haya elegido para ese notable acervo una serie de dibujos de Kelly relacionados con su instalación más famosa, La isla de los monos. En ocasión de la muestra A decade of Collectign. Recent Acquisitions in Contemporary Drawing (MoMA, 1997-98) pudieron verse además de 90 dibujos, instalaciones de algunos artistas.

Kelly compartió espacio con Kiki Smith, Toba Khedoori, Raymond Pettibon y Marlene Dumas. Excepto de Kiki y Kelly, yo no tenía la más remota idea de quiénes eran los otros. Debo confesar que son pocos instaladores los que me han llamado la atención, están entre ellos Illya Kabakov, Rebecca Horn, Daniel Buren, Carlos Aguirre, Helen Escobedo, Judd y a veces Abraham Cruzvillegas. Probablemente mi moderado interés se debe a que seguí con fruición los trabajos tanto escritos como ''instalados" de Joseph Kosuth y éste sí que es un filósofo, un psicólogo y un lingüista de lo visual. Empecé a tomar conocimiento de él a principios de los años setenta.

No es fácil que una persona congregue talentos y conocimientos profundos, entonces me sucede que cuando me enfrento a instalaciones recientes, digamos de un lustro a la fecha, con frecuencia las encuentro prematuramente envejecidas. Por eso me parece magnífica idea coleccionar bocetos o dibujos para instalaciones, aparte de que resultan perdurables, ocupan menos espacio en bodegas, no son reciclables y por lo mismo su valor testimonial y artístico se conserva intacto.

La instalación que más espacio ocupa en la selección Jumex es Bosque navideño (Tokyo's Santa) realizada entre 1996 y 1999 por Paul Mc Carthy (1945), quien es un artista reconocido aunque no tanto como el veterano turinés Mario Merz (1925). Uno puede pasearse por ese bosque y aquilatar el sentido de lo grotesco como categoría crítica. Esta obra se exhibe en un recinto del piso superior del edificio, donde empieza a reunirse lo que llegará a ser una buena biblioteca y un acucioso centro documental, que va bastante avanzado en sus labores.

La selección de obras de esta misma colección que se presentó antes en el Museo Carrillo Gil, incluyó las excelentes fotografías marítimas de Sugimoto Hiroshi, tomadas en diferentes sitios en 1998. Recuerdo el interés que me suscitaron y conviene insistir en que lo ahora presentado ilustra sólo un aspecto de lo que es una colección mucho más amplia, en proceso de crecimiento.

Kounellis, Donald Judd y Tony Cragg están incluidos y no sólo ellos, también hay escultores, como Mel Kendrik, cuya pieza de 1982 en algo me recuerda a Jorge Du Bon, el escultor de ''La ruptura" que pasa parte del año en Francia y parte en Oaxaca. Pero debo decir que éste me parece mejor que Kendrik, o será que he tenido oportunidad de examinar un número considerable de obras de su autoría provocando siempre buena impresión.

Creo recordar que entre las obras inicialmente adquiridas por el joven Eugenio López para lo que es ahora la colección Jumex, se cuentan dos o tres de Robert Motherwell y el recuerdo me viene de que fue Eugenio quien me notificó su pertenencia, hace varios años. También Cy Twombly -con un trabajo excelente- y Julian Schnabel tan sonado hoy día por su versión cinematográfica de la vida de Reinaldo Arenas, están representados, aunque no exhibidos ahora, como no lo están algunos artistas de México -Francisco Castro Leñero es uno de ellos- que practican disciplinas llamémosles ortodoxas.

No estaría nada mal que la próxima selección ofreciera el reverso de la medalla a lo que ahora se exhibe, o bien que las opciones se conjuntaran. Es favorable la presencia de las fotografías prefabricadas, es decir, el fotógrafo es montajista y realiza su escena sólo con objeto de fotografiarla. Este aspecto ambiguo, tricky o como quiera llamársele, guiña el ojo de manera continua al espectador.