Miguel Concha
Cambio de táctica
Todo indica que el hermético Ricardo Miguel Cavallo, alias Miguel Angel Cavallo, Sérpico o Marcelo, ex director del tortuoso Renave, y quien es legítima y lícitamente reclamado por la Audiencia Nacional de España, para que responda por los presuntos delitos de jurisdicción internacional de terrorismo, genocidio y tortura, ha decidido cambiar no sólo de táctica jurídica, sino también de comunicación, para librarse de la extradición que el pasado 2 de febrero autorizó la Secretaría de Relaciones Exteriores, luego del fallo favorable que Jesús Guadalupe Luna Altamirano, entonces juez sexto de distrito en materia penal, otorgó a la Procuraduría General de la República el 2 de enero anterior. Así lo declaró expresamente el domingo 8 y el martes 10 del presente en sorpresiva entrevista, que más bien por razones familiares concedió a Diego Pérez Hernández, enviado especial del diario conservador La Nación, en el Reclusorio Oriente y que fue publicada en Buenos Aires los pasados días 15 y 16 de abril: "Hablo porque mi estrategia de guardar silencio no dio resultado". Pareciera que al expresar literalmente que "tiene miedo de que lo maten los mafiosos mexicanos" del robo y tráfico de autos, o sus propios jefes y encubridores de la Marina argentina ?lo que, a juicio de la prensa, ha producido "un disgusto grande" en los pasillos de la secretaría general de la Armada?, intenta por anticipado lavarse las manos de las múltiples irregularidades aún no aclaradas del Renave en México, mandar señales de auxilio a Argentina o hacer el papel de víctima, a pesar de todos los testimonios y análisis políticos y jurídicos que con toda autoridad lo culpabilizan. No obstante su esmero en medir y cuidar sus palabras, hace revelaciones y manifiesta actitudes que, según especialistas en derecho, lo autoincriminan por lo menos 14 veces en los delitos que se le imputan, lo cual ha de ser tenido muy seriamente en cuenta por el juez primero de distrito de amparo, a quien ha apelado con sus nuevos abogados.
Una de ellas es que el capitán de navío Horacio Pedro Estrada, quien según la versión oficial "se suicidó" en agosto de 1998, acosado por su participación en el contrabando de armas a Croacia y Ecuador, por la que hace unas semanas fue detenido Emir Yoma, ex cuñado del ex presidente Carlos Menem, poseía hasta 1986 una lista con la cifra real de los desaparecidos que pasaron por la siniestra Escuela de Mecánica de la Armada, lo cual ha causado con razón gran revuelo en Argentina, pues es la primera vez que un oficial de las fuerzas armadas admite lo que éstas siempre negaron desde octubre de 1982, cuando la junta militar ordenó la destrucción de todos los archivos relativos a la así llamada "lucha contra la subversión".
Pero lo más significativo es la confesión de su participación como "docente" en ese infierno de tortura entre diciembre de 1979 y febrero de 1981, aunque varios ex detenidos aseguran que allí permaneció hasta finales de 1980, y más que nada su involuntario lapsus de que participó en las brigadas de "lancheo" (sic) para capturar a sus víctimas. ¿Insiste -le pregunta su entrevistador? en que en la Esma fue nada más que un docente, que no tomó parte en la represión- "Bueno -responde-, como todos los oficiales en ese destino, también tuve que salir a lanch... a recorrer el radio jurisdiccional. Usted las recuerda. Eran unas caravanas de camionetas llenas de soldados que daban vueltas por toda la ciudad". "El cronista -añade con su ideología el entrevistador-no dejó de advertir el lapsus de Cavallo. El término lanchear, en la jerga de la Esma, designaba a las misiones clandestinas de captura de subversivos. Se trataba, según describió Miguel Bonasso en Recuerdo de la muerte -y no desmentido hasta el presente-, de expediciones a las que generalmente se integraba a los 'dedos' (sic), subversivos capturados que se atrevían a 'marcar' a sus propios compañeros".
No deja de ser reveladora su aceptación tácita de que en la Esma había visto en cautiverio a Norma Arrostito, una de las fundadoras -explica el entrevistador- de Montoneros, y sobre todo el comparar, incluso a este propósito, su trayectoria con una cebolla: "Querer conocerme de golpe, como a cualquier persona, es imposible. Somos como una cebolla, usted quita una capa para ver qué hay detrás y se encuentra con otra. Y otra. Y cuando cree haber llegado al fondo, hay otra más..."