DOMINGO Ť 22 Ť ABRIL Ť 2001
PAGINA 9
Lourdes Galaz
Desde Quebec
Secuestran a periodistas en la Cumbre de las Américas El ALCA, a expensas del Senado de Estados Unidos Los quebequenses sobreviven al estado de sitio
Bajo estrictas medidas de seguridad, este fin de semana los presidentes de 34 países de todo el continente -con excepción de Cuba- se reunieron en Quebec. Hace unos 15 años (1985) esa ciudad fue declarada por la Unesco joya del patrimonio mundial. Ahora, precisamente para la Cumbre de las Américas, Quebec fue convertida en toda una fortaleza. El pueblo quebequense, educado, amable y hospitalario como ninguno en el planeta, vivió tres días en estado de sitio. Antes se atemorizó y protestó cuando su elegante y pacífica villa fue acordonada por fuertes operativos de seguridad... El gobierno canadiense del primer ministro Jean Chrétien evitó correr riesgo alguno, y no escatimó en gastos de seguridad. Siguiendo la antigua muralla levantada hace cuatro siglos por los franceses fundadores de la ciudad para evitar los ataques de los bárbaros del norte europeo, los cuerpos de seguridad colocaron una kilométrica barrera de alambrada y cemento de cuatro metros de altura para rodear el casco antiguo de Quebec. La medida de protección obligó a los residentes y trabajadores del centro de la villa a usar pases especiales sellados por la policía para entrar a la zona acordonada. Sin esos pases, con fotografías y marcas electrónicas para evitar la falsificación, que también se entregaron a los más de 2 mil periodistas acreditados para informar sobre la Cumbre de las Américas, no era posible penetrar en un perímetro de 4.5 kilómetros donde el anfitrión de la reunión, el premier Chrétien, recibió desde el viernes a los otros 33 jefes de Estado.
Miles y miles (la policía reportó unos 10 mil) de activistas de todas las regiones del continente también llegaron a Quebec a una reunión paralela a la de los mandatarios, la Cumbre de los Pueblos de América, que exigió hacer públicas las negociaciones y los acuerdos para la creación del ALCA. Obviamente, los activistas no contaron con la acreditación oficial que les permitiera traspasar la barricada fuertemente custodiada por los cuerpos de seguridad. Para impedirlo, la policía recibió un intenso entrenamiento que incluyó desde técnicas de artes marciales hasta clases de psicología, sociología y derechos civiles de los manifestantes. En Canadá, como en todas las naciones que gobiernan los mandatarios reunidos en Quebec, el derecho a la manifestación y la libre expresión está amparado por la leyes de sus países y por convenios internacionales suscritos por los Estados. Cientos, miles de manifestantes, en su mayoría jóvenes de universidades canadienses y de Estados Unidos, echaron abajo las barricadas de la policía y, aunque fueron reprimidos con granadas de gases lacrimógenos, llegaron hasta unos 300 metros de la cumbre de los 34 jefes de gobierno. Las protestas callejeras obligaron a retrasar casi un par de horas la ceremonia oficial de apertura del encuentro. Y con todo y el fuerte aparato de seguridad, los activistas distrajeron dos días la atención de los mandatarios. Algunos (los menos) lo advirtieron en sus discursos. Otros, off the record, declararon a los periodistas su sorpresa por una colorida y alegre Marcha de los Pueblos, que igual mostró un activismo imaginativo, desesperado y hasta violento de los oposit ores al imperio de las empresa y del capital trasnacional en la aldea global que vivimos.
Los corresponsales y enviados especiales de los medios de todo el continente para cubrir la primera Cumbre de las Américas en el tercer milenio no tuvieron acceso a las reuniones del encuentro. Tampoco a los documentos oficiales, mucho menos a los acuerdos bilaterales o continentales a que, muy seguramente, llegaron los mandatarios. El nutrido grupo de reporteros, que en buena parte de los casos viajó todo un día y hasta atravesó el continente, se integró en una gran manada que fue encerrada en un gran salón de prensa, con monitores de televisión, computadoras conectadas a Internet, instalaciones especiales y equipo para los medios electrónicos, y otros servicios como lockers para guardar los abrigos y computadoras personales, hasta un comedor con variados menúes en operación durante 10 horas al día. Y todo sin costo alguno. El gobierno del anfitrión Chrétien logró una organización eficaz para que la gente de los medios la pasara bien, sin moverse de la sala de prensa en el Centro de Convenciones.
El control de los cuerpos de seguridad también alcanzó a los corresponsales y enviados especiales. El acceso a las reuniones de la cumbre se prohibió. También la entrada a todos los hoteles del perímetro de 4.5 kilómetros donde se hospedaron los jefes de gobierno y sus delegaciones. Además, cuando los grupos de manifestantes alcanzaron a llegar a los alrededores de la sede del magno suceso, los periodistas quedaron literalmente secuestrados dentro del salón de la prensa. A quienes alcanzaban a salir para presenciar los disturbios o aquellos reporteros que regresaban de hacer la cobertura de los trabajos del encuentro de los líderes sociales y activistas contra el ALCA -a tres kilómetros del área restringida por los cuerpos de seguridad- se les impedía el acceso al centro de convenciones. Algunos sufrieron leves intoxicaciones con los gases tóxicos que lanzó la policía a los manifestantes. Los más llegaron a la protesta contra los encargados de la seguridad que, alterados y nerviosos por los disturbios, desconocieron las acreditaciones oficiales de prensa... Y contrariamente a lo que ocurre en otras reuniones de este tipo, en la Cumbre de las Américas la información documental no estuvo disponible, ni siquiera en Internet. Se hace la referencia porque en reuniones de interés global como las del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional los documentos de trabajo están disponibles hasta 15 días antes, aunque se etiquetan como "embargados". Esta vez, los presidentes que viajaron con su staff de prensa y la "fuente" que cubre sus actividades, como el mexicano Vicente Fox o el venezolano Hugo Chávez y, por supuesto, George W. Bush, manejaron con los medios los documentos de interés, en tiempo y forma.
En sus mantas y pancartas, con consignas y a gritos, los activistas en la Marcha de los Pueblos de América demandaron democracia. Claro, no con el mismo sentido que la democracia que postulan los jefes de gobierno. En las calles se exige que las negociaciones y los acuerdos del tratado continental para el libre comercio sean transparentes, que se hagan públicos. En las democracias imperantes en el continente y en el mundo entero, las versiones de los hechos que difunden los medios son las que ofrecen los gobiernos y las imponen sin que el ciudadano tenga la posibilidad de contrastar o constatar su veracidad. Y es que si en la dictadura opera la censura, en la democracia funciona la manipulación desde el poder... En fin, los jefes de gobierno se citaron en Quebec para concertar una área de libre comercio desde Alaska hasta la Patagonia. Y se informa que sólo firmaron un acuerdo político con una "cláusula democrática". El principal promotor del ALCA, el presidente Bush, por supuesto, no tiene facultades, ni el mandato del Congreso de su país, para concertar acuerdo alguno sin la sanción de los legisladores. Y en Quebec el legislador Charles Grassley, que preside el Comité de Finanzas del Senado, confirmó que si Bush no logra el voto del Congreso antes de octubre, el ALCA quedaría en veremos hasta el año 2003.
EN 3 TIEMPOS
bush y su comparsa fox en la cumbre
internet para comunicar al continente
jarque, todo un tecnoburocrata del bid
FELIZ SE VIO Vicente Fox cuando su amigo el texano George Bush lo invitó a subirse a su blindadísima limusina. Salieron juntos de una reunión y el de Washington tomó del brazo al mexicano y se subieron al vehículo para trasladarse al almuerzo privado al que asistirían los 34 jefes de gobierno que asisten a la cumbre. Todavía más, le cuento que Bush hasta bromeó con los periodistas de la fuente de Los Pinos. De refilón, Bush comentó en voz alta que en la primera cena oficial que ofrezca en la Casa Blanca, su invitado especial será su cuate Fox. El otro vecino, Jean Chrétien, de Canadá, displicente diría al de al lado, "en el comedor de la Casa Blanca... se come bien".
MAS QUE OTROS JEFES de gobierno, el primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, insistió con sus colegas en la urgencia de intercomunicar a los pueblos del continente. Más aun, habló de la urgencia de que cada vez un mayor número de hogares cuente con Internet. En América Latina, 8.5 millones de personas tienen acceso a Internet y de ellas las dos terceras partes viven en Brasil, México y Argentina. Claro, sería mejor que los hogares latinoamericanos tuvieran primero agua potable y otros servicios básicos, respondería a Chrétien el brasileño Fernando Henrique Cardoso, con todo y que en su país desde 1995 existe un Centro para la Democratización de la Computación, que opera con tal éxito que ya lo copió el BID para financiar proyectos similares en otras naciones, como México, por ejemplo. Estadísticas del sector privado muestran que sólo cinco de cada 100 mexicanos cuentan con una computadora, y dos de cada 100 tienen acceso a Internet...
POR LOS PASILLOS del Centro de Convenciones de Quebec apareció el ex secretario de Desarrollo Social, Carlos Jarque. Está más delgado, y convertido en todo un tecnoburócrata del Banco Interamericano de Desarrollo. Nada quiso comentar de la renuncia que recién presentó Antonio Puig a la dirección del INEGI, alma mater de Jarque, y también de Pedro Aspe. Cuentan que Puig prefirió buscar otros rumbos por desacuerdos sobre el padrón de pobres con la sustituta de Jarque, Josefina Vázquez Mota. Y es que los pobres aumentan día con día. Para el 2050, la población mundial crecerá en 50 por ciento, al pasar de 6 mil 100 millones a 9 mil 300 millones de individuos, según las últimas perspectivas demográficas de la ONU. La población de los 48 países más pobres del mundo se triplicará en el próximo medio siglo... y 50 años no es nada.
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