Lunes en la Ciencia, 16 de abril del 2001



 

Lazos rotos de la ayuda mutua en ciencia y tecnología en América

Redes de cooperación

Gustavo Viniegra González

La cooperación científica y técnica es un medio indispensable para el progreso de un país que tiene que competir con otros en una economía mundial controlada por el conocimiento. También es un recurso valioso para salvar la brecha de atraso de los países menos desarrollados. Y debe formar parte importante de la estrategia diplomática de una nación que, como la nuestra, quiere labrarse un nicho ventajoso en el comercio internacional.

redes Un ejemplo por analizar es el caso de los países menos desarrollados de la Unión Europea (UE), como España y Portugal, los cuales hace 20 años tenían una situación de atraso en ciencia y tecnología (CyT) y de escasa penetración en el mercado de servicios con alta tecnología. Pero, merced a los numerosos programas de cooperación de la UE, ahora se encuentran muy por encima del nivel científico de América Latina y han logrado una posición dominante en los mercados financieros y de telefonía en nuestra región.

La UE tiene programas de investigación en CyT que obligan a los laboratorios más desarrollados a incluir en sus proyectos, a laboratorios menos desarrollados. De esa manera, muchos investigadores españoles y portugueses tuvieron acceso al conocimiento y al financiamiento para mejorar con rapidez la calidad de su trabajo.

En cambio, en América Latina, los fondos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) han sido más bien escasos y no han facilitado la formación de grandes redes de cooperación científica entre EU y Canadá y América Latina, por lo menos, no al nivel necesario para salvar la enorme brecha de conocimiento que separa el norte y el sur de nuestro continente. Además, las interacciones de cooperación, entre los países de América Latina y entre las universidades locales, son muy débiles y eso dificulta y encarece la formación de nuevos grupos científicos. Para superar estos problemas se requiere una nueva estrategia, en la cual México puede desempeñar un papel clave en la formación de nuevos doctores en ciencia e ingeniería, orientados a resolver problemas urgentes como los de saneamiento ambiental, la biotecnología y la ingeniería de grandes obras públicas, en los cuales nuestro país cuenta con experiencia académica o empresarial de nivel internacional.

La formación de un doctor en EU o en la UE cuesta más del doble que en Argentina, Brasil, Chile o México, que son los países latinoamericanos con mayor productividad científica. Para salir de nuestro atraso en CyT se necesitaría formar a decenas de miles de doctores en ciencias y en ingeniería en un período menor a 20 años. Por lo tanto, la formación local de doctores sería una estrategia mucho menos costosa y más productiva para la región, porque las tesis correspondientes ser harían con problemas de inspiración local. Pero se requiere que esos programas de posgrado estén ligados con la redes de cooperación de Europa y América del Norte, como es el caso de las redes llamadas "Alfa", los programas INCO de la UE y los programas Fullbright y del IDRC, de EU y Canadá, respectivamente. Y a su vez, que los programas nacionales de becarios, como los de Conacyt, fomenten el intercambio de estudiantes y de profesores para que los centros de excelencia puedan compartir su experiencia con los centros académicos en formación. En una palabra, se necesita que la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Conacyt articulen mejor, entre sí, sus programas internacionales y nacionales de cooperación en CyT, para convertir a México en un sitio atractivo para formar nuevos investigadores y de esa forma podamos crear la semilla para salir del atraso técnico regional. Por ejemplo: necesitamos que se financien de manera prioritaria los proyectos de cooperación entre centros de posgrado, locales o de la región, de diverso nivel científico y fomentar, a su vez, las relaciones con las citadas redes de cooperación norte-sur.

El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa

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Nuestro colaborador Gustavo Viniegra recibió la semana pasada el doctorado honoris causa de la Universidad Aix-en-Provence II, ubicada en Marsella, Francia, por su valiosa contribución en el avance de la ciencia y la tecnología, así como por apoyar el desarrollo académico a nivel internacional.

Además de enriquecer con sus reflexiones la sección Lunes en la Ciencia, Gustavo Viniegra es investigador del Departamento de Biotecnología de la UAM-Iztapalapa e integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). El doctor Viniegra es reconocido por su labor en diversas áreas de especialización: microbiología industrial, estrategias para desarrollar tecnologías agroindustriales limpias, mejoras del proceso de transformación y conservación del medio ambiente, entre otras. El equipo de Lunes en la Ciencia se congratula por este merecido reconocimiento.


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