Lunes en la Ciencia, 23 de abril del 2001



 

Ramón Andrés López y Juan Meraz

Los libros en tiempos del IVA

En estos tiempos de la multicitada y con absoluto cinismo llamada "nueva hacienda pública distributiva'', un hecho que debiera preocuparnos son las declaraciones que tanto el secretario de Educación, como el director del Conacyt han vertido respecto a la propuesta de aplicar el IVA a libros (La Jornada, 4 de abril del 2001).

maiz-2-agua Por un lado, el secretario de Educación ha dado a entender que el libro no es sino mero material de consulta, y que con el dinero recaudado llenarán de libros las bibliotecas distribuidas en el país; adicionalmente, ha mencionado que tal alza no es un hecho "tan" preocupante, ya que la mayoría de los libros producidos en México son de texto y además gratuitos. Es cierto que una de las funciones de los libros es ser material de consulta. Sin embargo, pensar que se trata de la única función, es una barbaridad. Adicionalmente, el pensar que "toda" la educación que necesitamos se encuentra en los libros de texto gratuitos, es un total desatino.

Por su parte, el titular del Conacyt piensa que aplicar el gravamen a libros no afectaría a la investigación científica, ya que la solución estaría en utilizar el internet como fuente de información, lo cual es un error.

En ambos casos, las declaraciones, creemos, no son otra cosa sino señal del desdén que tales varones profesan por la educación, la ciencia y la cultura del país.

Tal vez sería bueno recordarles a ambos funcionarios que para una parte importante de la población, y sobre todo para muchos de los que tenemos que ver con educación y ciencia, los libros no son sólo material de consulta, y ciertamente se trata de artículos que debieran estar en nuestra canasta básica. Los libros funcionan como compañeros, son inductores de viajes, nos enseñan a hablar, pensar y escribir de manera adecuada, nos permiten saber que existen las diferencias y a respetarlas, en resumen: šson más que un diccionario!

Pensar que el internet es la solución al problema del gravamen de los libros, carece de sentido común en un país donde la población con acceso a este sistema es una minoría. Ello hace de ésta una alternativa elitista, eliminando de tajo la posibilidad de que los marginados tengan acceso a la palabra escrita.

Independientemente de lo anterior, es necesario reconocer que al menos en el área de la ciencia, existen varias publicaciones en la red que carecen de calidad, básicamente por falta de evaluación (lo cual hace dudosa la información presentada). Para el caso de la versión online de las publicaciones prestigiadas, el acceso es restringido a miembros o tiene un costo de suscripción.

De entrada, y sin necesidad de un 15 por ciento de IVA, México posee cualidades en materia educativa y cultura, que ciertamente no son envidiables y que haríamos bien en tratar de revertir. Por un lado, poseemos un país con un alto índice de analfabetismo, lo cual promueve la discriminación y con ello la desigualdad social; mientras que por el otro, el promedio de lectura por habitante es uno de los más bajos de entre los países del mismo tipo. Esto último hace preguntarnos: Ƒcuánto se puede recaudar por aplicar impuestos a productos de tan bajo consumo?, Ƒvale la pena? Francamente creemos que de lo que se trata es, precisamente, de lo contrario; bajar los costos de los libros y tener más títulos. No estaría de más incrementar la traducción de textos escritos en otro idioma, como los costosos textos científicos que sólo están publicados en inglés. Con una política de fortalecimiento de la industria editorial se incrementarían las fuentes de empleo, a la vez que se abrirían espacios al mejor de los productos... el conocimiento.

Es una lástima que dos de los encargados de promover el desarrollo educativo y científico del país avalen políticas de este tipo, olvidando la enorme necesidad del mexicano por estar mejor preparado para hacer frente a un mundo altamente competitivo.

Los autores son profesores-investigadores del Instituto de Recursos de la Universidad del Mar, ubicada en Puerto Angel, Oaxaca.

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