JUEVES Ť 26 Ť ABRIL Ť 2001
Orlando Delgado
Metas, pronósticos y mentiras
Desde principios de este año, el panorama económico mostraba importantes complicaciones que hacían difícil que las metas propuestas en el Programa Económico pudieran cumplirse. La razón principal era el desempeño de la economía de Estados Unidos que empezó a experimentar una disminución en su ritmo de crecimiento, pasando de tasas superiores a 4 por ciento, en 1997-1999 y el primer semestre de 2000, a 2.2 en el tercer trimestre de ese año y a uno por ciento en el cuarto; a esto habría que agregar las reducciones observadas en el precio del crudo desde el tercer trimestre del año pasado, confirmadas en el cuarto y que generaban una expectativa pesimista sobre su desempeño.
Con esta información, los analistas coincidían en que alcanzar un crecimiento del producto de 4.5 por ciento resultaba poco probable; los pronósticos de las principales firmas de predicción económica se movían rápidamente hacia 4 por ciento en la primera semana de enero, 3.5 en la segunda y 3 por ciento en la tercera. Estos pronósticos se han ido afinando una vez conocido el desempeño de las principales variables; otro elemento fundamental para ajustar las expectativas está dado por las decisiones de política monetaria que actúan sobre la tasa de interés y a través de ella en el movimiento de los precios.
La evolución de la economía estadunidense, fundamental para valorar las posibilidades de crecimiento mexicano, se ha visto impactada por las decisiones de la Reserva Federal (Fed) que ha disminuido las tasas de fondos federales y las de descuento cuatro veces en el año. Cada reducción responde a la decisión de la autoridad monetaria de evitar que la desaceleración se convierta en recesión: dos veces sorprendió a los agentes que no esperaban acciones de la Fed; en las otras dos intervenciones se llevaron a cabo disminuciones que los mercados esperaban y que habían descontado. La reducción de 200 puntos base, equivalente a dos puntos porcentuales, ha conducido a la desaceleración a tocar fondo en el primer trimestre y a partir del segundo se esperan incrementos que lleven a un crecimiento de 1.5 por ciento para fin de año.
En nuestro país, en cambio, al desempeño que se aleja de la trayectoria deseada --4.5 por ciento de crecimiento como meta-- el Banco de México responde introduciendo un corto adicional en la segunda quincena de enero, cuyo propósito era alinear las expectativas de precios a la meta de 6.5 por ciento. Con esta medida, el planteo de política monetaria fue claramente en contra del crecimiento al incrementar las tasas de interés para todas las operaciones activas vigentes de los bancos. Desde entonces Banxico abandonó la meta de crecimiento, no sólo por el impacto de sus decisiones, sino porque la evolución de las variables centrales muestra una desaceleración mayor a la esperada: los indicadores coincidente como el adelantado la confirman; las exportaciones muestran una caída de 21 por ciento respecto al nivel alcanzado en octubre pasado, explicada por la reducción de las exportaciones manufactureras; el índice de volumen físico de la industria también ha disminuido a los niveles observados en abril de 1999; la formación bruta de capital fijo, por su parte, cayó en enero 5 por ciento respecto al promedio de 2000.
Así las cosas, los pronósticos optimistas sobre el crecimiento probable para este año lo colocan entre 2.3 y 3 por ciento. La reducción del pronóstico del Banco de México a 3 por ciento acepta que "la perspectiva más conservadora es consecuencia de... que un peso fuerte junto con el debilitamiento de la demanda estadunidense han disminuido las exportaciones... mientras que las altas tasas de interés han forzado a los consumidores a controlar sus gastos". En breve, el crecimiento esperado no se logrará por la desaceleración estadunidense, pero tampoco por la política monetaria: el peso fuerte y las altas de interés se deben a los cortos, no son producto del mercado.
Mientras en otros sitios los actores actúan y debido a ello se modifican los pronósticos, en México otro actor que debiera ser importante, si tuviera una política económica que promoviese el crecimiento, declara que el gobierno federal mantiene la meta de 4.5 por ciento, aunque inmediatamente matiza: "a lo más esperar alguna reducción a ese crecimiento a nivel de 4 por ciento", y ya encarrerado declaró que "el salario mínimo en México es cerca de siete dólares al día". Mantener la meta no es muestra de firmeza ni deriva de un pronóstico fundamentado es, como en el monto del salario, simplemente una mentira.