LUNES Ť 16 Ť ABRIL Ť 2001

CLASE POLITICA

Miguel Angel Rivera

"México debe ser gobernado por mexicanos a plenitud, sensibles y conocedores de la idiosincrasia y necesidades de la población. Aptos, por sus talentos y experiencias, para asumir responsabilidades políticas supremas, para percibir cabalmente el momento y anticipar el devenir histórico, para servir al interés de los mexicanos antes que cualquier otro.

"No hemos tenido ese privilegio, en gran medida, por la dramática desidia política colectiva, que por fortuna comienza a roturarse, si bien a fuerza de encarar sus elevadísimos y amargos costos. La complacencia social, afortunadamente en descenso, facilitará siempre el arribo al poder de grupúsculos burocráticos que obedecen a proyectos nacionales quizás magníficos, pero confeccionados al margen de la voluntad nacional y, por tanto, impuestos y rechazados por el pueblo. Por eso, finalmente, tales proyectos están destinados al fracaso".

Lo anterior fue escrito por Armando Labra Manjarrez, economista egresado de la UNAM, con estudios de posgrado en la Universidad de California, Berkeley, en la presentación de su más reciente obra: Economía, política y sociedad en México: los años y daños del mito genial.

Este libro recoge el trabajo de análisis realizado por Labra durante varios años en publicaciones periódicas --entre ellas La Jornada --, sin perder el sentido crítico, a pesar de haber actuado de manera destacada en el servicio público, en donde fue, a finales del sexenio anterior, subsecretario de Gobernación.

Una muestra de ello es lo que escribió luego del último informe de Carlos Salinas de Gortari, en momentos en que, a pesar del conflicto en Chiapas y los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y de José Francisco Ruiz Massieu, el Presidente mantenía todo su poder.

"Toca a la sociedad hacer el balance y a la historia el juicio del gobierno de Carlos Salinas. Sin embargo, algunos datos cruciales hablan por sí solos. Las metas económicas, como se sabe y quizá se haya reconocido en el informe, no se cumplieron, si bien hubo logros, por ejemplo, en el abatimiento de la inflación y en reducir un poco la deuda externa.

"El alto costo de esos magros éxitos ha sido muy elevado, como todos reconocen, en la magnitud del desempleo y el subempleo, el estancamiento de la inversión productiva y de la economía, y en el siempre creciente déficit comercial".

Una advertencia del autor --ahora de regreso a la vida académica, en la UNAM--, escrita en 1995, pero que conserva mucho de vigencia: "En el fondo, lo que salta a la vista es que no podemos jugar irresponsablemente a ser globalizadores sin antes, o al mismo tiempo, resolver lo cotidiano, las modalidades de la inmediatez, lo que concierne, en verdad, al bienestar de los núcleos familiares.

"No puede, por ello, hablarse de políticas que sirvan a lo global pero que sacrifiquen al individuo. Yo gozo, tú pagas. Plantear tal galimatías es precisamente lo que ha desfondado la credibilidad en las políticas modernizadoras cuando se tornan dogmáticas, en actos de fe que terminan por pulverizar el tejido social y acaban por destruir a las naciones. De ese riesgo no estamos exentos los mexicanos, siendo como somos, un mosaico de nacionalidades unido por un continuo histórico y por enemigos y propósitos comunes, unido, a pesar de todo".

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