Ť Argentina, ejemplo de país que ya no tiene industria propia
El IVA a libros propiciaría más el monopolio editorial
Ť Concentración e internacionalización acosan a pequeñas empresas
Ť Se dificultaría difundir la obra de noveles narradores y poetas
MONICA MATEOS-VEGA
Con la aprobación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los libros se favorecería el monopolio internacional que, en casos como el de Argentina, dejó ya a ese país sin industria editorial propia. Asimismo, las pequeñas casas editoras que difunden las posibles grandes obras del futuro corren el riesgo de desaparecer.
El tema de las empresas editoras ya es más propio de la sección de economía que de las páginas de cultura, debido a que el negocio editorial ha intensificado sus procesos de concentración e internacionalización.
''Las viejas editoriales son acosadas por los grandes grupos", ha dicho Jorge Naveiro, presidente de la Fundación El Libro de Argentina, según reporta el diario La Nación.
Riesgos para pequeñas editoriales
En México han sido las pequeñas editoriales, algunas de ellas hoy desaparecidas o fusionadas, las que han dado a conocer a las grandes figuras de la literatura contemporánea. Carlos Fuentes, por ejemplo, publicó en 1954 su primer libro de cuentos, Los días enmascarados, en la colección Los Presentes, antes de que editorial Era le imprimiera ese texto.
Los Presentes también dieron a conocer la obra literaria de Augusto Monterroso en 1953 al publicar los cuentos Uno de cada tres y El centenario.
José Agustín publicó en 1964 La tumba, en la editorial Mester, antes de que Joaquín Mortiz lo apoyara publicando De perfil (1966) e Inventando que sueño (1968). En aquellos años Novaro también apostaba por los jóvenes talentos y en 1966 realizó una edición de La tumba, y de Los días enmascarados, de Fuentes.
Era y Joaquín Mortiz, con pleno reconocimiento actual, eran entonces pequeñas editoras que se arriesgaron para difundir nuevos autores. Recientemente la escritora Elena Poniatowska, al recibir el Premio Alfaguara, refrendó su compromiso editorial con Neus Espresate y Era, por el apoyo en sus inicios literarios.
Es decir que nombres como Trilce, Verdehalago, Alforja, El Tucán de Virginia, Acrono, que ahora publican autores jóvenes, traducciones, narrativa o poetas exclusivamente en el caso del Tucán, se verían condenadas a desaparecer con la aplicación del IVA y los noveles creadores tendrían menos posibilidades de darse a conocer.
En Argentina, las editoriales familiares han sido absorbidas por las multinacionales. El 13 de octubre de 2000, La Nación informaba:
''Tanto la Editorial Sudamericana como El Ateneo, que además cuenta con seis librerías, están a punto de ser vendidas a dos grandes empresas de la península Ibérica".
Sudamericana fue creada en 1939, impulsada por escritores como Victoria Ocampo y Oliverio Girondo; entre sus publicaciones iniciales destaca el primer libro de cuentos de Julio Cortázar, Bestiario, que por cierto permaneció almacenado durante años.
Mientras, el Grupo B, filial del Grupo Zeta, compró la casa Javier Vergara; y Editorial Anaya, el tercer grupo del ramo en España, y el grupo CEI (Citicorp Equity Investment) se quedaron con Atlántida. El 23 de octubre se confirmó que antes de fin de año, 60 por ciento de Sudamericana, que en el pasado fue editora de grandes escritores argentinos, pasaría a manos del Grupo Bertelsmann, a través de su editora en España, Plaza & Janés.
Según estimaciones, la operación fue de 4 millones de dólares. La directora editorial de Sudamericana, Gloria López Llovet de Rodrigué aseguró que la venta no significaría ''grandes cambios" en la empresa: ''La idea de Plaza & Janés es que cada firma conserve su autonomía y su perfil. Para este año se prevé la publicación de 80 por ciento de autores nacionales y 20 por ciento de extranjeros".
La entrega de Emecé
Pero fue con la venta de Emecé al Grupo Planeta (de origen español) que Argentina se quedó sin grandes editoriales. Al respecto, La Nación, en uno de sus editoriales señaló que ''fuertes capitales españoles y alemanes son ahora los dueños de esa riqueza liquidada" lo cual, añadió, ''puede implicar una merma notable de la autonomía cultural del país."
La transacción se concretó el pasado 28 de diciembre por 15 millones de dólares. El vicepresidente de la Cámara Argentina del Libro, Daniel Divinsky lamentó el hecho, pues ''esto significa que desaparece la última gran empresa familiar argentina que editaba ficción. Es grave porque antes Emecé se podía dar el lujo de editar textos importantes que vendiesen poco aunque sólo fuese por afecto. Ahora estas obras no escaparán a la lógica empresarial".
Si en México se gravan los libros con el IVA, ni siquiera la venta de best-sellers garantizaría la producción de pequeños tirajes de autores que quizá sean los grandes narradores de las próximas décadas, pues ''un editor necesita beneficios para sobrevivir, y un best-seller hace ganar beneficios más rápidamente que otros libros, pero no creo que haya que usarlos de ese modo, no creo en la caridad", dijo a El Mundo, Jonathan Galassi, director de una de las editoriales más importantes de EU, la Farrar, Straus and Giroux, casa que dio a conocer en este país la versión en inglés de escritores latinoamericanos.
Propuesta a Fox
Trescientos artistas, intelectuales y editores enviaron este lunes al presidente Vicente Fox y al secretario de Hacienda Francisco Gil una carta en la que proponen como alternativa al anunciado gravamen de alimentos, medicinas, libros y colegiaturas, un impuesto a la publicidad.
Los argumentos macroeconómicos que defienden el IVA a alimentos y medicinas, libros, colegiaturas y arrendamientos, consideran, ''no dan cuenta del tremendo costo social y educativo que pueden implicar estas medidas, en un país como el nuestro."
Y añaden: ''Entre varias alternativas de recaudación, ¿por qué no se ha pensado en la creación o la reforma radical de un impuesto federal sobre la publicidad, que cubrieran las empresas anunciantes y cuyo costo no fuera agregado a los productos? Y si se pensó, ¿por qué no se lleva a cabo?
''Un buen impuesto a toda clase de anuncios comerciales impresos, auditivos, audiovisuales o de otro tipo, ayudaría a captar ingresos muy considerables, en descargo de ese gravamen que afecta la subsistencia, la salud, la educación y la cultura de la población y que contradice las metas que su gobierno se ha propuesto."
Entre los firmantes se encuentran Carlos Monsiváis, Alberto Blanco, David Huerta, Elsa Cross, Enzia Verduchi, Hugo Gutiérrez Vega, Jesusa Rodríguez, Juan Carlos Rulfo, Sabina Berman, Sara Sefchovich, Silvia Molina, Tomás Segovia y Víctor Hugo Rascón Banda.
Para continuar con las protestas contra la iniciativa que pretende gravar los libros, este jueves se realizará el tianguis, trueque, venta y maratón de lectura, frente al Congreso de la Unión, a partir de las 12 horas.
MONICA MATEOS-VEGA