Ť Su disponibilidad per cápita, menor que la de Egipto, señala The New York Times
El abasto de agua, grave problema para México
Ť Según la CNA, hay problemas de contaminación en 73% de los recursos hídricos del país Ť En la próxima década se requerirá un gasto de 30 mil mdp anuales para paliar la situación
México podría comenzar a morir de sed en no mucho tiempo, si no adopta medidas urgentes para hacer frente a la escasez de agua y a la contaminación que sufren sus ríos, alerta el diario The New York Times.
Destaca que el país --con una población de 100 millones de habitantes-- se encuentra en la misma latitud del Sáhara, el mayor desierto del mundo, y que la mitad de su territorio es seco. México tiene menos agua per cápita que Egipto, y 60 por ciento menos que hace 50 años.
Se refiere además al problema de la contaminación del líquido. "No hay lugar en este país, salvo una o dos ciudades, como Monterrey, donde se puede beber el agua sin temor de enfermarse", reconoció en entrevista con el NYT el secretario del Medio Ambiente, Víctor Lichtinger.
El director de la Comisión Nacional del Agua (CNA), Cristóbal Jaime Jáquez, dijo que 73 por ciento del agua de México, subterránea o no, está contaminada y constituye un peligro para la salud pública. Según cifras gubernamentales citadas por el rotativo, el 93 por ciento de todas las vías fluviales está contaminado.
Para combatir la infición y tratar las aguas de modo que satisfagan las necesidades de la población, México debe gastar 30 mil millones de pesos anuales durante la próxima década, señalan informes oficiales.
Lichtinger dijo al influyente diario estadunidense que hay forma de resolver el problema, pero para ello hay que pasar por encima de algunas sacrosantas y anticuadas tradiciones políticas. En este sentido, refirió que el agua fue usada como herramienta política por el PRI. El líquido era clave para conseguir votos. Las decisiones sobre dónde mandar agua estaban ligadas a favores y alianzas políticas, manifestó el funcionario.
Fechado en el municipio de Chimalhuacán, estado de México, el reportaje del diario señala a esa localidad como un caso concreto del uso político que se le ha dado a la distribución del líquido. En ese lugar, la lideresa Guadalupe Buendía, La Loba, controlaba el suministro del agua.
Ese control, aunado al hecho de que su marido era el tesorero municipal y su primo hermano el alcalde, le daba poder absoluto sobre el pueblo, hasta que el pasado verano fue a dar a la cárcel por instigar una revuelta contra el sucesor de su primo.
Considera el diario que una de las razones por las cuales el PRI perdió el poder es que no cumplía las promesas de campaña hechas a la gente más pobre, mientras que sí lo hacía con las efectuadas a la población más rica. De esta manera, refiere que grandes negocios en el campo, la minería y la ganadería no tenían ningún problema para recibir agua gratuitamente, en tanto que unos 12 millones de personas ubicadas en uno de los peores cinturones de pobreza carecen del acceso al agua potable.
El sector más rico de la población consume al menos 70 por ciento del agua del país, malgastando al menos la mitad por vía de evaporación, fugas y derroche, según estimaciones oficiales recogidas por el diario.
Muchas de las grandes empresas tendrán que empezar a pagar el agua, siempre y cuando el Congreso apruebe la reforma fiscal, señaló Lichtinger, y agregó que los recursos obtenidos por esta vía permitirían por ejemplo la reapertura de las 13 plantas de tratamiento que se encuentran en Chiapas y la construcción de otras en estados como Oaxaca, donde 54 de cada 100 mil personas mueren cada año por beber agua contaminada.
Esos recursos permitirían también salvar los casi agotados pozos de Mérida y corregir la actual situación en la que sólo 14 por ciento de las aguas negras municipales e industriales son recicladas. También ayudaría a planificar el suministro al Distrito Federal, que a la fecha ha desafiado toda solución, y cuyos subsidios equivalen a uno por ciento del presupuesto federal. "Hemos subsidiado a los ricos y a la clase media más que a los pobres. Debemos tener criterios más claros. Durante años esos criterios no han sido la pobreza o la salud, sino el poder", dijo Lichtinger.