SABADO Ť 14 Ť ABRIL Ť 2001
Ť La tierra de Drácula, título de la cuarta novela del escritor y pianista
Ceausescu ''chupó la sangre'' de los rumanos y ya sabemos cómo terminó: Zuckermann
Ť Nadie escapaba al control del dictador, todo mundo era observado, asevera
ARTURO JIMENEZ
El escritor y pianista Alberto Zuckermann acaba de publicar La tierra de Drácula, su cuarta novela que si bien en nada se refiere al espeluznante conde, sí recrea los horrores generados por otro personaje que ''chupó la sangre del pueblo": el dictador rumano Nicolae Ceausescu, asesinado en 1989 tras 25 años en el poder.
Ficción que se nutre de la realidad vivida por el propio Zuckermann como diplomático mexicano, La tierra de Drácula (Emes Editores) se ubica a finales de la década de los setenta en la capital rumana, Bucarest, donde el escritor residió dos años.
De hecho, reconoce que el protagonista de la novela y agregado cultural de la embajada de México en Rumania de algún modo es su alter ego. Es un personaje presa de la asfixiante atmósfera creada por un régimen ''socialista" atrapado, a su vez, en el culto a la personalidad de Ceausescu.
''Nadie escapaba al control. Todo mundo era seguido, observado, esculcado. Era algo de pesadilla y que terminó como terminó, con el asesinato de Ceausescu y su esposa", recuerda Zuckerman en entrevista.
El coprotagonista es un entrañable y viejo cocinero rumano gay, obligado por los servicios secretos a un espionaje de segunda. ''De acuerdo como lo imaginé, Gheorghe es un ser encantador, alguien con virtudes y que en el fondo rechazaba lo que tenía que hacer", comenta.
La frontera de la infelicidad
-El epígrafe de Cioran que utilizas para la novela es devastador -se le comenta a propósito de la afirmación del pensador rumano: ''En Europa la felicidad termina en Viena. Más allá, desde siempre, maldición tras maldición".
-La historia de Europa del este, sobre todo en el siglo XX, ha sido una historia de sangre, de tristeza, de tragedia. Ha tenido dictadores, ha estado en guerras, ha vivido etapas muy difíciles. Y como lo vemos en los conflictos de los Balcanes, sobre todo en la ex Yugoslavia, pues se observa que aún no termina la pesadilla.
-La novela no tiene nada que ver con el conde Drácula, pero la comparación con Ceausescu te pareció inevitable.
-Indudablemente, porque en Bucarest había un ambiente opresivo, tenebroso, de oscuridad, que concordaba mucho con la idea del conde Drácula, un hombre que bajo esas condiciones salía a perseguir y a chuparle la sangre al pueblo.
Zuckermann dice que La tierra de Drácula también puede verse como una literatura de protesta, contra la represión. ''Es una temática constante en lo que he escrito, en todos mis libros está presente un rechazo al autoritarismo".
Acorde con su pasión por el jazz, durante la historia que cuenta aparecen además momentos sobre este género musical. Y las audiciones de discos clandestinas se revelan como un oasis en medio de la incivilidad, la censura y el control social.
Nostalgia del horror
-ƑTe marcó Rumania o, como dice Vidal-Folch, escribiste esta novela porque sentiste nostalgia por el horror presenciado allá?
-Evidentemente me marcó la estadía ahí. Y sí, siento nostalgia, no de lo terrible que era aquello pero sí de los dos años de mi vida en esas condiciones.
''En Rumania encontré ciertos motivos de interés y de atracción, así como de rechazo. Es parte de mi vida y no lo puedo olvidar. Hasta de los malos recuerdos tiene uno nostalgia a veces, porque se vivieron en forma tan intensa que no se borran.''
-ƑEstás al tanto de la situación actual de ese país?
-Más o menos. No he vuelto desde entonces, pero sí he seguido un poco su desarrollo y creo que experimenta cambios, se va abriendo y sacudiéndose el pasado tan terrible que vivió.
Pero para Zuckermann el autoritarismo rumano no es ajeno a la realidad mexicana. Y sin señalarlo así, advierte sobre lo que podría representar el propio Drácula nacional:
''En México tuvimos 71 años de autoritarismo priísta que aún no nos sacudimos del todo y que los gobernantes actuales quisieran retomar. No desean abrirse realmente a la democracia y el monstruo sigue ahí. Se encuentra dormido, pero ahí está."