FERNANDO CAMACHO
Una demanda de los grandes monopolios farmacéuticos contra una nación devastada por el sida, logró lo que hacía muchos años no sucedía: movilizar a la opinión pública mundial en el combate a la pandemia. Desde los tiempos en que el inolvidable doctor Jonathan Mann dirigía desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) los esfuerzos mundiales contra ese flagelo, no se había registrado una movilización de tal envergadura. Decenas de organizaciones internacionales y redes de ONG junto con gobiernos, personalidades y estrellas de rock, exigieron a los productores de los medicamentos antirretrovirales retirar la demanda contra el gobierno de Sudáfrica, la nación más afectada por la pandemia, y reducir sus precios.
A partir de allí, se ha dado toda una discusión mundial en torno a la propiedad de las patentes de los medicamentos como un obstáculo para hacerlos accesibles a millones de personas afectadas por la epidemia en las naciones más pobres. Lo que ha derivado en confrontaciones y negociaciones sobre la producción de genéricos y la rebaja de los precios en muchos lugares del mundo.
El caso sudafricano y un Mandela incómodo
El sida se ha convertido para muchos países pobres en un problema de seguridad nacional, por lo que algunos han decidido romper con las estrictas reglas que protegen las patentes de los medicamentos para producirlos o adquirirlos a precios muchísimo más bajos. Es el caso de Sudáfrica, donde en 1997, el entonces presidente Nelson Mandela aprobó un decreto para autorizar la importación de medicamentos genéricos, contraviniendo, aparentemente, lo establecido en la Ley Internacional de Patentes, fijada por la Organización Mundial de Comercio (OMC), que le da al inventor de cualquier producto la garantía de explotarlo de manera exclusiva por un plazo de 20 años. La medida desencadenó el enojo de los laboratorios. 39 farmacéuticas transnacionales demandaron al gobierno sudafricano, y el litigio logró bloquear el decreto de Mandela.
A pesar de sus argumentos, en el sentido de que las patentes protegen sus inversiones millonarias en la investigación de nuevos descubrimientos, compañías como Merck, Pfizer, Glaxo-Smithkline, Bayer, La Roche o Bristol-Myers Squibb se ganaron el repudio de la comunidad internacional por su insensibilidad ante las dimensiones que ha cobrado el drama del sida en Africa.
El temor real de estas compañías no era tanto perder un mercado que sólo representa 1.5 por ciento de sus ventas, sino las repercusiones que pudiera tener tal desacato en el lucrativo mercado europeo y estadounidense, que es en realidad de donde proviene el grueso de sus ganancias.
Así las cosas, las empresas de fármacos más grandes del mundo tuvieron que desistirse de la demanda luego de las protestas a nivel mundial que incluyeron una movilización sin precedentes de miles de personas en Pretoria. En las diferentes protestas participaron lo mismo habitantes de los suburbios de Nairobi, la asociación Médicos Sin Fronteras (MSF), la Cruz Roja Internacional, el Parlamento europeo, que el guitarrista Carlos Santana, la cantante Sara McLaghlan, y los grupos de rock REM y Rage Against the Machine.
Ante una situación tan adversa, los grandes laboratorios farmacéuticos tuvieron que evaluar los perjuicios por la pérdida en imagen y prestigio y finalmente decidieron hacer grandes rebajas en los precios de sus productos para tratar el sida en los países africanos. A la compañía Merck, Sharp & Dhome le siguieron los anuncios de Abott, Glaxo y Bristol-Myers. El vocero de esta última compañía, John McGoldrick, resumiría finalmente el cambio de posición de las farmacéuticas: "No buscamos ganancias en las drogas contra el sida en Africa, y no dejaremos que nuestras patentes sean un obstáculo."
La avanzada brasileña en Latinoamérica
El caso de Brasil es similar al de Sudáfrica, y por ello está en la mira del gobierno de Estados Unidos, quien ha interpuesto una querella en la OMC contra ese país por una supuesta violación a la ley internacional de patentes.
Las leyes brasileñas contemplan, en casos de emergencia sanitaria, la producción genérica de medicamentos sin respetar patentes, para hacerlos más accesibles, una medida incluso reconocida por la propia legislación de la OMC. Ben Jackson, director de la organización Acción por Sudáfrica (Actsa), considera que estas "son prácticas comunes entre los países desarrollados y ahora que los países en vías de desarrollo las quieren usar se les dice que no pueden".
Este resquicio legal le ha permitido a Brasil otorgar licencias a los laboratorios nacionales para fabricar algunas de las drogas componentes del coctel triple anti-sida con costos mucho menores a los precios de marca, para luego, mediante el Ministerio de Salud, distribuirlas de forma gratuita a todas las personas que lo requieran. De esta manera, el Programa de Sida de Brasil, considerado un modelo a seguir en la región latinoamericana, ha logrado cubrir 100 mil tratamientos contra el sida y, al mismo tiempo, abatir costos. Así de simple, pero así de complejo. Los resultados están a la vista: reducción de 50 por ciento de la mortalidad por sida en cuatro años, ahorro de 422 millones de dólares en hospitalizaciones, freno indiscutible al crecimiento de la pandemia.
Para resolver la querella, la OMC instaló un panel de discusión cuyas resoluciones concluirán en junio. Los argumentos del gobierno estadounidense también giran en torno a la protección que brindan las patentes a la inversión en la investigación científica por parte de las empresas, pero a decir de varias ONG se olvida que buena parte de esa inversión la realizan instituciones pertenecientes al Estado, con dinero de los contribuyentes. En EU, por ejemplo, los Institutos Nacionales de la Salud ponen 40 por ciento de los gastos en dicha investigación.
El gobierno brasileño también ha tenido éxito en las negociaciones con algunas transnacionales productoras de los medicamentos para que rebajen sus precios. En diciembre de 2000, el ministro de Salud, José Serra, comenzó a presionar en ese sentido. Llegó incluso a hacer declaraciones retadoras: "En caso de que no haya reducción, vamos a quebrar la patente." Tras varias reuniones, la empresa Merck aceptó reducir los precios de sus potentes fármacos Crixivan y Stocrin.
En entrevista para Letra S, el doctor Adauto Castelo, consultor del programa antirretroviral del Ministerio de Salud de Brasil, afirmó que era justo que los precios tuvieran un carácter diferenciado de acuerdo a la región. "Está claro para todos que en Africa deben ser mucho más bajos. En países como los nuestros no pueden ser tan bajos porque no somos tan pobres, ni tan altos como los de EU y Europa porque tampoco somos tan ricos."
México: las posibles alternativas
En México no se ha seguido una política clara en materia de acceso a los medicamentos para tratar el VIH/sida. Al carecer de una estrategia, la dotación gratuita de dichos medicamentos se ha dado de manera parcial, gradual y desordenada. ¿Qué posibilidades habría de que México adoptara políticas como las de Brasil y otros países sudamericanos? El activista argentino y especialista en la materia, Jorge Belloqui, evalúa las condiciones mexicanas: "el principal obstáculo es de naturaleza política, es decir, la ausencia de leyes de patentes adecuadas que permitan al Estado producir remedios genéricos en caso de interés público, emergencia nacional o en caso que el precio (de las medicinas) sea excesivo". El caso mexicano se complica por el Tratado de Libre Comercio (TLC), que impuso aún más restricciones a la producción local de medicamentos que los acuerdos de la OMS. Por otro lado, añade Belloqui, sabemos que los EU quieren imponer más restricciones a través del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Y propone: "debemos manifestarnos en todos los países contra estas restricciones que van contra la salud y la vida de los latinoamericanos. Si un gobierno firma tratados que le impiden cumplir su compromiso con la salud y la vida de sus ciudadanos, ¡llegó el momento de revisar esos tratados!"
En contraste, el doctor Carlos Avila, médico especialista en el impacto económico del sida, afirma que la opción desesperada de romper patentes no es la vía idónea para un país sujeto por las reglas del TLC, como el nuestro. A pesar de reconocer que se ahorrarían muchos recursos con el uso de genéricos, el especialista mexicano se pronuncia por el camino de la negociación con los productores: "Si logras reducir 50 o 70 por ciento el costo de estos medicamentos aumentas la cobertura y logras reducir la mortalidad por sida que en muchos países es fatal."
Por lo pronto, el laboratorio Merck SD anunció el pasado 27 de abril, la reducción del precio en México de sus fármacos antirretrovirales Efavirenz e Indinavir en 80 y 82 por ciento respectivamente, lo que permitirá un ahorro de 200 millones de pesos anuales, según el secretario de Salud, Julio Frenk, presente en la firma del acuerdo, lo que, a su vez, permitirá ampliar la cobertura de dichos medicamentos. Esta iniciativa de Merck significa una presión y un reto muy fuerte para los demás laboratorios.
En la batalla entre David y Goliat, entre la producción local de medicamentos genéricos y las empresas propietarias de las patentes de marca, no se ha dicho todo. La moneda está aún en el aire, pero el tiempo sigue siendo el factor determinante, porque la vida y el bienestar de millones de personas están en juego.