Ť Semana Santa
Música tradicional, rock y danza en Pahuatlán, Puebla
LA JORNADA DE ORIENTE
Pahuatlan, Pue., 13 de abril. Danzas, música tradicional, rock y manifestaciones religiosas de Semana Santa, todo en uno se mezcla y convive durante la semana mayor en Pahuatlán, un pueblo enclavado en la Sierra Norte de Puebla, al que acuden cada año miles de visitantes procedentes del Distrito Federal, Hidalgo, Tlaxcala y la capital del estado.
Toda la noche del Jueves Santo y hasta el amanecer del Viernes Santo, en la explanada de la población se llevó a cabo la ''huapangueada", baile popular con el acompañamiento de tríos de las seis huastecas: San Luis Potosí, Veracruz, Querétaro, Hidalgo, Tamaulipas y el estado de Puebla, quienes con las notas extraídas al violín, la guitarra y la jarana impulsaban a los bailadores locales y foráneos a continuar el zapateado hasta los límites del cansancio.
En el contexto de la versión cuarta del Encuentro Nacional de Huapango participaron el Doctor Chessani y su grupo, de Río Verde, San Luis Potosí; el Trío Tuaxoltiyani, de Ixhuatlán de Madero, Veracruz, único agrupamiento que interpretó huapangos en lengua náhuatl; de Querétaro, el Trío de Perfecto Hernández y su Tradición Serrana; Los Caimas, de Tampico, Tamaulipas; Armonía Huasteca, de Hidalgo y el local Trío Pahuatlán.
La danza del volador, recreación generacional de un ciclo vital
Por la mañana del viernes, las montañas que rodean a Pahuatlán fueron el escenario adecuado para que los hombres-pájaro interpretaran la danza del volador, tradición solar que, de acuerdo con los estudiosos, su origen se remonta a la época prehispánica.
En esta danza que incluye la participación de cinco hombres quienes suben a un tronco de aproximadamente 30 metros de altura, arriba del cual uno de ellos zapatea acompañándose con los sonidos de una flauta y un tamborcillo, y ofrece su ritual al sol y a los cuatro puntos cardinales.
Cuando el danzante termina se sienta y continúa tocando ambos instrumentos mientras los otros cuatro se lanzan al vacío amarrados de la cintura.
La tradición establece que se deben efectuar trece vueltas mismas que multiplicadas por cuatro, el número correspondiente a los puntos cardinales, da como resultado 52, ciclo vital en la cosmogonía de los antiguos mexicanos.
Siete grupos de voladores adultos originarios de diferentes comunidades del estado de Puebla interpretaron ayer esta danza, que se transmite de una a otra generación para evitar su extinción.
Junto al palo volador, donde los grandes bailaron, se colocó otro de menor altura, en el que cinco niños con edades de cinco a 10 años se atrevieron a volar, sin temor a las alturas, al igual que sus padres y sus hermanos.
Y por primera vez, cinco mujeres rompieron con la costumbre al interpretar la danza del palo volador, permitida hasta ahora sólo para danzantes varones.
Por la noche, tocó a los grupos de rock Real de Catorce, Tex Tex y Cuarto Blanco, así como a Betsy Pecanins, con su blues, amenizar la fiesta que culmina el Sábado de Gloria.