DOMINGO Ť 22 Ť ABRIL Ť 2001

Bárbara Jacobs

Qué dice un libro

Todos los que leemos, sin duda nos esforzamos por averiguar y comprender lo que quiso decir el autor que leemos, y cuando lo creemos veraz, no nos atrevemos a afirmar que haya dicho nada de lo que entendemos o creemos que sea falso. Estoy de acuerdo. Pero, Ƒa quién estoy citando y cuándo lo dijo? Leer es muy difícil. A veces me pregunto si siquiera es posible llegar a entender lo que se lee, entenderlo bien. Y lo digo aun respecto de los libros a cuyo autor podríamos increpar con la pregunta de qué quiso decir en tal libro o en uno u otro de sus pasajes, qué quiso decir de veras. Hablo por igual de libros de ficción como de no ficción, en prosa o en verso.

A veces pienso que sólo un ejercicio como el de la traducción te lleva a saber si realmente entiendes lo que lees, pues, para pasarlo a otra lengua, tienes que saber con veracidad qué dice un libro. Esto, sin meternos en lo comprometido que es pretender juzgar un libro, ya sea por lo que dice o, más arduo aún, por la manera en cómo lo dice. O, Ƒqué hace que un libro sea mejor que otro; o qué, precisamente qué, diferencia a uno de otro de un mismo género? La lectura capaz de hacer resaltar la gracia particular de un libro es la más intrincada de todas. Es que leer es una de las tareas más laboriosas que conozco; quiero decir, leer bien. Pone en juego todo el organismo del lector, sus cinco sentidos además de su mente y su espíritu; hasta el estómago responde a una lectura que se hace como debe hacerse, esto es, una buena lectura.

A mí me costó mucho trabajo aprender a leer. Leer en voz alta me hacía más tartamuda de lo que era. Quería a toda costa aprender a leer, pero mi deseo no era fácilmente cumplible. Se me presentaban infinidad de obstáculos a la hora de leer, a pesar del gran deseo que tenía de alcanzar la meta incluso con las dificultades que implicaba lograrlo. Mi interior solía estar ocupado en múltiples temas y asuntos, y no se dejaba distraer por nada que solicitara su atención. ƑCómo despojarme de ese ajetreo interno por lo menos mientras procuraba aprender a leer?

Cuando finalmente aprendí, me di cuenta de que ésa era exactamente una de las ventajas de la lectura, que, en tanto que el lector se entregaba a ella, lo demás de su vida interior y exterior, pasaba a un segundo plano. Este aislamiento en el que la lectura nos introduce es, en efecto, uno de sus mayores atractivos, aunque, por supuesto, de igual modo es uno de sus peligros más determinantes; implícitamente, en este sentido leer es motivo de terror para lectores potenciales que temen que, al entregarse a la lectura, ahí se queden; que la lectura no sólo los aísle temporalmente de sí mismos y de su entorno, sino que los atrape y se los lleve. ƑY cómo invitarlos entonces a leer, cuando leer es releer?

A juzgar por mí, el futuro de la lectura es la relectura. Sin la relectura, la lectura es como si no existiera. Si no releo en los sucesivos presentes cuanto he leído en los sucesivos pasados, no sabría siquiera que leí. Por fin terminas tu primera lectura de En busca del tiempo perdido, y no falta quien te pregunte que te pareció lo de la "Magdalena". Ante la estupefacción en la que te deja la pregunta, sabes que para contestarla no te queda sino emprender la relectura. "Todos los que leemos, sin duda nos esforzamos por averiguar y comprender lo que quiso decir el autor que leemos, y cuando lo creemos veraz, no nos atrevemos a afirmar que haya dicho nada de lo que entendemos o creemos que sea falso", según citaba yo al principio de estas líneas. Dije que es lo que sostengo. Sustenta la idea de que leer es releer. Si es dificultoso leer, o si da miedo; es decir, leer bien, o saber qué leíste y por qué te parece bueno o malo, es claro que releer es más trabajoso, pero, asimismo, más necesario, más placentero y aun más verdadero.

Las palabras que he citado son de San Agustín, y han contado con dieciséis siglos de lecturas y relecturas. Que parezcan actuales es lo que define que sean clásicas. Clásicos son, por cierto, los que se prestan a la relectura, que es, como digo, el futuro de la lectura que siempre es actual.