Ť En la novela de Fuentes las voces del pasado mexicano se mezclan con el presente: NYT
Nueva edición de Gringo viejo en Seix Barral
Ť El relato escrito por el autor mexicano en 1985 es prologado por Luis Rafael Sánchez
MONICA MATEOS-VEGA
Acerca de la novela Gringo viejo, de Carlos Fuentes, el diario The New York Times opina que en el texto "se oyen las voces de Ambrose Bierce, pero también de muchos mexicanos que entre todos forman un coro donde el pasado de México se mezcla con su presente, como en las novelas de Faulkner."
Con un prólogo de Luis Rafael Sánchez, Seix Barral presenta una nueva edición de esta obra en la cual su autor, "ese fabulador soberano" indaga por el destino de Ambrose Bierce, "el periodista y escritor norteamericano que, durante el mes de noviembre de 1913, cumplidos los setentaiún años, viaja a México al servicio de una portentosa alucinación: fabricarse una muerte razonable, menos vulgar que la prosiguiente a una enfermedad lastimosa o a la caída por una escalera, como murmujeó una vez".
En 1913 el escritor norteamericano Ambrose Bierce, "misántropo, periodista de la cadena Hearst y autor de hermosos cuentos sobre la Guerra de Secesión, se despidió de sus amigos con algunas cartas en las que, desmintiendo su reconocido vigor, se declaraba viejo y cansado".
Sánchez explica: "Bierce acaricia una ilusión secreta, por lo menos la virtuosa imaginación de Carlos Fuentes se la adjudica; una ilusión en la que podría detectarse una quijotada o una gringada: que el mismísimo Pancho Villa se encargue de fusilarlo llegado el caso".
Elaborada como una larga vuelta atrás, esta novela es ante todo una reflexión sobre la identidad, la búsqueda del padre, el concepto de frontera como "cicatriz", unión y separación. "El destino del periodista Ambrose Bierce ha intrigado a nuestros escritores desde que se desvaneció en México en 1914. Ahora Carlos Fuentes ha hecho una excelente novela sobre este misterio", reseña el diario The Angeles Times.
En 1985 escribió Fuentes este relato que, según explica Sánchez, "concluye con un capítulo de una oración, homenaje sutil o incalculado al Dinosaurio de Monterroso. Oración única, lave que cierra la novela a medias para que el lector, por medio de un sesgo de estirpe pirandelliana, se introduzca en la trama, se transforme en personaje y se siente a interrogar a la mujer que se sienta sola y recuerda."