LUNES Ť 7 Ť MAYO Ť 2001

Angel Guerra Cabrera

Imperialismo y guerra fría

La armada de Estados Unidos reanudó las maniobras militares en la isla municipio de Vieques, Puerto Rico. Pero debió hacerlo a medias y con interrupciones. De lo contrario, habría tenido que masacrar a los activistas de la desobediencia civil dispersos en el polígono de tiro.

Los US marshalls y policías navales intentaban despejar el área de rebeldes, pero era mayor la capacidad de éstos para seguirse introduciendo en el campo de tiro que la de los agentes para encontrarlos y apresarlos.

En su soberbia, Washington ha hecho caso omiso de la persistente y masiva oposición boricua a la continuación de los ejercicios, y de las evidencias de que éstos dañan severamente el medio ambiente y la salud de los viequenses. Incluso habría roto un acuerdo verbal al respecto del secretario de Defensa, Donald Runsfeld, con la gobernadora de Puerto Rico, Sila María Calderón.

Según ella, Runsfeld le había asegurado en febrero que no se reanudarían las maniobras hasta que concluyeran los estudios en torno a su efecto sobre la salud de los viequenses.

Al comunicársele a Calderón --en burla del acuerdo-- la decisión de reanudarlas, la mandataria optó por demandar al Pentágono ante una corte federal, y también solicitó infructuosamente a ésta que prohibiera la reanudación de los ejercicios bélicos.

La lucha contra las prácticas bélicas en Vieques ocupa un lugar importante entre las que en el mundo han venido a estimular el resurgimiento de una ética de rebeldía contra opresión e injusticia, y es probablemente la causa que ha unido más voluntades en la historia de Puerto Rico.

Aunque dos décadas atrás eran los independentistas sus principales activistas, desde hace dos años agrupa a integrantes de todos los partidos políticos; a los jerarcas de las Iglesias; a los gremios de profesionales, a los sindicatos, los intelectuales y a las luminarias nacionales del espectáculo y el deporte, desde el actor Benicio del Toro hasta los cantantes Ricky Martin y Danny Rivera, y el campeón de boxeo Tito Trinidad.

"Este es otro Puerto Rico", afirmó el líder independentista Rubén Berríos luego de ser detenido por tercera ocasión en dos años en el campo de tiro de Vieques.

Ni siquiera la defección del anterior gobernador, Pedro Rosselló, y del liderazgo de su Partido Nuevo Progresista (anexionista), de una postura inicial de rechazo a los ejercicios bélicos, pudo quebrar ese amplio frente nacional.

Es significativo que Sila María Calderón ganara las elecciones a la gubernatura en noviembre pasado gracias, sobre todo, a la promesa de oponerse radicalmente a la reanudación de las prácticas.

La demanda puertorriqueña ha encontrado apoyo en Iglesias cristianas, ayuntamientos y legislaturas estatales, personalidades y políticos de Estados Unidos, entre ellos el ecopacifista Robert Kennedy Jr. y el reverendo Jesse Jackson y los legisladores del caucus latino, así como de George Pataki, gobernador de Nueva York, estado donde el electorado boricua es determinante.

Kennedy fue detenido por agentes federales en el campo de tiro de Vieques, a la vez que el actor de origen mexicano Edward James Olmos, el diputado demócrata por IIlinois Luis Gutiérrez, el alcalde viequense Dámaso Serrano, varios legisladores estatales boricuas y casi dos centenares de activistas que trataban de impedir la reanudación de las maniobras militares.

Es ya tan escandalosa la insensibilidad de Washington ante el clamor de los puertorriqueños que el circunspecto The New York Times no encontró otro calificativo que el de "error político" para la reanudación de las maniobras bélicas porque, según el mencionado rotativo, además del gran consenso contrario en Puerto Rico, existen serias dudas no aclaradas en torno a sus eventuales efectos negativos sobre la salud de los habitantes de Vieques.

Las tasas de cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y alergias --muy superiores en Vieques a las registradas en el resto de Puerto Rico-- se han relacionado en estudios de científicos puertorriqueños con los altos niveles de ruido y contaminación ambiental producidos por las maniobras.

Ha sido documentada, además, la utilización en Vieques de proyectiles de uranio empobrecido, explicada como un "error" por la armada estadunidense.

Nada, que la economía de guerra, el militarismo y el desprecio por la vida y la opinión de los pueblos siguen siendo condiciones sine qua non del sistema imperialista yanqui. El supuesto fin de la guerra fría es otra de las patrañas que han intentado hacernos creer los muy poderosos pero trasnochados aspirantes a dueños del mundo.

Si se quieren otras pruebas recientes, ahí están la ilegal guerra aérea contra Yugoslavia, el Plan Colombia, el bloqueo contra Cuba y la intención de construir el llamado "escudo antimisiles", preludio de una nueva carrera armamentista.

 

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