Ť Compromiso de los coordinadores del PRI, PAN y PRD de analizar la aplicación del IVA
Aura fue la estrella de la lectura en el tianguis de libros en San Lázaro
Ť La obra de Carlos Fuentes fue leída en público por Felipe Calderón y otros le siguieron
Ť Por decisión unánime, la Comisión de Cultura acordó respaldar el rechazo al impuesto
RENATO RAVELO
En la Cámara de Diputados Beatriz Paredes, Felipe Calderón Hinojosa y Martí Batres, coordinadores parlamentarios de los tres partidos con mayoría en ese órgano legislativo, se comprometieron estudiar a fondo la aplicación del impuesto al valor agregado (IVA) a los libros ante el grupo de creadores, editores y lectores que realizaron un tianguis de libros a las afueras del Palacio Legislativo.
La
Comisión de Cultura, por decisión unánime de sus 12
integrantes, se informó asimismo durante la entrega de la carta
con mil firmas de apoyo en la que se pide no gravar libros, acordó
respaldar el rechazo al IVA. Lo que empezó como una acto desangelado,
terminó por trascender más que el realizado frente a la Secretaría
de Hacienda, más vistoso, menos efectivo.
Poco a poco se llena el templete y la calle de Congreso de la Unión. Caras conocidas, casi las mismas que estuvieron a las afueras de Hacienda, en entrega simbólica de libros, aunque en menor grado rostros de intelectuales. Los promotores de las movilizaciones Leo Mendoza, David Huerta, Humberto Musacchio, Enzia Verduchi, junto con Alejandro Varas, que ha puesto a servicio de esta movilización, la infraestructura de la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de septiembre: camión, sonido, estilo.
Abascal para crítico literario
Editores como Marisol Schultz y Marcela González Durán, de Alfaguara; Fernando Trillas de la editorial que lleva su apellido, Fernándo Valdés de Plaza y Valdés, quien al final confesaría que al menos sacó para la comida en venta de sus libros, unos 500 pesos. La estrella de la lectura, sin embargo fue Aura, de Carlos Fuentes, de Editorial Era, la misma del escándalo de la maestra Georgina Rábago, quien no llegó a leer el fragmento que molestó a Carlos Abascal, el secretario del Trabajo.
El evento parece no prender con un roquero que, cuentan, acababa de encuerarse y que en la cinta de su sombrero, porque volvió a vestirse, se puede leer: Samantha Fox. Huerta lee algo sobre los gatos, mientras Trillas se entrevista con Canal 22 y circula entre los oradores la consigna: los escritores piden que Abascal se convierta en crítico literario, por el amor de Dios. Aun así la fiesta no amarra.
Movilización. Alguien dice que es Georgina, pero no, es Felipe Calderón Hinojosa, y sube al templete y Varas le quita el libro que trae para leer, y le pone en las manos ése que empieza:
''Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a tía, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato...''
Calderón Hinojosa baja y declara: ''Nos comprometemos estudiar a fondo la iniciativa de Ley del Impuesto al Valor Agregado, conscientes de la sensibilidad que ha causado el tema del libro''.
Tomás Faesler mira el título del libro que Verduchi le pone en la mano: La balada de la cárcel de Reading, de Oscar Wilde, y pone cara de yo no soy de ésos, pero a insistencia de la editora empieza la lectura de un fragmento del libro, que a desconocimiento del diputado no está inspirado en ninguna experiencia homosexual del escritor, sino en la historia de un soldado de caballería que mata a su mujer por celos, relato que conoció cuando estuvo en la cárcel.
''Yo no sé si las leyes están bien/ o si estarán mal. Todo lo que sabemos los reclusos/ es que el muro es muy fuerte,/ y que cada día es como un año,/ un año cuyos días son muy largos'' se oyó por los altavoces del mitin, era Wilde, en voz de un diputado panista, a las afueras del protagonismo que tanto se respira en los pasillos del Palacio Legislativo, donde muchos caminan como si fueran directo a salvar al país, o como si vinieran de ello.
''México necesita lectores''
Y la fila de diputados se hace. Desfilan los siguientes legisladores, hasta casi terminar el libro Aura, otros con otras lecturas: Martí Batres, Alberto Anaya del Partido de Trabajo; Juan Alcocer, Celita Alamilla y Jorge Lara del Partido Acción Nacional, este último al parecer el único de ese instituto político que firmó la carta de rechazo al IVA, que otros 18 diputados del resto de los partidos firmaron.
También del PRD: Miguel Bortolini, Alfredo Hernández Raigosa, Genoveva Domínguez, Miroslava García, Daniel Esteban Martínez y Elías Martínez, secretario de la Comisión de Cultura. Estuvo asimismo el presidente de la misma José Manuel Correa, de filiación priísta, así como Jorge Lavalle y Florentino Castro.
Se supo de Felipe y de los llamados que le hacía esa misteriosa fuerza femenina, que envejece de sabiduría y revitaliza de pasión.
Y atrás del templete la manta con el eslogan oficial ''México necesita lectores ¡No al IVA a libros!'', junto a carteles que recuerdan lo cercano que se está de sistemas de vida autoritarios, cuando los libros son un estorbo.
Por un momento se dan cita Fuentes, el imaginario que ha violentado la imagen pública de Abascal, e incluso la ausencia de Georgina Rábago parecería una mejor manera de estar presente, porque entonces sigue con su estampa irreal, su voz casi infantil que se ha repetido por canales de televisión, por estaciones de radio, como en la foto que la dio a conocer el lunes en la contraportada de este diario.
Y nadie quiere estar fuera de esa cita, por un instante, los diputados salen de sus curules, se asolean, leen, hacen fila, se dejan fotografiar, porque por esa suerte de coincidencia que hace la historia, no leer parece un pecado, o por lo menos un mal gusto, no estar a la moda.
Frente al templete libros de Grijalbo, Ediciones UníoS, de Goliardos, Plaza y Valdés, Acrono, Era, Crónicas y Leyendas. Orgullosamente uno de los títulos de German List Arzubide, Práctica de Educación Irreligiosa, de Ediciones UníoS, con prólogo de Eduardo Deschamps, tiene en su portada: ''Libro condenado por el Index Vaticano en 1936'', en referencia a esa lista que hasta 1966 publicaba el Vaticano de libros cuya lectura estaba prohibida.
Informa la solapa: ''Este libro formó parte de las campañas que dieron como fruto la elaboración del artículo 3º constitucional, que postuló una educación mexicana laica, gratuita y socialista en 1934. En 1936 Germán List Arzubide fue imprecado por este libro en el Index Vaticano''.
La herencia por un cacahuate
El evento tiene un aura de acto público de político, los diputados entran al recinto y los ánimos decaen. Se entra para entregar oficialmente la carta. Para algunos en la ''comisión'', de decena y media de personas, entre periodistas y ''lectores'', como prefieren llamarse, es la primera vez en la Cámara y como tantos visitantes padecen el vértigo, que los más avezados rompen con un apretón al brazo acompañado de un ''por acá''.
En el salón sur, se corre la voz: ''Vienen los diputados'', una espontánea lee poemas, se hace llamar Maya. David Huerta recita a Francisco de Quevedo cuando evoca el acto de leer. Llegan los legisladores, algunos estaban afuera, y otros más, incluso el legislador Luis Pazos para quien ''debe defenderse el derecho a la lectura, hasta de mis libros'', pero quien exonera a Abascal y recuerda que Carlos Monsiváis no lo quiere. Por los diputados recibe Batres, afuera casi está muerto el ambiente que viene a resucitar una subasta, o mejor, una contrasubasta, porque en un acto público de respuesta a las opiniones de Jorge G. Castañeda sobre esta lucha, que parece se va a ganar, se ofrece lo menos que se pueda por su libro La herencia. Gana Agustín Ramírez, se lo lleva a cambio de un cacahuate. Los templetes comienzan a levantarse.