DOMINGO Ť 6 Ť MAYO Ť 2001
Eduardo Galeano
El presupuesto de guerra
Los monarcas europeos habían tenido la gentileza de civilizar el Africa negra. Habían cazado, encadenado y vendido a sus hijos más fuertes; le habían robado el oro, el marfil y los diamantes; le habían roto el mapa y se habían repartido los pedazos.
Para completar la educación de los brutos de cabeza dura, Europa lanzó después diversas expediciones militares de castigo y escarmiento.
A fines del XIX, los soldados británicos cumplieron en Benín una de esas operaciones pedagógicas. Después de la carnicería, y antes del incendio, se llevaron el botín.
El botín de guerra era la mayor colección de arte africano jamás vista en Europa. Las máscaras y esculturas, arrancadas de sus santuarios, despertaron en Londres más curiosidad que admiración. Esos exóticos frutos del zoológico negro sólo podían interesar a los coleccionistas excéntricos y a los museos dedicados a las costumbres primitivas. Pero la reina Victoria los mandó a remate, el martillo bajó una y otra vez, y el dinero alcanzó para pagar todos los gastos de la misión militar.
El arte de Benín, que narraba mil años de historia, financió así la devastación del reino donde ese arte había nacido y sido.