VIERNES Ť 27 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Integrantes del colectivo Heberto Castillo, ahora libres, dan su testimonio
Haber estado en la cárcel deja muchas secuelas
Ť Para Arturo es imposible conseguir trabajo Ť Omar sufre insomnio y teme salir a la calle
ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ
Con el antecedente de haber estado en la cárcel no es fácil conseguir empleo. No es por la falta de capacitación o de experiencia, es el haber estado preso. Arturo traspuso la puerta de la aduana en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla hace 37 días y recuerda que en las entrevistas al ir a buscar trabajo el momento crucial era la hoja de antecedentes penales. "Inmediatamente me decían que no tenían vacantes".
Uno de los requisitos para no perder los beneficios de semilibertad es que el preso en tratamiento tenga un empleo. Después de buscar infructuosamente, Arturo aceptó finalmente la ayuda de su hermano, con quien trabaja en un pequeño negocio textil.
Javier, también en tratamiento de semilibertad, sabía de esa dificultad, por lo que aceptó sin dudar el trabajo que le ofreció un amigo en un taller donde se reparan máquinas de imprenta; su objetivo sin embargo es tener un negocio propio: una pensión para autos, para la cual dispone ya de un predio pero no así del dinero para la inversión.
Arturo estuvo seis años en reclusión y Javier casi 11, y para que las autoridades les otorgaran beneficios de libertad anticipada a los que tenían derecho se pusieron en huelga de hambre durante casi un mes, junto con otros 75 internos, de los cuales 19 continúan en ayuno permanente.
Desde que se inició el movimiento encabezado por el Colectivo Heberto Castillo de Presas, Presos y Familiares del Distrito Federal, unos 40 internos han obtenido su libertad y un preso indígena del estado de Oaxaca fue trasladado a una prisión cercana a su comunidad de origen.
Omar obtuvo su libertad preparatoria apenas hace seis días, pero no ha sido fácil para él adaptarse; lleva cuatro días de insomnio y tiene temor de salir a la calle. Es normal, le asegura Javier, quien admite haber pasado por lo mismo los primeros días, "pero tienes que superarlo, tienes que salir porque entonces es como seguir encerrado", le anima.
Los tres se reencontraron en una manifestación del Colectivo en el Zócalo para pedir la combinación de beneficios de remisión parcial de la pena por días laborados y de preliberacion para Gabriela Paulín, quien desde el pasado 16 de abril se encuentra en huelga de hambre en el Reclusorio Norte.
Javier asegura que salió de la penitenciaría de Santa Martha a la defensiva; "son las secuelas". Al acudir al patronato para solicitar un préstamo para su negocio, el trato que recibió era el mismo, como para no hacerle olvidar su condición de preso.
Pero lo que más le preocupa es la situación de los internos que continúan en huelga en Santa Martha, sobre todo Sergio Languráin, quien hoy cumple en ayuno 47 días y "sólo está esperando una respuesta del presidente Fox a su petición de indulto, aunque sea negativa, pero quiere una respuesta".
En el caso de Gabriela, dijo que por lo menos ya se pidió la intervención de la Comisión de Derechos Humanos del DF para que participe en la revisión del expediente, pero con Sergio no parece haber respuesta.
Arturo tampoco se ha desligado del Colectivo y de hecho es vocero, asiste a programas de radio y televisión para informar de la situación de los internos en Santa Martha. El sistema de readaptación es decepcionante, coinciden ambos, incluso ahora que sólo tienen que acudir los sábados, de 8 de la mañana hasta las 6 de la mañana del lunes.
El programa prevé horarios definidos para ingreso, revisión médica, comisión laboral, actividades técnicas, comida, actividades culturales y recreativas, cena, receso, y a dormir a las 22 horas. Al siguiente día los tiempos son para el aseo, desayuno, actividades técnicas, comida, actividades deportivas, actividades culturales y recreativas, cena, receso y a dormir, para salir a las 6 del lunes, después del aseo personal y el registro.
En realidad, advierte Javier, la readaptación "depende del apoyo que te dé tu familia, porque adentro, como hay gente buena metida injustamente, también hay muchos que te llevan a perder, sobre todo con las drogas. Ayer salimos al Ajusco y vi la ciudad de México desde el mirador y sentí un ansia de libertad. Tengo a mi alcance un gran panorama".