Espejo en Estados Unidos
México, D.F. domingo 22 de abril de 2001
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Editorial
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ALCA: UNA MARCHA DIFICIL

SOLEl presidente George W. Bush marcó lo que, según él, han de ser los plazos y los ritmos para la aprobación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) al expresar que espera que el Congreso de su país autorice la vía rápida para la negociación que espera concluir antes de fin de año con todos los países de la región, sea mediante la aprobación colectiva del proyecto, sea mediante la promoción de acuerdos bilaterales de libre comercio, como el que establecerá con Chile. 

Pero los plazos del presidente Bush no son los mismos que anticipan Fernando Henrique Cardoso, presidente del país más poblado y estratégico de América Latina, ni el venezolano Hugo Chávez, quien espera ser el eslabón para la unión entre el Pacto Andino y el Mercosur. 

El primer mandatario brasileño, por ejemplo, antes de ir a Quebec se reunió con el presidente chino (quien promovía solidaridad con su país en el conflicto que el mismo mantiene con Estados Unidos) y auspició un nuevo orden mundial "sin arrogancia ni imposiciones", en clara referencia a la musculosa diplomacia de Washington. 

Cardoso, además, declaró que su país no aceptaría el ALCA a menos que Estados Unidos dejase de subsidiar su agricultura y de poner barreras no aduaneras a productos que son muy importantes para Brasil, cosas ambas que son muy difíciles de concretizar sobre todo en un plazo de sólo meses. 

En cuanto al venezolano, recordó que según la Constitución de su país toda ley importante debe ser aprobada por un plebiscito popular, estimó que el plazo para que el ALCA entre en vigencia (2005) es demasiado estrecho y postuló el ingreso de Venezuela en el Mercosur, que el ALCA haría inútil.

Ante la imposibilidad de lograr acuerdos políticos generales (como querría Estados Unidos) se prefirió establecer una no muy definida cláusula democrática --con clara dedicatoria hoy, a Cuba, y mañana a quien salga de las filas-- que impediría participar en el ALCA a los países que fuesen declarados no democráticos (¿quién otorgará la etiqueta de garantía? ¿ con cuáles límites y criterios? ¿no será un nuevo proceso de certificación como en el caso de las drogas?). 

Se optó igualmente por circunscribir todos los esfuerzos comunes a la liberalización del comercio, en general, dejando para después la discusión de subsidios, tipos de dumping, transgénicos, contaminación, patentes, educación (sobre la cual el presidente Bush presentó la idea de que EU cree "centros académicos de excelencia" que harían pensar en la homogeneización de los programas y de los cuadros según el modelo privatista y en crisis que impera en su país). 

La reducción, por motivos tácticos y por realismo, de lo que podría ser aprobado en Québec es en sí misma una demostración de las resistencias que se oponen y que se opondrán a un plan que Washington pretende hacer aprobar a tambor batiente. Dichas resistencias, por otra parte, no provendrán sólo del continente. La Unión Europea, por ejemplo, está acelerando la negociación de su acuerdo de libre vomercio con Chile y llama a toda América Latina --en particular al Mercosur-- a reforzar los lazos entre los países latinoamericanos y la organización con sede en Bruselas, y al mismo tiempo impone normas más rígidas y mayores controles a los países europeos que desean incorporarse a la UE, para "blindar" mejor la "fortaleza Europa" en su competencia con Washington y cerrar el camino a Estados Unidos tanto en Turquía como en Europa Oriental. 

Con la reunión de Quebec, por consiguiente, vemos sólo la primera de las grandes escaramuzas de una batalla que parece será prolongada y dura.
 

 

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