SABADO Ť 14 Ť ABRIL Ť 2001

ISLA CANELA

Jaime Avilés

Nosotros estamos muertos

A favor del reformón se manifiestan los barones del Fobaproa

Antes del 30 de abril se aprobará la iniciativa de ley de la Cocopa

Mitin de escritores y editores el jueves a las 12 en San Lázaro

1. EL IVA VA, DICEN LOS 40 LADRONES

Qué sorpresa: los consejos de administración de Banamex y BBVA-Bancomer apoyan la reforma fiscal del presidente Vicente Fox y aseguran que la aplicación del IVA a medicinas y alimentos "beneficiará" a la población menos favorecida. Según los banqueros, con el fruto de esos impuestos, el gobierno contará con mayores recursos para financiar el desarrollo de "30 por ciento de la población más pobre" (Reforma, 13/04/01).

El galimatías pretende ocultar dos cosas: que la banca privada adeuda al fisco 45 mil millones de pesos por impuestos declarados mas no cubiertos. Y que, por la vía del IVA en comida y fármacos, los pobres pagarían, ellos mismos y nadie más, los programas de combate a la pobreza...

2. LOS PRONOSTICOS DEL SENADO

Pero mientras los banqueros "ayudan" a Fox con argumentos risibles, que nadie les creerá, en el Senado se abrigan ya dos certezas: el reformón no será votado antes del 30 de abril, fecha en que expira el actual periodo legislativo, pero en cambio la iniciativa de ley de la Cocopa será aprobada sin mayores aspavientos.

El Congreso, afirman los que saben, no devolverá las 800 cuartillas de la reforma fiscal al Ejecutivo -como lo demandó esta columna el sábado anterior-, pero no la sancionará tal como está. Senadores y diputados, con anuencia de Fox, eliminarán la propuesta de gravar con IVA colegiaturas y libros.

Aun así, añaden las fuentes, las cámaras no tendrán tiempo de analizar los muchísimos problemas que plantea el reformón en relación con las muchísimas leyes vigentes que deberán ser adecuadas a los cambios que se plantean. Y, subrayan, lo del IVA a medicinas y alimentos pasará siempre y cuando se produzca un milagro...

3.TIEMPO DE LECTURA... SIN IVA

Estos, de Semana Santa, son días en que las escasas noticias caben en escasos renglones. La gente prefiere pasear por la ciudad capital vacía, dormir mucho, hacer nada y... leer. Tal es, al menos, el caso de aquellos que hoy han comprado este periódico o se han asomado a internet para echarle un vistazo. Con ese público minoritario deseo compartir, a manera de incitación y anticipo, dos pasajes de Nosotros estamos muertos, que no es, como escribió alguien, mi "más reciente novela", sino la primera y, durante los próximos años y tal vez para siempre, la única.

4. TODAS LAS DE CANTINFLAS

Marcos, en un rincón, sonríe bajo el pasamontañas. Atenta a los reclamos que siguen lloviendo sobre la mesa, la doctora Moreno, ex directora del Archivo General de la Nación, sospecha que Marcos está pensando y mirando más y más lejos, tal y como lo ha sugerido Camacho, pero no puede siquiera imaginar la diabólica idea que surca en esos momentos la mente del Sup, como ya ha logrado que lo llame afectuosamente el público.

Dos libros discuten dentro de su pasamontañas: La Iliada y el Poema pedagógico. El diálogo ha sido un auténtico caballo de Troya. Ahora, su ejército está en la ciudad enemiga y debe tomarla bajo sus armas. El arma es la palabra. Siglos de aprendizaje en silencio obligatorio han forjado las armas de los indígenas. Por esta razón, porque la batalla apenas está empezando, sus hombres requieren de estímulo y adiestramiento. Y, desde luego, de un modelo magistral de retórica. Sí, Marcos piensa en Makarenko cuando al final de la reunión dice:

-Agradecemos la abundante alimentación que nos están dando, pero creemos que se deben mantener condiciones de igualdad. Los compañeros piden que se nos sirva lo mismo que come el comisionado.

Se acepta la propuesta.

-Otra cosa. Los compañeros vienen con un estrés muy fuerte y quieren tener una comodidad. Que si es posible, se les dé una videocasetera, porque hasta en las cárceles se pueden ver películas...

Camacho accede, y pregunta si traen alguna película o si les gustaría encargar alguna en especial; a fin de cuentas, nosotros, dice, estamos conectados a la red presidencial.

Marcos remata la jugada.

-Los compañeros dicen que, si es posible, todas las primeras películas de Cantinflas.

Menos de veinticuatro horas más tarde, Camacho sonríe al oír las risas que retumban por la casa parroquial desde el cuarto de los zapatistas, y se duerme rendido, mordiendo con fuerza sus propios dientes.

En la habitación de los rebeldes, Marcos detiene el video y lo hace regresar, mientras advierte en cuatro lenguas:

-Fíjense bien por favor cómo, en esta escena, Cantinflas enreda al señor juez -y para sí mismo, y en español, con entusiasmo infantil agrega--: šCorre película!

5. EL PESO DE LA MOCHILA

Mientras Luis Donaldo Colosio desayunaba a las seis y media de la mañana en Culiacán, Marcos abrió los ojos y, entumido y amodorrado, tomó el radio, miró el reloj de la mano derecha y dijo al trasmisor:

-Adelante...

Era el mayor Mario con el parte de las 8:30, "hora suroriental": en el ejido San Miguel había tres periodistas. Y niebla, se dijo Marcos espiando el día, entre las tablas que cruzaban por un ángulo, arriba, tocadas por la pobre luz.

-Que pasen hasta La Garrucha -ordenó.

La disciplina era de tal modo estricta que cada ciento veinte minutos Mario tenía que describirle cuál era la situación en las fronteras, qué veían los campesinos en los ranchos cercanos a las guarniciones del enemigo. A las dos de la tarde, hora del sureste en el reloj de la mano derecha, una de la tarde en el de la mano izquierda, según el tiempo oficial que el gobierno había impuesto con alevosía a la península yucateca, Marcos recibió los periódicos y el correo que llegaban regularmente a la selva. No había nada relevante en el paquete, excepto dos sobres: uno con el membrete del Fideo, la organización humanitaria de Ofelia Medina, y otro con sellos postales de Nueva York, desgarrado por un extremo y dirigido anteriormente a quién sabe quién, porque el nombre había sido tachado con el mismo plumón que había escrito: "S.I. Marcos".

-ƑQuién te lo dio? -preguntó a Mario.

Este se encogió de hombros.

-Es de las tres periodistas que llegaron a La Garrucha.

Conque tres, se entusiasmó el Sup. La carta de Ofelia Medina pedía permiso para llevar a la selva un equipo de expertas en desnutrición infantil y técnicas de salud comunitaria.

-ƑYa contestó el PRD? -dijo Mario.

-Ni verga --respondió Marcos.

La consulta proseguía en la selva y, secretamente, en muchos parajes de los Altos. Y avanzaba con rapidez. ƑQué sucedería cuando los pueblos dijeran que no a las ofertas de Camacho? ƑCuánto duraría la paciencia del Ejército federal? Habían transcurrido veinte días desde la salida de San Cristóbal y la tropa y las bases discutían en efecto los pretendidos acuerdos para una paz con justicia y dignidad en Chiapas. Y eran auténticas asambleas y al mismo tiempo torneos de retórica, donde los campesinos, las mujeres, los abuelos y los niños practicaban con el arma de la palabra que a falta de rifles, cañones, morteros, hacía temibles a los zapatistas.

-ƑNo va a echar un taco, Sup? -dijo Mario.

Marcos vertió las cenizas de la pipa contra el piso de tierra y oprimió la tecla de "back space" para borrar de la pantalla los últimos signos de una frase.

-Que El Monarca vaya comiendo porque nos vamos al rato.

Esa tarde bajaban los muchachos de la montaña y tenía que recibirlos; después se daría una vuelta por La Garrucha... Eran las cuatro de la tarde, hora de Babilonia, y las tres, hora del centro, y al mismo tiempo la una en Tijuana, cuando El Monarca encendió el motor de la camioneta de redilas que en ambas puertas, con letras pintadas de rojo, muy pequeñas, lucía la sigla del EZLN.

-ƑCómo la ves? -dijo Marcos raspando con la uña del índice una salpicadura de barro adherida a la culata del fusil, mientras el vehículo rechinaba y se balanceaba en los hoyancos-. ƑTú crees que podrías convertir un trascabo en una tanqueta?

-Si hubiera herramienta, sí -dijo sin vacilar El Monarca.

No sólo era un gran chofer sino un espléndido mecánico de algún lugar de los Altos de Chiapas, que había salido de su casa el 31 de diciembre después de comer, con el pretexto de comprar cigarros. Y desde entonces era un inseparable de Marcos.

-Porque como quiera, si no nos sirven... -agregó el Sup, y dejó la frase en suspenso-. Un contratista de Pemex dice que si lo ayudamos a sacar su maquinaria nos regala una camioneta de tres toneladas...

-Si es chatarra por chatarra, ni madres -enfatizó el chofer-. Antes hay que verla.

-Dice que nueva, Ƒeh? -dijo Marcos.

Era asombroso que a pesar del bosque y de las montañas sin límites visibles pudiera sentir claustrofobia. Pero las nuevas circunstancias eran así: tenía prohibido regresar a los Altos, visitar a su gente, abandonar aquella ratonera donde la muerte del subcomandante Pedro lo había convertido en responsable de las comunidades que éste atendía, es decir, de toda la cañada de Las Margaritas, es decir, de toda la selva, es decir, de toda la guerra. Y el peso de la mochila era cada día más angustiante.

6. REUNION EN SAN LAZARO

Lo que acaba usted de leer forma parte de un libro. Sí, de un libro: un objeto de papel que sirve para muchas cosas, entre ellas recordar, soñar, viajar, volver. No es una mercancía cualquiera, como afirman los tecnócratas de Hacienda. Escribir un libro, imprimir un libro, comprar un libro, son tareas que requieren algo más que dinero e insumos y, salvo en casos excepcionales, su escritura, fabricación y venta no suele dejar sino pérdidas. Para protestar contra la idea de gravar el precio de los libros, escritores y editores harán un mitin el próximo jueves frente al palacio de San Lázaro. Si usted quiere apoyarlos, mande su firma al buzón de esta página. Y acuda. La cita es el 19 de abril a las doce del día...

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