LUNES Ť 23 Ť ABRIL Ť 2001
José Cueli
José Tomás, misterio que se escapa
A la caída de la tarde sevillana los cabales contemplativos, llegaron al éxtasis, por la intensidad del torear de José Tomás, caricia en el espíritu. Pinceladas que realzaban la suavidad de sus muñecas privilegiadas al tejer misterio. Una muestra del toreo auténtico que barrió a los pegapases a borregos amaestrados de caramelo, en la primera corrida de la feria sevillana, lances que quedaron grabados en la mente de los aficionados. José Tomás en estado de trance constituyó lo espontáneo del inicio de la temporada española.
José Tomás se convirtió en el gran maestro de estética torera al despojar al toreo por el representado de toda significación sensualista, para dejar a su pase natural de terciopelo expresar la emoción de su duende torero que es encantamiento puro, al sugestionar a quienes embelesados lo percibieron, transportados a la vida espiritual. Sin otro placer que el recuerdo que les dejaron esos pases naturales en los que meció al torillo sobre el ruedo amanzanillado de Sevilla.
El torero dejaba ir a su sabor al toro y medio adormilado y ensoñador, creaba poesía torera infinita, inenarrable, que rasgaba el aire y generaba leves ondas en la televisión, recreándose en su propia visión, bordeado por los balcones espléndidos de la plaza maestrense y sus enredaderas y suaves murmullos y la magia de esa ciudad sagrada, que parece quebrarse cuando alzan el vuelo su bandada de palomas, como se quebró su capote en escalofriantes chicuelinas al estilo mexicano.
Curro Romero se fue de los toros y dio paso a José Tomás, espontaneidad que es poesía en los ruedos, espacios limitados o sin fin, sin sentido, sólo lento bamboleo del capote y temblor lívido en los giros, infinita expresión de laxitud y abandono que hace del torear un juego sonriente y amable, lleno del misterio del tiempo que se va...
En José Tomás el toreo es arte, no producción de pases a destajo. El torear es flojera infinita, desmadejamiento convaleciente, desmayo de brazos en línea con la holgazanería que le heredaron Curro Romero y Rafael de Paula, los señores del "pellizco", y que él expresa tarde a tarde con un toreo auténtico.