VIERNES Ť 27 Ť ABRIL Ť 2001

Ť Declina el director opinar sobre el éxito global de Amores perros

La industria cinematográfica en México no existe, es sólo un adjetivo, afirma Ripstein

NOTIMEX

Chicago, 26 Abr. La industria cinematográfica en México está desaparecida en la actualidad, pese al éxito de cintas como Amores perros, consideró el director Arturo Ripstein, galardonado la víspera en el Festival de Cine de Chicago.

"El cine mexicano ha dejado de ser industria. No hay un cine mexicano, hay obras específicas e individuales", indicó en entrevista, tras recibir el premio Gloria por su trayectoria.

ripstein-arturos-jpgLuego de 40 años en la industria y más de una veintena de largometrajes, dijo que "mientras más directores y cintas surjan, más posibilidades habrá (para hablar de un cine mexicano), pero a mí no me interesa ese concepto", aseguró.

En todo caso es "positivo que comiencen a surgir productores independientes, pero sin los apoyos económicos suficientes"; es un camino cuesta arriba, consideró el director de cintas como La mujer del puerto y Profundo carmesí.

Manifestó que prefería no opinar sobre el éxito global de la película mexicana Amores Perros, del director Alejandro González Iñárritu, nominada al Oscar y galardonada en varios festivales internacionales.

Recientemente, otro director mexicano, Gabriel Retes, afirmó que el éxito de Amores perros trae el beneficio añadido de que habrá una mayor atención al cine que se está produciendo ahora en México.

Sin embargo, Ripstein se desmarcó de forma tajante de esa afirmación al decir que "no es justa la apreciación" de Retes, porque "ha habido otros éxitos rotundos del cine mexicano" antes de Amores perros, pero puntualizó "prefiero no hablar de esto".

"Hay cineastas que se echan sobre los hombros el peso de todo un cine nacional, pero hacer eso es impedir que las cosas cambien, y a final de cuentas el llamado cine nacional es sólo una clasificación, un adjetivo más", aseguró.

Con relación al premio que se le entregó en un auditorio de la Universidad North Western, manifestó que antes recibía los "premios al conjunto de la obra" con sorpresa, pero que como el de Chicago es el quinto, ya se lo toma con filosofía.

"Debería morir tras ser premiado"

Ripstein asistió al 17 Festival Internacional de Cine Latino en Chicago como invitado de honor y la noche del pasado miércoles recibió el premio, que este certamen no oficial otorga a personalidades de la pantalla grande.

Coincidió en que todavía le quedan muchas cosas por hacer, por lo que darle premios al conjunto de su carrera "es muy curioso. Uno debería morirse después de recibir un premio de esos.

"Me sorprendió la primera vez que me dieron un premio así. Pero con éste ya van cinco. El problema es que pienso seguir vivo, quiero seguir trabajando, haciendo lo que pueda", comentó el cineasta.

Ripstein inició en el ámbito cinematográfico desde temprana edad, que coincidió con el momento de mayor esplendor de la llamada época de oro del cine mexicano, pues se formó en la dirección de la mano del inmortal aragonés Luis Buñuel.

El cineasta mexicano fue asistente de Buñuel, aunque sin aparecer en créditos, en la inquietante cinta El angel exterminador de 1962.

Tres años más tarde, y con sólo 22 años de edad, dirigió su primer largometraje, Tiempo de morir, en cuyo argumento colaboraron los escritores Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, además de contar con fotografía de Alex Phillips y edición de Carlos Savage.

Producto del tutelaje personal de Buñuel y de la formación profesional del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, el director fue especialmente activo en las décadas de los setenta y ochenta.

Dirigió largometrajes como El castillo de la pureza (1972); El Santo oficio (1973); El lugar sin límites (1977) y Cadena perpetua (1978); El otro (1984); El imperio de la fortuna (1985), y Mentiras piadosas (1988).

Ripstein sobrevivió a la sequía del cine mexicano en ambas décadas, y siguió floreciendo y ganando premios en los 90, mientras en torno suyo surgía un nuevo cine mexicano con títulos como Danzón, Cronos y Como agua para chocolate.

En la década pasada dirigió importantes cintas como La mujer del puerto (1991); Principio y fin (1993); La reina de la noche (1994); Profundo carmesí (1996); El evangelio de las maravillas (1998), y El coronel no tiene quien le escriba (1999).

Llamado alguna vez el "maestro del ambiente depresivo", por la atmósfera oscura y lenta de sus planos-secuencia, Ripstein dijo que huye a la tentación de caracterizar su propia obra.