James Petras
El conflicto entre China y Estados Unidos
La solución del conflicto entre China y Estados Unidos es mucho más que una tripulación y un avión estadunidenses en poder de los chinos y que una disculpa por parte de Washington. Lo que está en juego son cuestiones mucho más graves de soberanía versus hegemonía, ideología versus comercio, la vieja Guerra Fría versus la Nueva Guerra Fría. En Estados Unidos hay conflicto entre las elites en cuanto a cómo relacionarse con China, y lo mismo ocurre en China, en lo referente a sus políticas hacia Estados Unidos.
El primer y principal tema es la soberanía. China exige que los aviones espías no rebasen el límite marcado a 200 millas náuticas de sus costas, una práctica que Estados Unidos aplica en sus propias costas. Washington, sin embargo, asegura que el límite de China está a sólo 12 millas náuticas de la costa. Por tanto, Estados Unidos está admitiendo que su avión espía estaba violando el espacio aéreo chino, tal y como afirma Pekín; rebasando el límite de 200 millas y además haciéndolo rutinariamente.
Por supuesto, es inimaginable que Estados Unidos permitiera que aviones espías chinos volaran a sólo 13 millas de las costas de Nueva York, Los Angeles o Washington. ¿Por qué, entonces, Washington viola el límite chino de 200 millas? No es por razones técnicas; el equipo electrónico utilizado en misiones de espionaje funciona igualmente a 13 que a 200 millas de distancia de las costas de China.
Existen dos razones: una es comprobar la presteza de respuesta militar de China, la capacidad de su fuerza aérea y su nivel de organización para interceptar un ataque aéreo potencial. La segunda es el desafío de la hegemonía en la región del Mar del Sur chino. La hegemonía mundial de Washington no está dispuesta a reconocer los reclamos de la hegemonía regional china. En todo el mundo, particularmente en Europa y América Latina, Estados Unidos ha "colonizado" el espacio aéreo, bases militares y puertos navales. Por ejemplo, aviones estadunidenses rutinariamente invaden el espacio aéreo latinoamericano mediante instalaciones militares que tienen en esos países. Los aviones espía de Estados Unidos estaban probando hasta qué grado es posible "colonizar" el espacio aéreo de China. Pero Pekín, y especialmente el pueblo chino, no aceptarán someterse a las pretensiones hegemónicas estadunidenses: no se consideran una clientela dócil al estilo de los gobiernos de América Latina.
La exigencia de China de recibir una disculpa formal tiene una implicación más profunda. Significa que Estados Unidos debe tratarla como a un igual, en el sentido concreto de que sus 200 millas de espacio aéreo son tan inviolables como las de Estados Unidos, y en el sentido de que China puede ejercer influencia en la región vecina (del Mar del Sur chino). La negativa de Washington a disculparse es un rechazo tácito a los reclamos de China y una reafirmación de su propia posición hegemónica en el Mar del Sur chino. Al igual que ocurrió cuando se perpetró el bombardeo "accidental" de la embajada china, Estados Unidos le está enviando el mensaje de que la hegemonía estadunidense en todas partes no es negociable.
Al interior de la administración Bush, existe conflicto entre los Ideólogos y los Comerciantes. Los Ideólogos, (encabezados por Cheney y Rumsfeld) son respaldados por el complejo de la industria militar y quieren provocar una nueva Guerra Fría. Buscan confrontar militarmente a China y atizar una provechosa carrera armamentista. Los Comerciantes (encabezados por Colin Powell) son básicamente las élites económicas que han invertido más de 100 mil millones de dólares y se han comprometido en tratos comerciales con China por 120 mil millones de dólares. Están convencidos de que Estados Unidos, con el tiempo, puede "conquistar" a China por la vía de los mercados y la diplomacia.
Este conflicto entre los dos sectores de la administración Bush explica la política de "amenazas" y "negociaciones". El gran problema es que los Comerciantes no están dispuestos a aceptar la definición de soberanía de China. En vez de eso, ofrecen concesiones simbólicas/diplomáticas, expresando su "arrepentimiento" por el incidente, pero sin resolver, y sin siquiera reconocer, la verdadera sustancia de los reclamos de China sobre la soberanía de su espacio aéreo.
En China, el conflicto está entre los Liberales y los Nacionalistas. Los Liberales (encabezados por el presidente y el ministro del Exterior) han estado dispuestos a sacrificar el tema de la soberanía, con tal de profundizar la privatización de la economía china, asegurar la inversión extranjera e incrementar el comercio.
Los Nacionalistas (principalmente las fuerzas armadas y una minoría gubernamental) defienden la soberanía por encima de la liberalización. Tras el bombardeo de la embajada, los liberales se vieron obligados a posponer negociaciones en el seno de la Organización Mundial del Comercio. Los Nacionalistas ejercen una poderosa presión hacia la unificación con Taiwán y están cuestionando la liberalización de la economía a la luz del creciente control extranjero.
El que el avión espía haya violado el espacio aéreo chino ha ayudado a los Nacionalistas a resaltar las crecientes y flagrantes violaciones a la soberanía de China. En este conflicto, los Nacionalistas tienen el indiscutible apoyo del pueblo. Sin embargo, es muy probable que los Liberales acepten una solución "simbólica" que ignore el problema fundamental de la soberanía china. En estas circunstancias, en las que la élite china está atada a las multinacionales estadunidenses, los Liberales no pueden aceptar completamente la solución de Bush sin exponerse a la ira de la mayoría pro nacionalista. Un acuerdo entre los Comerciantes estadunidenses y los Liberales chinos ya se logró, en secreto, y sus detalles siguen sin conocerse.
El problema principal en estas negociaciones es que en estos momentos los Ideólogos en Estados Unidos siguen funcionando con mentalidad de Guerra Fría: actúan como si China siguiera siendo un país comunista y no el paraíso de los inversionistas extranjeros. Operan con una definición de la realidad fundada en lo militar, al mismo tiempo que los aliados imperiales de Estados Unidos en Europa y Asia tienen una definición mercantil de la realidad, basada en la conquista por medio del comercio y la inversión.
Los Ideólogos funcionan con base en una imagen del mundo de los años 50, en la que Washington puede imponer unilateralmente sus políticas. Su influencia es evidente en el rechazo unilateral del Protocolo de Kyoto con Europa sobre emisión de gases para el control del efecto invernadero, del Acuerdo de Defensa Antimisiles con Rusia, de las negociaciones de paz con Corea del Norte, y ahora, con el rechazo a reconocer la influencia de Pekín sobre la región del Mar de China Meridional. El único problema con la vuelta al pasado de los Ideólogos es que el mundo ha cambiado dramáticamente durante el último medio siglo.
Europa no depende más de la ayuda estadunidense, sino que es un competidor económico con movimientos sociales muy fuertes como los partidos Verdes y los sindicatos que apoyaron Kyoto. Los grupos industriales europeos quieren incrementar sus lazos económicos con China, Corea y Cuba. Las élites políticas y grupos pacifistas rechazan la escalada misilística estadunidense. Lo que es aún más significativo: las más grandes multinacionales estadunidenses dependen cada vez en mayor medida de las ganancias de sus inversiones en el extranjero.
Hace 50 años, menos de 10 por ciento de las ganancias y ventas provenían del extranjero. Hoy en día, para las mayores empresas, entre 25 y 50 por ciento de las ganancias provienen de la inversión y comercio exteriores. Los Ideólogos intentan construir una "Fortaleza América" mediante políticas militares y económicas unilaterales, lo que ha aislado internacionalmente al país y lo ha dividido internamente.
Más aún, con la caída de los mercados bursátiles, la recesión económica, el incremento en el desempleo y la inseguridad laboral, y el creciente déficit comercial, el público estadunidense se preocupa más por la política económica doméstica que por las aventuras militares en el extranjero. Mientras los Ideólogos han tratado de exaltar el fervor chauvinista por la tripulación "cautiva", la respuesta del público, hasta ahora, ha sido menos que tibia.
El ascenso de la visión del mundo de los Ideólogos dentro del régimen de Bush llevará a una peligrosa situación mundial. Los patrones del comercio e inversión se verán alterados, se impulsarán carreras armamentistas y se concederán recursos para el presupuesto militar. Los europeos se verán obligados a escoger bando al elegir entre el comercio o una nueva y costosa Guerra Fría sin ningún beneficio visible.
Habrá, sin embargo, efectos colaterales positivos: el presupuesto de guerra y la recesión económica podría revivir a la oposición política y social en Estados Unidos y Europa. La ideología del libre mercado y del "Nuevo Orden" se desmoronaría ante un nuevo estatismo encabezado por imperativos militares.
La nueva Guerra Fría de los Ideólogos, empero, no sería sostenible: agravaría la recesión en Estados Unidos al aislarlo de mercados y posibilidades de comercio extranjero y empeoraría conflictos internos políticos y sociales. Como dijo Clausewitz, es imposible declarar la guerra en dos frentes y ganar. Al final, los Comerciantes de la administración Bush triunfaron sobre los Ideólogos, al lograr un acuerdo con los Liberales chinos. Los millones de dólares de las trasnacionales fueron mucho más importantes que los argumentos de los Ideólogos. De manera similar, en China los Liberales decidieron que la inversión extranjera y el ingreso a la Organización Mundial del Comercio era más importante que la soberanía del espacio aéreo. Sin embargo, temas y los adversarios siguen ahí, y harán que nuevos conflictos emerjan otra vez.
Traducción: Gabriela Fonseca