DOMINGO Ť 6 Ť MAYO Ť 2001

Jenaro Villamil Rodríguez

IVA y ley indígena,derrotas de marketing

Los "algunos" puntos porcentuales que el presidente Vicente Fox ha reconocido que perdió en las encuestas de popularidad por impulsar su reforma fiscal, tomaron cuerpo y forma en la magna protesta del 1o. de mayo, que hizo coincidir en su repudio al IVA a prácticamente todas las corrientes sindicales del país. No se trataba de un spot, de un sondeo ni de un show radiofónico. Se trataba de contingentes multitudinarios, con personas reales, que frente al propio mandatario abuchearon su propuesta de nueva hacienda pública y hasta se dieron el lujo de corearle su monosílabo famoso: ¡"hoy, hoy, hoy"! El 1o. de mayo le dieron al Presidente del cambio una probadita de lo que para ellos representa el fin del control priísta: expresar abierta y libremente su rechazo a la política fiscal.

¿De qué han servido las decenas de spots que la Presidencia de la República ha emitido en la televisión a un costo de 12.1 millones de pesos diarios para "persuadirnos" de las bondades de su reforma y de que el IVA de 15 por ciento "es lo justo"? ¿De qué han servido los constantes discursos y encuentros que han sostenido el gabinete y el propio mandatario para "vender" la idea de que la reforma fiscal redistributiva nos convertirá en una nación "menos mediocre"? ¿De qué han servido, por ejemplo, las recomendaciones hechas a los voceros gubernamentales en las cuales se subraya que "la clave es descentrar la discusión fiscal, y especialmente el tema del impuesto al valor agregado" (La Jornada, 8 de abril de 2001, p. 5)?

Por lo visto, el pasado martes han servido pare generar un efecto boomerang, que es clásico cuando la comunicación política se confunde con mercadotecnia y cuando la búsqueda de popularidad se privilegia por encima de la búsqueda de consensos.

Esta es una de las aristas más polémicas que habla de una derrota del marketing foxista. La otra es producto del ejercicio extremo de la simplificación para evadir una demanda social que ganó legitimidad tras la marcha zapatista: el reconocimiento pleno a los derechos de las comunidades indígenas.

Bastó un comunicado de prensa del EZLN para que todas las frases de optimismo y grandilocuencia presidencial se vinieran abajo y el gobierno federal tuviera que rearticular su discurso. Apenas el jueves 26 de abril, poco después de conocer la aprobación en el Senado de una reforma legal acotada, contraria a la propia iniciativa de la Cocopa que hizo suya el primer mandatario, Fox se apresuró a afirmar que "este tipo de acciones son las que permiten formar gran cohesión en la sociedad". En su programa radiofónico Fox en vivo, Fox contigo, el Presidente sacrificó la mesura, y en aras de un triunfalismo tipo Og Mandino afirmó que el subcomandante Marcos es "mi amigo", y subrayó que con la reforma legislativa "se marca el término de lo que fue el conflicto (chiapaneco), y ahora entramos de lleno a una etapa de desarrollo". ¡Qué padre! ¿Realmente será así de sencillo?

El montaje de optimismo se desvaneció tras el comunicado del EZLN, porque una vez más quedó en claro que no se trata de un concurso de frases bellas, ni de rating, sino de la posibilidad de construir un nuevo pacto nacional entre el Estado mexicano y las comunidades indígenas. Y quien ganó la credibilidad y el respaldo como organización emblemática de la causa indígena fue el EZLN, de ahí la fuerza y la capacidad de reacción que tiene la palabra de los zapatistas. La apuesta de ellos no fue por el marketing, sino por la consistencia de un discurso. La lucha de Marcos y los comandantes zapatistas no ha sido por ganar las encuestas de popularidad, sino por sumar y convencer a sectores sociales cada vez más amplios de la necesidad de una reforma constitucional que reconozca plenamente los derechos de los indígenas a gobernar sus propios territorios, a administrar sus propios medios de comunicación y a usufructuar sus propios recursos naturales.

Los escenarios se empalmaron: el rechazo al IVA y la ruptura de negociaciones del EZLN con el gobierno federal constituyen severos llamados de atención. Son un reclamo urgente por operar una verdadera comunicación política ?Norberto Bobbio califica a ésta como el "sistema nervioso de un sistema o de un régimen"?, que no es lo mismo que el marketing, la publicidad ni la encuestología. Los problemas reales no pueden ser atacados con discursos virtuales. La interlocución con los sectores afectados no se resuelve con un spot televisivo. La complejidad de un proceso de cambio político y económico no puede reducirse a expresiones festivas en un programa radiofónico, por más que éste constituya una estrategia imaginativa o una "nueva travesura" del primer mandatario.