VIERNES Ť 4 Ť MAYO Ť 2001

La boda del conde de Albemarle congregará al jet-set inglés en la isla


Esponsales aristocráticos en Cuba

REUTERS

La Habana, 3 de mayo. Un inusitado acto social se llevará a cabo este fin de semana en Cuba, cuando celebre sus bodas, "en la mayor intimidad familiar", el conde de Albemarle, descendiente directo del jefe de la Real Armada inglesa que se apoderó de La Habana en agosto de 1762.

Los esponsales del aristócrata británico en un antiguo templo habanero con la futura condesa de Albemarle, una joven inglesa de origen macedonio, Sally Tadoyan, serán consagrados el sábado por el obispo anglicano de Cuba, Jorge Perera, según fuentes allegadas a los contrayentes.

El acto, primero de su tipo en la isla después del triunfo de la revolución cubana de 1959, se efectuará en la que fuera Basílica Menor de San Francisco de Asís, hoy convertida en una hermosa sala de conciertos, tras profunda restauración con sustancial colaboración española.

Además del embajador británico en Cuba, David Ridgway, que actuará como testigo en el casamiento, asistirá un centenar de invitados del jet-set inglés, así como un equipo de Vanity Fair, medio de prensa que gozará de exclusividad en la cobertura del acto.

El historiador de la ciudad y máxima autoridad del centro histórico habanero, Eusebio Leal, autorizó la ceremonia, siempre y cuando se desarrolle en las recién restauradas instalaciones, explicaron fuentes ligadas a la organización de la boda.

La decisión del conde de Albemarle de efectuar el servicio religioso en esa iglesia se debe, en parte, a su vinculación ancestral consanguínea: su antepasado dirigió la flota que conquistó La Habana para su majestad británica en el siglo XVIII.

Este templo católico de la orden franciscana, erigido en la segunda mitad del siglo XVII, sirvió para los ritos anglicanos durante los 11 meses de ocupación inglesa de la ciudad, y el único concedido por el entonces obispo católico de Cuba.

Durante la batalla por la toma de la ciudad, el convento sirvió de hospital para atender a los heridos de las tropas inglesas. Paradójicamente, en el templo fueron inhumados los restos del defensor de la plaza, el valeroso militar español don Luis de Velasco, a la sazón jefe del hasta entonces inexpugnable Castillo del Morro.

Posteriormente ese templo y su convento adyacente fueron utilizados para funciones civiles por los gobiernos sucesivos, después que todos los bienes de la orden franciscana fueran incautados por la administración española en 1841.

Los británicos devolvieron la urbe a la Corona española a cambio de la Florida en 1763, después de establecer el libre comercio y la absorción ma- siva de mano de obra africana esclava, que produjo una extraordinaria repercusión en el destino de la economía cubana.

También en ese periodo, el rey Carlos III autorizó por primera vez el comercio directo entre la isla y los nacientes Estados Unidos de América, en 1781, con el consecuente aumento del poderío económico de la aristocracia criolla, al convertirse aquél en el principal consumidor de azúcar y tabaco cubanos.

El cortejo nupcial, transportado en carruajes y autos de la década de los veinte, se dirigirá después al palacete colonial conocido como la Casa de la Obrapía, convertida en museo tras una rigurosa restauración del inmueble y dotada con una impresionante colección de muebles y artes decorativas de los siglos XVII, XVIII y XIX, donde tendrá lugar una brillante recepción, dijeron las fuentes.