JUEVES Ť 26 ŤABRIL Ť 2001

Ť Recibe hoy el Premio Alfaguara de Novela 2001, en Madrid

Poniatowska, forjadora de una ''astronomía literaria''

Ť La piel del cielo, libro galardonado, ocupa los escaparates en España

Ť El sábado, la periodista mexicana charlará con José Saramago

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 25 de abril. El nombre de Elena Poniatowska, quien este jueves recibe el Premio Alfaguara de Novela 2001, empieza a ser común en librerías, bibliotecas y medios de comunicación de España. El cosmos impregnado a la portada de su reciente novela, La piel del cielo (Alfaguara), se recrea estos días entre escaparates de libros y escritorios de críticos literarios, quienes dieron la bienvenida a la periodista, novelista, poniatowska-elena-jpg ensayista e intelectual mexicana con elogios a su obra, una ''astronomía literaria", y a su activa defensa de las causas sociales más justas, dos ''constelaciones" que se retroalimentan con fulgor creativo.

La nueva novela de Poniatowska fue entregada el año pasado en las oficinas de Editorial Alfaguara, en el contexto de la quinta convocatoria de su premio de novela y en el que participaron 594 autores. Elena, quien adoptó el seudónimo de Dumbo para firmar el relato, fue declarada ganadora del galardón el pasado 6 de marzo, con lo que obtuvo en recompensa a ''su estatura como escritora" la publicación de La piel del cielo en todos los países de lengua española, incluido Estados Unidos, la entrega de una escultura del artista plástico español Martín Chirino y 175 mil dólares. El jurado lo conformaron Antonio Muñoz Molina, Rosa Regás, Germán Castro Caycedo, Omar Prego Gadea, Adriana Ozores, Gonzalo Celorio y Juan Cruz.

''México le duele''

Elena Poniatowska, hija de la mexicana Paula Amor y del polaco descendiente de la nobleza, Jean Poniatowski, nació en París en mayo de 1932, si bien vive en México desde que tenía 9 años, donde ha desarrollado su fértil vocación literaria y su activa defensa de nobles causas sociales porque, como ya señalan algunos críticos que recuerdan a Miguel de Unamuno: ''México le duele".

Periodista, fundadora y articulista de La Jornada, también tiene una extensa obra narrativa que abarca casi todos los géneros: novela, ensayo, crónica, teatro, testimonio y entrevistas, que recogen sus 29 libros escritos hasta ahora, de los cuales algunos ya empiezan a ver la luz en su versión de bolsillo en el mercado editorial español, como es el caso de La Flor de Lis y Lilus Kikus, que distribuirá Plaza & Janés a partir del próximo 5 de mayo.

Además, la escritora mexicana mantendrá este sábado una charla pública con el Nobel de Literatura portugués, José Saramago, quien presentara en el Círculo de Bellas Artes a Elena Poniatowska ante el lector español.

Arturo García Ramo, crítico literario del suplemento cultural del diario ABC, dirigido por el ex director del Instituto Cervantes, Fernando Rodríguez Lafuente, encontró una primera analogía a la obra de Poniatowska en Cosmogonia, de Leopoldo Lugones, pues, a su entender: ''El Universo nocturno y galáctico de La piel del cielo tiene sus correspondencias en la Tierra, porque del mundo que habitamos no se olvida Elena Poniatowska, sino que se ciñe a él, y lo observa, y lo analiza con meticulosidad de astrónomo literario. La contemplación del Universo suscita los enigmas humanos elementales: el fluir del tiempo, el existir y la muerte, el orden y el caos. Esas obsesiones trascendentales se concretan y actualizan en el México contemporáneo. A Elena Poniatowska, como a su personaje, le duele México; le duele el México de los años treinta, cuarenta, cincuenta... hasta el presente.

Tal es el tiempo que abarca la novela y en el que vive el personaje protagonista; símbolo de un cierto modo de ser mexicano que no predominó en esos años. Porque Lorenzo, el protagonista rechaza con profunda aversión el México triunfante, el del éxito económico individual que origina el síndrome vedete, frente al crecimiento sostenido y equilibrado del conjunto del país; y señala como principales lacras de su nación ''la retórica, la demagogia y la falta de reciedumbre", pero primordialmente ''el hambre" y ''la falta de educación".

Integrar ideas y sentires

García Ramo, que pormenoriza los títulos más emblemáticos de la escritora mexicana (La noche de Tlatelolco, Nada nadie, Octavio Paz. Las palabras del árbol y Tinísima, entre otros), hace la siguiente exégesis del mundo fantástico y real de La piel del cielo: ''La fábula de Poniatowska parece decirnos: no es posible construirse un mundo intelectual hermético, ajeno a los sentimientos, a la intuición, a lo humano. El camino que se propone para el México futuro apuesta por no excluir nada: hay que integrar pensamiento y sentimiento. El México del futuro, el que unamunianamente nos duele, debe contar también con su propio pasado, aquel en el que reconoce sus señas de identidad, porque no hay futuro sin pasado".

El crítico español concluye que uno de los personajes de La piel del cielo asegura que ''la literatura es una gran mentira pero bien contada". Por la precisión con que Poniatowska ha referido nuestro tiempo y por su compromiso con la realidad ha sido caracterizada su literatura como testimonial. Si su novela es una gran mentira, acaba pareciéndose mucho a la realidad. Como en la Cosmogonía de Leopoldo Lugones, su personaje Lorenzo de Tena parece transparentarse para formar por correspondencia el mapa estelar de un país que ella sabe en movimiento perpetuo. Ese país es la verdad de su mentira, con permiso de Mario Vargas Llosa".

Literatura testimonial

En su artículo ''El cielo del mundo'', el prestigioso crítico de literatura del diario El País y miembro del jurado en el Premio Cervantes, Miguel García-Posada, apunta que Poniatowska ''encarna de manera excelente, con Carlos Monsiváis, la representación de la literatura testimonial de México en los últimos 30 años", ya que es ''una reportera nata y este reporterismo es visible en toda su escritura y, desde luego, en la obra que ahora se publica, La piel del cielo".

Según este crítico, Poniatowska es ''heredera" del nuevo periodismo de Norteamérica, que se deja sentir en La piel del cielo: ''Novela-río por la que discurren setenta años de la vida de México".

''La azarosa vida de este hijo irregular de una familia burguesa discretamente acomodada pero de asumido abolengo, sirve de apoyo a la crónica de muchos años del México contemporáneo, un país escindido entre su cultivada elite y el subdesarrollo de las grandes masas, el conservadurismo político nepotista y las aspiraciones revolucionarias, escisión que se encarna en el mismo protagonista, trazado con firmeza en su carácter resolutivo y, por ende, escorado desde muy pronto a uno de los dos planos constitutivos. Refleja, si contrarios, pero no los incorpora. No es un oximoron, sino una afirmación a menudo hiperbólica", afirma García-Posada.

En cuanto al estilo y la intensidad de la literatura de Poniatowska señala que ''no defraudará", ya que ''existe una notoria confluencia de la realidad mexicana y la propiamente novelesca, hasta un extremo que recuerda las fabulaciones narrativas de Carlos Fuentes en Los años con Laura Díaz, y esa confluencia se lleva a cabo con penetrante poder de evocación y representación de una sociedad ya en gran parte desaparecida".

''Al contrario que en Fuentes, no existe aquí, me parece, propósito simbólico de filiación mexicana en la figura del protagonista, aunque sea reflejo de una realidad social y nacional, si bien es claro que expresa las inquietudes del científico llamado a interpretar y resolver en sus investigaciones de astrónomo los enigmas del universo. No por azar el que es el gran amor de su vida se llamará Fausta, aunque sea su amor frustrado, lo que seguramente no es irrelevante, como tampoco lo es su condición de bisexual, ni su misma energía, ni su estar dispuesto a todo", añadió García-Posada, quien finalizó su crítica con la siguiente aseveración: ''Pero, aun así, lo más destacado de la novela es su ya consignada acumulación de historias. A algunos de ellas la autora se ve obligada a renunciar en su desarrollo por extenso: así, por ejemplo, las de dos hermanos del protagonista. Y lo hace para centrarse en la torturada peripecia del astrónomo, que tiene algo, o mucho, de parábola".

Otra de las virtudes que se han exaltado de la nueva entrega literaria de Poniatowska es que ''de manera inevitable, la admiración por el don de hazañas en atmósferas hostiles conduce a Elena a analizar la situación de las mujeres.

En un medio soezmente machista la dignidad femenina es la proeza que se defiende, sea con ironía y talento (Rosario Castellanos), sea mediante la invención de personalidades únicas (Frida Kahlo, Lupe Marín, Lola Alvarez Bravo, Rosario Ibarra), o con el recurso de la terquedad de la especie (Jesusa Palancares). Poniatowska conduce su aprendizaje del feminismo a través de las recreaciones de figuras tensas, poderosas, atropelladas por la conspiración de los prejuicios. A las posiciones feministas, Poniatowska llega mediante la vida de sus personajes, y de la compasión que es toma de conciencia".

Poniatowska se une así a la lista de los ganadores anteriores del premio Alfaguara, el cubano residente en Mexico, Eliseo Alberto, el nicaragüense Sergio Ramírez, el español-valenciano Manuel Vicent y la novelista española Clara Sánchez.

Entre preguntas inquietantes del protagonista de la novela, como por qué dos rectas nunca se encuentran, o si ''ƑTiene el Sol un destino final?", Poniatowska también sentencia sobre nuestra historia y realidad política: ''šEste es un semillero de puestos publicos, nadie discute nada porque todos aspiran al poder y temen no llegar si se insubordinan! Un puesto en el gobierno es una fuente de enriquecimiento y para conseguirlo es indispensable el servilismo y la corrupción. El poder en México denigra al individuo. No discutir ni investigar es obstruir el progreso de la ciencia. Hay que volver a cuestionarlo todo. Ustedes son unos arribistas, unos acomodaticios, unos políticos de quinta".