En el Estado de Guerrero son varias las poblaciones en las que se realizan ceremonias de petición de lluvia, entre otras, Atliaca y Zitlala. Ambas dependen de la agricultura de temporal; las regiones en que se encuentran son montañosas y tienen cuevas.
En Zitlala, la ceremonia se lleva a cabo los días 1º y 2 de mayo en honor de la Santa Cruz. Los preparativos se inician desde el 24 de abril, al limpiar la pequeña explanada en el cerro del Cruzco, "el lugar de la cruz" (de la palabra cruz y co, locativo en náhuatl). La cruz tiene sus propios significados en la cosmogonía indígena.
Las máscaras de tecuani que se usan en la danza de los Tlacololeros y en la pelea de los jaguares, están hechas con varias capas de cuero.
Como ocurre en muchas otras máscaras de jaguar usadas en danzas y ceremonias en el país, los ojos son de espejo, para relejar al sol.
Los bigotes estan hechos con cerdas de coyámetl (jabalí o puerco de monte).
Las máscaras se pintan de color amarillo o verde; las manchas negras se pintan usando el extremo de un canuto de carrizo como sello.
Para usar las máscaras se remojan en agua con el objeto de suavizarlas. Por ser una máscara casco, la visita de quien la usa pasa por la boca del tecuani.
Varios de los atributos visuales de la máscara de tecuani son similares a los de Tláloc, dios de la lluvia.
Esta celebración se remonta hasta los tiempos de la cultura olmeca; entonces, los sacerdotes vestidos de jaguares llevaban granos de maíz a las cuevas para purificarlos. El jaguar o tecuani, tiene relación con el sol, la lluvia y el cielo (en su piel aparecen las estrellas como sus manchas y su lomo es la via láctea).
Son diversos los elementos que denotan la continuidad cultural de esta ceremonia; sólo los iniciados entienden su complejidad. Las cruces se bajan del cerro y se alojan en la iglesia el día primero, para la velación y la misa del día dos. Ese día, las cruces salen rumbo al Cruzco en andas o "mesas". Las llevan cuatro mujeres jóvenes; las cruces tienen sobrepuestos nuevos ropajes y están cubiertas de sartas de panes y de guirnaldas de cempazúchil y de shicalotzin. En cada parada de su camino se acercan pobladores a ofrendar maíz o más guirnaldas de flores. En la orilla del río que en este tiempo lleva poca agua, se hace la última parada; ahí se reúnen todos para iniciar la subida.
FERTILIDAD PARA LA SIEMBRA
Las cruces se colocan en la cima del Cruzco y se hacen nuevas ofrendas a las cruces y a los antepasados; los asistentes comparten los alimentos que se cocinaron para todos. Se inicia el descenso. Sobre las cruces se deja un cordón del que cuelgan las entrañas de las aves que se utilizaron en la comida; están ahí para que las tomen los zopilotes y otras aves de rapiña, los cuales representan al viento que empuja a las nubes portadoras de lluvia.
En la plaza, dos jaguares con máscaras casco sostienen una lucha ritual; los golpes que se dan llamados "toques" son fuertes, pero después de la ceremonia en la que fueron jaguares, los hombres se reencuentran sin rencor. En la pelea ceremonial, está presente el concepto de dualidad: jaguar contra jaguar, uno con máscara verde y el otro una máscara amarilla.
Hay además dos danzas, ambas relacionadas con la lluvia: la de los tlacololeros que semejan el sonido del trueno con su látigo y la de los machos silbadores que representan al viento.
Voluntaria o involuntariamente se ha invocado a Ehécatl y a Tláloc para que reverdezca la vegetación y la tierra sea fértil para la siembra.
Agradeceremos que nos envíen datos acerca de las celebraciones que se realizan en su comunidad, así como descripciones de sus costumbres y tradiciones. También serán bienvenidos sus comentarios y correspondencia a: La Jornada, Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, Mi-guel Hidalgo, C.P.11570, sección Cultura, página Tradición y Cultura.