Leonardo García Tsao
Sexo por compensación
Nadie puede acusar al realizador Ernesto Rimoch de monotonía. Debutó con La línea, un documental sobre la frontera norte. Tuvo éxito con El anzuelo, una sátira social en torno de una boda clasemediera. Y ahora ensaya la comedia romántica en Demasiado amor.
Basada en la novela epistolar de Sara Sefchovich, la película se centra en la triste y solitaria figura de Beatriz (Karina Gidi), quien debe quedarse a trabajar como empleada en una tediosa oficina, mientras su hermana Laura (Ana Karina Guevara) intenta establecer en España una casa de huéspedes para ser administrada por las dos. Nada parece muy promisorio. Sin embargo, un encuentro casual en una cafetería cambiará su suerte; un extraño misterioso llamado Carlos (Ari Telch) paga su cuenta en un par de ocasiones y luego la seduce, invitándola a un viaje de sexo y turismo por la provincia.
Aunque Carlos desaparece, ha descubierto una faceta ignota de Beatriz. Pronto una serie de galanes, entre normales y pobrediablescos, llevarán a la chica a la cama y la recompensarán con regalos y dinero. Entre ellos está el libidinoso jefe de oficina (José Sefami) que le presta videos porno como una guía de entrenamiento, y un arquitecto gay (Daniel Martínez), dispuesto a ofrecerle matrimonio para poder mantener la apariencia heterosexual. La primera sorprendida -y encantada- con su nueva popularidad es la propia Beatriz. Sin embargo, ella sigue esperando el regreso de Carlos y sueña con reunirse con su hermana en España.
Demasiado amor subraya el lado fantasioso de las aventuras amorosas de su protagonista, en contraste con la realista vida de Laura. Es más, ambas parecen suceder en tiempos diferentes. Rimoch no ha desarrollado aún la imaginación visual necesaria para sostener un tono caprichoso de principio a fin. Las resoluciones son a ratos demasiado literales para lo que se pretende. Las vistas idílicas de la excursión erótica de Beatriz, por ejemplo, evocan tanto el manido pintoresquismo de una tarjeta postal, que uno trata de encontrar ironía donde quizá no la hay. Así, la película se estanca en su última parte, sobre todo cuando el guión del director y su pareja, Eva Saraga, se siente obligado a explicar en los diálogos el proceso de reconocimiento y aceptación propias de Beatriz.
Si la película funciona pese a ese estancamiento se debe en gran medida a la elección de la actriz. De experiencia teatral, Karina Gidi ilustra la transformación de su personaje con una sutil gama de matices. Dueña de un físico nada común -de esos que el cine mexicano rara vez se pone a buscar- Gidi hace creíble la evolución de una nerd apocada a una mujer sensual que disfruta del sexo aventurero, sin las culpas ni los castigos que imponía la moralina tradicional.
En cambio, el desempeño de los papeles masculinos es desigual. Ari Telch, en particular, no convence como el príncipe azul de la pick up roja pues evoca más a un osito de peluche que a un seductor susceptible de despertar de golpe una libido femenina.
Dado el amable tono light de Demasiado amor, es de esperar una buena respuesta del público. Aunque ya no se sabe después del sorprendente fracaso de Sin dejar huella, cuyo título fue desafortunadamente profético en cuanto a ganancias. Si la clase media vuelve a su vieja postura de ignorar al cine nacional de calidad, el actual boom de producciones podría agotarse muy pronto.
DEMASIADO AMOR
D: Ernesto Rimoch/ G: Eva Saraga, Ernesto Rimoch, basado en la novela de Sara Sefchovich/ F. en C: Gabriel Figueroa Flores/ M: Joan Valent/ Ed: Julia Juaniz/ I: Karina Gidi, Ari Telch, Martín Altomaro, Daniel Martínez, Raúl Méndez, Ana Karina Guevara/ P: Artífice Producciones, Ariane-Aiete, con Televisión Española y Canal Plus, y el apoyo de Conaculta, Foprocine, Imcine. México-España, 2001.