LUNES Ť 23 Ť ABRIL Ť 2001

Ť Héctor Tamayo

La crisis fiscal mexicana

Vivimos en el filo de la navaja. Como resultado del lento crecimiento de la economía y el comercio mundiales en las últimas dos décadas, de la destrucción de puestos de trabajo en número mayor que su creación; de la disminución de los ingresos reales de los que conservan su empleo, del crecimiento desmesurado de los ingresos de una minoría cada vez más reducida, de los frecuentes trastornos monetarios y financieros derivados de las desregulaciones al capital financiero, especulativo y rentista, nuestro futuro aparece, por decir lo menos, sumamente incierto.

Los rasgos anteriores son consecuencia de un nuevo patrón de acumulación mundial. El capital altamente centralizado se desentiende de cualquier responsabilidad por el uso indiscriminado de la nueva tecnología en la búsqueda de la mayor ganancia. Al aumento de la tasa de explotación derivada del doble efecto de la mayor productividad y de la reducción salarial, se suma la política fiscal neoliberal como mecanismo adicional de transferencia de valores en beneficio del capital.

Con una recaudación menor, el Estado debe cumplir con las tareas tradicionales de administración y oferta de servicios, pagar el seguro de desempleo en los países desarrollados, o bien nuestros tristes y clientelares programas de combate a la pobreza. Por si fuera poco, debe cubrir el servicio de la creciente deuda interna y externa que ha contratado con ese mismo capital financiero que lo rebasa y condiciona. šMenuda tarea!

Bajo estas condiciones, el déficit aparece de manera obligada. En la crisis fiscal mexicana no será posible encontrar la cuadratura al círculo si no se rompe, aunque sea parcialmente, con el fundamentalismo neoliberal. El panorama no es halagüeño: la economía crecerá a un ritmo mucho menor que lo anunciado irresponsablemente en diciembre y, por tanto, tendremos menos recaudación en todos los rubros. Los precios del petróleo también serán menores a lo anunciado y la sagrada vaca lechera para el fisco, que es Pemex, aportará mucho menos que el año pasado.

La destrucción de puestos de trabajo será mayor que su creación y los salarios reales serán menores. La recaudación disminuirá por partida doble: menos ocupados y peor pagados. El impuesto sobre la renta a los ingresos mayores se reducirá de 40 a 32 por ciento, mientras las ganancias especulativas permanecerán intocables.

ƑQué nos queda, entonces? Nada mejor se les pudo ocurrir a los "nuevos" gobernantes que eliminar la tasa cero del IVA a medicinas y alimentos y homologar todas las tasas. Las piruetas y simulaciones comenzaron el mismo día de la toma de posesión. El secretario de Hacienda envió en diciembre al Congreso las leyes sobre finanzas públicas que consideraban un déficit de 0.50 por ciento del PIB. Después el señor Gil se molestó porque los diputados elevaron el déficit a 0.64 por ciento, para incrementar en 31 mil millones de pesos el gasto social.

Pero, šoh sorpresa!, hacia fines de marzo, la nueva ley fiscal enviada al Congreso nos reveló que el déficit sería en realidad de 3.5 por ciento del PIB, šsiete veces superior a lo que el señor Gil consideró tres meses antes! ƑNo calculó bien el señor Gil los efectos que la recesión de la economía estadunidense y la caída de los precios del petróleo tendrían sobre la economía y las finanzas públicas mexicanas? No es fácil creer que así haya sido. Simplemente nos engañó. La nueva ley fiscal sí tiene como objetivo reducir el déficit y pagar deuda.

Ante la previsible caída de la recaudación fiscal, la pregunta obligada era y es: Ƒcómo responder al enorme peso de la deuda externa sin acudir al fácil expediente de cobrar 15 por ciento más de IVA a los pobres? ƑCómo justificar, en particular, que con el dinero de los pobres se paguen las cuentas Fobaproa-IPAB que se mueven en el terreno fangoso y ambiguo de la ilegalidad, la corrupción y la impunidad? ƑCómo olvidar que no se han investigado los posibles ilícitos cometidos ni se ha procurado la mayor recuperación de valores y activos que pasaron de un bolsillo a otro de no pocos empresarios y banqueros, entre ellos, los más poderosos del país?

El señor Fox llama mentirosos a sus críticos y señala que su reforma fiscal no atenta contra la economía de los pobres. Hay estudios calificados y documentados que sostienen lo contrario. Mientras no los refute con argumentos y razones, sus exabruptos y descalificaciones se volverán contra él mismo. Muchas cosas más tendremos para comentar en las próximas semanas. Apenas estamos en el round de sombra