DOMINGO Ť 22 Ť ABRIL Ť 2001
Carlos Bonfil
Loco fin de semana
Los peores enemigos de algunas cintas suelen ser sus propios promotores. Wonder boys, una película realmente notable del estadunidense Curtis Hanson (Los ángeles al desnudo, 1997), recibe en español un título digno de la comedia juvenil más intrascendente: Loco fin de semana El cálculo mercadotécnico detrás de ese título bien puede resultar contraproducente y tener como efecto inmediato alejar de las salas a su público ideal, a ese mismo público cuya inteligencia menosprecian cada semana muchas distribuidoras.
Wonder boys se estrena una semana después de Descubriendo a Forrester, de Gus Van Sant, y la presencia de ambas cintas en la cartelera ofrece un curioso paralelismo. El guionista Steve Cloves (Los fabulosos hermanos Baker, 1989) elabora, a partir de una novela de Michael Chabon, el doble retrato de un maestro de literatura, Graddy Tripp (Michael Douglas, excelente), como novelista de inspiración suspendida, y su mejor alumno, James Leer (Tobey Maguire -el Homer Wells de Las reglas de la vida-), talento muy precoz, admirador de Truman Capote, y como él, wonder boy, niño prodigio, revelación literaria.
La acción transcurre en una pequeña universidad de Pittsburgh durante un festival literario, en un clima de intrigas académicas donde se suceden, de modo hilarante, el adulterio entre docentes, el síndrome de Lolita, las agresiones de un perro ciego, la adicción de Graddy Tripp a la marihuana, el fetichismo por la ropa de Marilyn Monroe, y la imposible conclusión de una novela in progress de más de dos mil páginas. El tono de comedia, tan contenido en Forrester, tan agobiado allí por la solemnidad, brilla de modo irresistible en Wonder boys. La reflexión moral no deja por ello de tener igual o mayor sustancia en esta segunda cinta. Algo más. Para quienes apreciaron en Los ángeles al desnudo (L.A. Confidential) las atmósferas nocturnas capturadas por la lente de Dante Spinotti, la fotografía también aquí es suya y su sugerencia plástica igualmente cautivadora. La lluvia, la nieve, el entrecruzamiento de personajes, los destinos contrariados, las situaciones absurdas, un perro muerto como referencia obsesiva, las culpas y los temores, las inclemencias de la edad madura, la frustración literaria... con todo esto, el realizador Curtis Hanson parece entrar de lleno al mundo de Robert Altman, con una ventaja sin embargo: su paciencia para escudriñar a cada personaje por encima del fresco social ambicioso; aquí, el mundo académico. Véase la elegancia e ironía con que muestra la desinhibición sexual de un personaje tan ambiguo y seductor como el editor Terry Crabtree (Robert Downey Jr.), o el culto del joven Leer a la mentira y, como complemento, a la trivia fílmica, reflejo exacto de la cinefilia del director que multiplica en la pantalla clichés y referencias; véase también la historia sentimental de los quincuagenarios Tripp y Sarah, esta última, "fanática de la letra impresa" (Frances McDormand como hermana espiritual de una Lily Tomlin altmaniana). El mundo académico, los encuentros y desencuentros generacionales, la creación artística como variante de la elevación espiritual, las relaciones platónicas y el relevo de entusiasmos, todo esto ha sido capturado ya en el cine, desde el clásico Odio que fue amor (The Browning versión de Asquith, 1951) hasta La sociedad de los poetas muertos (Weir, 1989), por citar sólo dos ejemplos A esta tradición Wonder Boys añade desparpajo e ironía, ausencia de moralinas abascalianas, un guión sobresaliente y actuaciones de primer orden. Ofrece en definitiva algo mucho más interesante que un "loco fin de semana".