SABADO Ť 14 Ť ABRIL Ť 2001

Ť Encuesta de Unicef revela que urgen cambios

Inconformidad de alumnos con el sistema educativo en México

Ť Los indígenas reclaman clases más claras y entretenidas

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

Para muchos niños y adolescentes mexicanos (34 por ciento) la principal razón para ir a la escuela es "ser alguien en la vida"; el resto se reparte entre aquellos que desean aprender, tener una profesión o ser cultos, y sólo una minoría (13 por ciento) asiste a las aulas por placer.

Los resultados de una encuesta del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), aplicada a 11 mil 800 niños de América Latina y el Caribe, dan este perfil del estudiante mexicano, quien en sus respuestas parece decir que va a clases más por obligación que por gusto. Más de la mitad están insatisfechos con sus maestros y directivos.

Para Unicef, el rechazo a la escuela tanto de los mexicanos como de los del resto de la región (sólo 8 por ciento estudia por gusto) es una señal de que la escuela necesita modernizarse, porque los alumnos están insatisfechos con la forma como está organizado el sistema educativo.

El estudio La voz de las niñas, los niños y los adolescentes de América Latina y el Caribe concluye que los más de mil 223 mexicanos encuestados van a clases sobre todo por el deseo de ser alguien en la vida, mientras sus compañeros de otras regiones (46 por ciento) manifiestan que su objetivo principal es el aprendizaje.

Los otros motivos por los que un mexicano se prepara son los siguientes: 23 por ciento lo hace para aprender, 22 por ciento para tener una profesión y 8 por ciento para ser culto o educado.

La encuesta aplicada a población de entre 9 y 18 años refiere además que los estudiantes mexicanos y los de la zona andina son los más insatisfechos con sus profesores y directivos.

Las críticas se hacen en mayor cantidad en México (55 por ciento para maestros y 60 por ciento para directores), así como en Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia (63 por ciento hace comentarios desfavorables de los profesores y 70 por ciento de los directores).

Esta visión contrasta con la de todos los niños de la región. Frente a la pregunta Ƒqué dirías a los profesores de tu escuela?, un 33 por ciento de los comentarios son favorables y 55 por ciento menciona algún cuestionamiento. En el caso del director ocurre algo similar, donde 22 por ciento da que son comentarios positivos y 57 por ciento negativos.

Los entrevistados de origen indígena son quienes se quejan más de las autoridades de la escuela y les piden "clases más claras" y "más entretenidas".

Por lo regular los educandos de México aseguran tener buena relación con sus maestros, y quienes no, argumentan las siguientes causas: no tienen paciencia (22 por ciento), son muy exigentes (25 por ciento), "me retan" (20 por ciento), no saben enseñar (11 por ciento) y no escuchan (21 por ciento).

La mayoría de las quejas contra los directores se deben a que son "muy exigentes"; luego se colocan otras como que "me reta", no escucha o no tiene paciencia. Ningún mexicano menciona que no conoce al director o lo ve muy poco.

A partir de estas opiniones, los niños pedirían a sus profesores, sobre todo, que enseñen bien (22 por ciento), que sus clases sean entretenidas, que comprendan a sus alumnos y que sean más tolerantes y simpáticos.

A los directores de la escuela les dirían en especial que arreglen el colegio, que se relacionen con los alumnos, que sean menos estrictos y que sepan escuchar.

Para Unicef, estas opiniones negativas que los mexicanos comparten con los del resto de la región son una muestra de que la administración escolar "exige una modernización para promover una mayor participación y responsabilidad de la comunidad educativa, formada por educadores, padres y alumnos".

Todos se quejan de los baños

Las condiciones físicas del salón de clases, escritorios y especialmente de los baños son otros aspectos que generan más opiniones negativas de los alumnos.

En una escala de uno a cinco, los infantes califican los baños con 3.2; a las sillas y escritorios con 3.6; al salón con 3.8; al patio con 3.9; a la biblioteca y gimnasio con 3.9, y a los libros de texto con 4.2.

Como los mexicanos, los niños de la región ponen un tache a los baños, al asignarles una puntuación de 3.3, y tienen opiniones muy parecidas en torno a las condiciones de salón, escritorios, biblioteca, gimnasio y patios.

El organismo de la ONU interpreta estas respuestas en el sentido de que las condiciones físicas más cercanas al bienestar de los alumnos son las peor calificadas, mientras que las áreas menos ocupadas por los infantes, como el patio, el gimnasio y la biblioteca obtienen evaluaciones más favorables.