Ť Ordenan las autoridades vaciar las cárceles para disponer de espacio
Crean una fortaleza en Quebec para discutir el libre comercio continental
Ť Giran instrucción a aduanas para prohibir la entrada al país del activista francés José Bové
Ť Cronstruyen una barda de 10 kilómetros, llamada por los canadienses el muro de la vergüenza
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 13 de abril. Los negocios están comprando madera para proteger sus vitrinas, el gobierno ha construido una barda de 10 kilómetros de largo, y ha dispuesto vaciar las cárceles para contar con espacio, mientras los encargados de aduanas de Canadá han ordenado a sus funcionarios evitar el ingreso al país del activista y granjero francés José Bové.
Así, el gobierno de Canadá se prepara para ser anfitrión de los mandatarios de los países del continente que acudirán a la Cumbre de las Américas en la ciudad de Quebec, que se realizará entre el 20 y el 22 de abril.
"Estamos esperando que 9 mil personas lleguen a Quebec para este importante acto continental, pero también seremos anfitriones de un grupo grande de fuerzas antiglobalización que acudirán a una contra-cumbre que se realizará al mismo tiempo", explicó Marc Lortie, coordinador de la Cumbre por parte del gobierno canadiense, en una sesión informativa en Washington la semana pasada.
Lortie agregó que para los mandatarios de los países de las Américas, "el primer tema de discusión en la cumbre será el fortalecimiento de la democracia". Pero algunos canadienses están cuestionando el vínculo entre la democracia y las libertades que implica la decisión de organizar la presencia policiaca más grande en la historia del país para proteger a los delegados a la Cumbre de las Américas. Cuando los trabajadores empezaron a construir la barda de tres metros de altura y 10 kilómetros de largo que encerrará al centro de conferencias en Quebec, algunos comentaristas canadienses la llamaron "el muro de la vergüenza".
Alan Borovoy, el principal abogado de la Unión Canadiense de Libertades Civiles, declaró hace unos días a The New York Times: "No está sentando el tipo de ejemplo que pienso que los canadienses desearían ofrecer al mundo".
Pero las críticas no han detenido el gran operativo de seguridad que montan las autoridades, que han expedido credenciales de identificación especiales a todos los residentes de la parte central de Quebec y que deberán presentar si tienen la mala suerte de vivir cerca al centro de conferencias y desean llegar a sus casas.
La policía ha sido enviada a cursos especializados para saber enfrentar todo, desde los cócteles Molotov a técnicas de control de masas, y los hospitales locales han adquirido pequeñas piscinas de plástico para atender a posibles víctimas de gas lacrimógeno.
"No queremos desalentar a esta gente, pero tenemos que ser realistas", declaró Serge Menard, ministro de Seguridad Pública de Quebec, al Toronto Globe. Pero algunos políticos locales no están tan calmados, y el Globe reportó el mes pasado que el alcalde de Quebec, Jean L'Allier, había sugerido, en privado, que tal vez la cumbre debería ser cancelada para evitar el tipo de disturbios y protestas que dañaron la reputación de la ciudad de Seattle.
Los manifestantes insisten en que su cumbre paralela será pacífica y abordará temas sociales, como los de la mujer, medio ambiente, asuntos laborales y agrarios durante los días previos a la Cumbre de las Américas, y que sus actividades culminarán en una manifestación el 21 de abril. Sin embargo han protestado por las decisiones que buscan excluir sus voces y opiniones de la Cumbre oficial.
Las autoridades insisten en que habrá oportunidades para la participación de representantes de grupos de la sociedad civil y señalan que Mathew Cone Come, líder de la Asamblea de Primeras Naciones, coalición de organizaciones y pueblos indígenas de Canadá, ha sido invitada a hablar ante los ministros de Comercio y los cancilleres de las Américas durante la Cumbre.
Supresión de libertades civiles
Con todo, las autoridades están centradas en cómo controlar las anunciadas protestas. Tres mil integrantes de la Policía Montada Real de Canadá se unirán a 2 mil agentes de policía de la provincia de Quebec e incontables contrapartes locales para encargarse de la seguridad de los delegados al acto continental.
Además, según el Toronto Globe, las autoridades han puesto en alerta a sus oficiales de aduanas para detectar cualquier intento de ingreso al país del granjero y líder campesino francés José Bové. "Hay una alerta contra Bové porque es técnicamente inadmisible en Canadá... tiene antecedentes criminales", explicó el vocero del servicio de inmigración Richard St. Louis. Pero activistas anti libre comercio como Maude Barlow, del Consejo Nacional de Canadienses ?uno de los grupos que han encabezado la oposición al libre comercio durante más de una década? creen que es sólo un ejemplo más de la disposición de suprimir las libertades civiles durante el acto que elogia la democracia. "Bové habla a nombre de millones de personas, para los granjeros y los campesinos sin tierra", señaló Barlow al Globe.
Pero Bové no es la única persona a quien se le podría prohibir el paso a Canadá. Grupos activistas que organizan delegaciones para viajar de Estados Unidos a Quebec para la Cumbre han sido advertidos de que su ingreso se les podría negar en la frontera.