Ana
García Bergua
UNA GEOGRAFÍA
ESPIRITUAL
Aún conservo el ejemplar de Las
aventuras de Tom Sawyer que leí por primera vez alrededor de
1970. Remendado con tela adhesiva, como un enfermo, ha sobrevivido a todas
las lecturas y relecturas suces
Tom Sawyer fue para mí el primer oxígeno
literario que respiré. Munida de él pude emprender después
tortuosas expediciones al Londres de Dickens ahogado por la bruma, en el
que una realidad siniestra amenazaba a Oliver Twist o a David Copperfield,
niños convertidos en adultos a fuerza de miseria, golpes, amenazas
y decepciones. En cambio, para el alegre Tom, empeñado tan sólo
en ser bandolero y pirata, el cadáver desenterrado, el crimen del
indio Joe o el peligro de muerte en la caverna eran un objeto paralelo
a su colección de tesoros, o a los hechizos y sortilegios que inventaba
junto con Huck Finn: formaban parte de una geografía espiritual
donde la realidad podía ser, de manera salvadora, una ficción.
Ese aprendizaje de las novelas de juventud es un consuelo que cualquier
niño agradece. Y para mí fue un descubrimiento, pues aunque
el mundo que habitaba Tom Sawyer ?con su naturaleza agreste, con la esclavitud
vista como algo natural y las rigideces morales dels dice quiénes
son y qué les importa. Yo también poseía algunos tesoros
que llevaba invariablemente bien guardados y que alguna vez intercambié.
También tenía, como Tom Sawyer, una idea muy relativa de
la bondad, de lo que era ser egoísta, holgazán o generoso,
y aunque me faltaba astucia para traficar con estas cosas y torcerlas a
su arbitrio, como lo hacía el héroe de Mark Twain ?sobre
todo en el admirable episodio de la pintura de la barda?, sentía
en el autor del libro una mirada comprensiva, humorística y generosa.
Era un primer acercamiento a la naturaleza humana en pequeña escala,
que es la de los niños, en la que ya está todo, lo mejor
y lo peor, pero libre de la grave amenaza del mundo adulto, adornado con
unos cuantos grabados de tipo comercial, que me avisaban que ya no necesitaba
monitos para leer.
Muchos escritores suelen relatar haber leído
las primeras páginas que los impresionaron durante una larga enfermedad
que los mantuvo quietos y postrados. Cuando leí Las aventuras
de Tom Sawyer, estaba yo más sana que un roble y sin embargo
creo que enfermé: enfermé de lecturas, que es la principal
enfermedad de los escritores. Y agradecí, a fin de cuentas, mi vida
de departamento, que permitía la molicie y la melancolía
que las novelas nos exigen, de manera dictatorial, para poder adentrarnos
en ellas y salvarnos.
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LA CASA SOSEGADA
Javier Sicilia
La casa sosegada o el misterio
Escribir el primer artículo que inicia
una columna implica explicar su nombre y su existencia. ¿Por qué,
en medio de un mundo lleno del ruido del mercado, de las máquinas,
de las fábricas, de los antros, de las discusiones políticas
y económicas, de palabras que brotan de los medios de comunicación
como salitre de las paredes, llamar a una columna "La casa sosegada"? ¿Por
qué, bajo el peso de una posmodernidad que ya no reconoce ningún
sentido y se encierra en un bullicio de autorreferencias y derechos que
se presentan como incuestionables, casas hechas a la medida de cada individuo
o grupo, venir a hablar del sosiego de una casa? ¿A qué se
refiere el autor?
Siempre he tenido debilidad por los místicos,
esos seres de frontera que han constituido a lo largo del tiempo un constante
dolor de cabeza para la Iglesia y la época en que vivieron, esos
seres que, por encontrarse en la frontera, no pertenecen al pensamiento
duro de la modernidad (que pretende dar una explicación total de
la realidad) ni al pensamiento débil de la posmodernidad (que espantado
ante la dureza y el fracaso del pensamiento moderno se refugia en la disolución
del sentido y en la exaltación de derechos y diferencias sin matices),
sino al del misterio: sitio en donde el sentido, como en la poesía,
se revela, y que al igual que en la poesía, sólo es mostrable.
Es por ello que el título de la columna viene
de la mística, está tomado del último verso de la
primera fila del poema de San Juan de la Cruz, "La noche oscura".
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
oh dichosa ventura,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
El sosiego de la casa, a la que alude San Juan, se
refiere en su sentido espiritual al apaciguamiento del alma, al secreto
del silencio que sólo surge en la noche, cuando dentro de la casa
el ruido ha cesado, los objetos pierden sus contornos, las potencias (el
entendimiento, la memoria y la voluntad) que están contaminadas
por el yo y sus opiniones vacilan en medio de las sombras, y el alma, que
está alerta y vigilante, sale en busca del Amado y su misterio,
es decir, de aquel o, para hablar en los términos vacilantes de
nuestro mundo, de aquello que nos funda, nos contiene y donde reposa el
sentido.
Esta casa sosegada, como la poesía ("inmortal
y pobre", la definía Borges) que la expresa, tiene resonancias modernas.
En una entrevista, el sociólogo Marshall McLuhan expresaba que lo
que más necesitaba el mundo de hoy es bajar el switch para
que podamos recuperar la dimensión de las cosas, es decir, el sentido
que contiene lo real.
Nuestro mundo está roto. Desalojado el misterio
que Juan de la Cruz, gracias a la revelación cristiana, definió
maravillosamente como "el Amado", Arthur Rimbaud con esa extraña
frase "yo es otro", el filósofo Levinas como "el totalmente Otro"
y Paul Claudel, siguiendo al mismo Rimbaud, con ese sobrecogedor verso:
"Ese que es más que yo mismo", vivimos bajo el horror del ruido.
Temerosos del silencio y de la noche nos volcamos hacia el escándalo.
Cualquier ajetreo: la discusión económica y política,
el ruido televisivo, la virtualidad de las computadoras y de los sistemas,
los paraísos artificiales del alcohol y de la música "trans",
la babel del mercado, el chirrido del progreso, el perverso abismo de la
genética..., se ha convertido en una forma de vida que niega el
sosiego y oculta de nuestra casa lo real.
Hay, sin embargo, en medio de ella algunos seres
que, como el propio Juan de la Cruz, han aprendido a sosegarla para, a
través de las sombras y del silencio, salir en busca del misterio.
¿Qué nos dice de él? ¿Qué
luces traen de aquellas oscuridades para iluminar y ordenar la casa?
La intención de esta columna es, por lo tanto,
sumergirse en aquellos sitios sosegados, los de la mística, los
de la poesía, los de las críticas a los ruidosos axiomas
del mundo moderno, que nos ayuden a vislumbrar algo de "ese no sé
qué que queda balbuciendo" el mundo. Pensar en ello no resuelve
la incógnita de lo que somos, pero al menos, eso creo, nos permite
intentar trascender el ruido y redescubrir un atisbo del misterio que yace
escondido bajo el peso de un mundo desconcertado.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos
de San Andrés y liberar a todos los zapatistas presos.
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Naief
Yehya
ECHELON: LA RED QUE TODO LO OYE Y VE (1)
Absoluta superioridad
De creer en el recuento oficial, la Guerra Fría
fue la edad dorada del espionaje estadunidense de alta tecnología.
Durante décadas los Estados Unidos de América ganaron la
batalla sin mayores tropiezos a los servicios de inteligencia soviéticos
y sus aliados, quienes, a diferencia de la National Security Agency (nsa)
y la cia, prácticamente nunca tuvieron a la tecnología de
su lado. No obstante, según los propios agentes y funcionarios de
esas organizaciones, la ventaja tecnológica se ha perdido debido
a la incontenible revolución digital de la cual en gran medida fueron
responsables. De acuerdo con Seymour M. Hersh ("The Intelligence Gap",
The New Yorker, dic. 6, 1999), durante los cincuenta y sesenta,
la nsa llegó a tener noventa y cinco mil empleados, más de
la mitad de ellos militares consagrados a tareas de monitoreo de las comunicaciones
en todo el planeta; hacia finales de los sesenta la agencia producía
más de mil reportes de inteligencia diarios sobre todo tipo de actividades
subversivas en el mundo entero, rebasando por mucho la capacidad de la
cia para recopilar y procesar información. En aquel entonces, jets
707 modificados surcaban los cielos escuchando transmisiones en clave morse,
intercambios militares codificados, conversaciones entre diplomáticos
y toda clase de comunicaciones secretas. A mediados de los setenta se reveló
que la nsa violaba sistemáticamente la ley al vigilar las actividades
de ciudadanos estadunidenses, especialmente activistas de izquierda, militantes
antibélicos y activistas en pro de los derechos civiles.
Criar cybercuervos
En esos mismos años la nsa, situada en Maryland,
colaboraba estrechamente y financiaba a las principales corporaciones que
desarrollaban sistemas de cómputo y que trabajaban en telecomunicaciones,
miniaturización de circuitos y semiconductores, entre otros campos.
La enorme ventaja tecnológica de la nsa sobre sus rivales se mantuvo
sin competencia hasta el colapso del bloque soviético a principios
de la década de los noventa. El enemigo dejó de ser el comunismo
y en su lugar quedó una variedad de enemigos menores: terroristas,
narcotraficantes, el crimen organizado y las naciones hostiles a la
pax americana. La agencia perdió el enfoque, los enemigos dejaron
de ser estados burocráticos corruptos y se volvieron organizaciones,
grupos y células extremadamente flexibles y con acceso a equipo
de alta tecnología. Las transmisiones encriptadas, el inmenso volumen
de correo electrónico y comunicaciones por satélite eran
imposibles de ser monitoreadas con los métodos tradicionales, así
que la nsa perdió su ventaja debido al auge de las mismas tecnologías
que ayudó a desarrollar. La agencia se volvió obsoleta, su
presupuesto fue reducido drásticamente y su función misma
comenzó a ser cuestionada.
La nueva NSA
Tras una investigación del Technical Advisory
Group (un comité integrado por ejecutivos de algunas de las principales
corporaciones dedicadas a la alta tecnología, al que el senado encargó
un estudio secreto de la nsa), la agencia fue reestructurada con grandes
inyecciones de dinero y equipo de punta; asimismo fue reclutada una nueva
generación de agentes expertos en computación cuya misión
era generar software capaz de capturar gigantescos volúmenes de
información, filtrarla y detectar comunicaciones sospechosas. Su
nueva misión era interceptar sistemáticamente correos electrónicos
no encriptados e inocuos entre civiles, chats de internet, faxes, telex
y conversaciones en teléfonos regulares y celulares generadas en
todo el mundo. El nombre clave que se dio a este programa de vigilancia
masiva que comenzó alrededor de 1980 (algunos recuentos sitúan
su origen en 1971), cuando aún existía la urss, y que se
caracteriza por espiar principalmente comunicaciones no militares (individuales,
corporativas, gubernamentales y comerciales), fue Echelon, lo que supuestamente
habría de volverse la red de espionaje más grande y ambiciosa
de la historia. El presupuesto actual de la nsa es de tres mil millones
de dólares (más que los de la cia y el fbi).
La gran red que nunca fue
Según el gobierno estadunidense, Echelon no
existe; por lo tanto, la historia y el quehacer del sistema están
rodeados de especulación. Sembrar rumores por una parte y por otra
negarlos por las vías oficiales es una vieja práctica de
los servicios de inteligencia. El primer reportaje acerca de Echelon apareció
publicado en New Statesman, el 12 de agosto de 1988, "Somebodys
listening", de Duncan Campbell (a.com/echelon-dc.htmhttp://jya.com/echelon-dc.htm).
Hay agentes que han declarado anónimamente que si bien hay una infraestructura
capaz de monitorear gran parte de las comunicaciones del planeta, lo que
no existe es un software capaz de distinguir lo relevante entre la masa
de información digital. En cambio, hay quienes aseguran, como Peter
Goodspeed del National Post ("The new space invaders" http://www.fas.org/irp/program/process/echelon.htm)
o Nick Hager (autor del libro Secret Power) que el software existe
y es una serie de poderosos "diccionarios", computadoras que rastrean palabras
clave, direcciones, frases, nombres o incluso voces en los mensajes transmitidos
vía los satélites de Intelsat y de todas las demás
redes de satélites que la agencia intercepta, cuyo número
puede estar entre cien y tres mil millones al día. Miles de mensajes
simultáneos son leídos en tiempo real las veinticuatro horas
del año y aquellos que son señalados por el sistema como
importantes son retransmitidos a la base en Maryland.
Supuestamente cinco naciones angloparlantes participan
en Echelon: Estados Unidos se encarga de Centro y Sudamérica, así
como partes de Asia; Gran Bretaña espía Europa, el oeste
de Rusia y África; Nueva Zelanda el Pacífico occidental;
Australia tiene a su cargo el sudeste asiático y el sur de China,
y Canadá debe vigilar partes de Rusia y Asia. Esta alianza surgió
de la cooperación en el terreno del espionaje y la intercepción
de transmisiones de radio durante la segunda guerra mundial, lo cual condujo
a formalizar sus relaciones con un tratado en 1948 destinado a espiar a
los soviéticos. Esta colaboración multinacional haría
posible tener puestos de vigilancia en todo el mundo, además de
que ofrece la oportunidad de que los gobiernos espíen a sus propios
ciudadanos a través de otras naciones sin violar sus leyes.
(Continuará.)
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