SABADO Ť 14 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Los fariseos se multiplicaron como el pan sobre cines porno, prados y puestos de fritangas
DF en Viernes Santo, ciudad de pecados capitales
Ť En Sullivan y La Merced no fue día de guardar; muchos buscaron a su samaritana
ANGEL BOLAÑOS Y SUSANA GONZALEZ
Que la carne es débil, ni quién lo dude. Y más en ciudades (de los pecados) capitales como esta. šAh, de aquellos capitalinos-fariseos que en "días de guardar" encontraron modo y tiempo para caer en tentación, mientras el Jesús de Iztapalapa subía por enésima vez a la cruz para saciar la sed del espectáculo! Y allá los fariseos, multiplicados como el pan sobre los prados de la Alameda y las bancas de Garibaldi, rindiendo culto la pereza. O volcados en fila para probar lujuria de lejitos, en las funciones corridas de películas porno. Y cuando más, en acecho de las samaritanas al pie de las aceras de Sullivan y La Merced. Tampoco faltaron quienes, olvidados de "guardar" la línea y la vigilia, saciaron su gula en cuanto changarro hubo abierto.
La pereza
En el desierto en que se convirtió el Distrito Federal en Viernes Santo, con el sol en su cenit pasadito del mediodía, con miles de negocios y oficinas cerradas y escasos automóviles y microbuses que circulaban por grandes avenidas o calles de barrio, la pereza gobernó la ciudad. Así, Salvador Avila, Don Chava, prefirió salirse a ''sombrear'' bajo los eucaliptos de la Alameda Central que quedarse en su casa a atender a las visitas.
Como este año no hubo dinero para irse de vacaciones a Acapulco, adonde le gusta viajar, no le quedó más remedio que pasarse toda la Semana Santa en la ciudad. Después de seis días en la casa con los nietos, ayer se levantó a las nueve de la mañana, vio un rato la televisión y luego de que comenzaron a llegar las visitas se salió solito de su casa, por el rumbo de Mixcoac, a la Alameda, para tirarse un rato al pasto a ver pasar la vida.
Por falta de trabajo, en la fábrica Camas Lamas le dieron toda la semana. A sus 49 años, "en dos más me jubilo", no le disgusta estar en su casa y de hecho le hubiera agradado buscar algún lugar adonde ir con su esposa en el mismo DF -"ella se quedó con las visitas en la casa"-, pero ni para eso había dinero.
Lujuria
Otros, en cambio, optaron por refugiarse en un sitio cerrado y a oscuras: las viejas salas de los cines Teresa, Venus, Río y Savoy, donde, desde las 9 de la mañana, en el caso del primero, y a partir de las 11 en el resto, se ofrecieron funciones continuas de películas "sólo para adultos". A cambio de 20 pesos, Las gatitas calientes, la primera película del día, entretuvo a diez hombres de distintas edades, perdidos en las 600 butacas del primer piso del cine Venus, en República de Chile. Envueltos en el calor, pero no de la primavera, se olvidron de la procesión con la que seguramente se toparon minutos antes y que a la vuelta de la esquina avanzaba sobre Belisario Domínguez.
Pero no todos se conforman con saciar la lujuria en el celuloide, y para su fortuna encuentran sacrificadas sexoservidoras dispuestas a trabajar desde muy tempranito en el viernes de crucifixión. Más de uno se sumó al lento desfile de coches que ayer por la madrugada transitaba por Sullivan, o buscó alrededor de los hoteles de La Merced una muchacha para compartirle su pasión, pero no precisamente por Cristo.
Gula
A mediodía, aquellos que no abandonaron la ciudad ni se sumaron a los nazarenos del Cerro de la Estrella, comienzan a salir de sus casa. No van a la Iglesia, pero cuidan la vigilia. Caldos de camarón y sopas de mariscos servidos en refractarios con capacidad para casi un litro, redondas y gigantescas copas de cocteles de camarón y ostiones, pulpos en su tinta o mojarras de no menos de 30 centímetros son servidos al por mayor, por ejemplo, en el mercado Martínez de la Torre de la colonia Guerrero.
-ƑConoce cuáles son los siete pecados capitales?
-No, no me acuerdo -responde un señor obeso que no ha quedado satisfecho con un solo platillo, pero que afirma que en Semana Santa sí va a la iglesia.
Avaricia
Quiso entrar pronto a "las ligas mayores" y por 150 mil pesos que le ofreció un policía judicial, El Andrés, aceptó el trato: matar a un sujeto al que, "por respeto", le dijo antes de ejecutar su acción a lo que iba.
Lo sentenciaron a 30 años de cárcel; ya pasaron 10, y aunque sabe que la espera de otros 10 para alcanzar beneficios de libertad anticipada es muy prolongada, no le queda de otra más que aguardar el momento de lo que será su resurrección, pues "la verdad es que sí me quiero ir de aquí".
Entonces "era un chavito que no pensaba bien las cosas; me ofrecieron 150 mil pesos por este trabajito y, špues imagínate!, para mí era como entrar a las ligas mayores", un trabajo que, asegura, antes no había hecho, aunque sabía que en Estados Unidos la cosa es mucho más barata: "Allá te compran hasta por 20 dólares".
El trabajo lo hizo y se ajustó a las reglas, del policía judicial que lo contrató: no preguntó nada, "ni lo conocía"; del otro fulano, pues menos. Pero si se acuerda que fue muy respetuoso y le dijo: "disculpe, señor, no tengo nada en contra de usted, pero me mandaron a esto".
Ira
A salto de mata anduvo durante más de cinco años hasta que se quiso refugiar en la ciudad de México, con sus más de 9 millones de habitantes, pero aun así lo encontraron. A Alejandro Alvarado le "encabronaba" la relación que su madre sostenía con Paulo Vallejo, y un día de julio de 1996 terminó una discusión a golpes que no resistió su padrastro de 52 años.
Desde ese año, la Procuraduría de Justicia de Jalisco le perdió el rastro cuando el homicida huyó del poblado de San Isidro, en el municipio de Zapopan, y tuvieron que transcurrir más de cinco años para ubicarlo en el Distrito Federal.
Pero si la Fiscalía de Delitos Financieros de la PGJDF no lo correlaciona con una orden de aprehensión librada por un juez de Jalisco, luego de que tuvo la mala suerte de verse involucrado en una acusación por un fraude, la policía no hubiera ido por él a la colonia La Joya, de la delegación Gustavo A. Madero, donde andaba después de aquel coraje de julio de 1996.