lunes Ť 7 Ť mayo Ť 2001

Samuel Schmidt

Política fiscal y racismo

Hace unos días escuché a un conductor de radio comentar la propuesta fiscal del presidente Fox y lanzarse en contra de Oscar Levín Coppel por su oposición y, como para darle fuerza al argumento, remató diciendo: tiene apellidos judíos.

Hasta donde yo sé, Levín no es judío, pero eso es verdaderamente irrelevante si de lo que se trata es de analizar, oponerse o apoyar la reforma fiscal.

ƑAcaso se refuerza o debilita el argumento del opositor si es judío? Uno de los teóricos mexicanos importantes de la política fiscal fue el fallecido Benjamín Retchkiman, quien fungió como secretario particular de Octaviano Campos Salas; sin embargo, su contribución política y teórica se sustentó en sus conocimientos de economía y no en sus creencias religiosas. No sé en qué cabeza cabe seguir manejando argumentos prejuiciosos para zanjar debates políticos.

Pero, tal vez, poco se puede pedir de tolerancia religiosa en un país que ha sido el principal productor de literatura antisemita en español. A mí me estremece ver personas que portan orgullosamente una cruz gamada, sin ser conscientes que en la teoría de la raza aria de Hitler los morenos no cabían.

O tal vez sería mejor decir que, después de judíos, seguían en la línea gitanos y comunistas.

Por otro lado, y siguiendo en el mundo del sin sentido, cuando surge una situación incomprensible o se quiere señalar una situación ridícula, se dice que si Kafka hubiera nacido en México hubiera sido un autor costumbrista. Me pregunto qué dirían esos comentaristas de enterarse que Kafka era judío y que una de las piezas más importante de su pluma fue la Carta al padre, donde Kafka explora su judaísmo.

Kafka se adelantó a su tiempo, ya que al ser pionero de las novelas de denuncia sobre el poder absolutista (El castillo) y sobre la capacidad de la burocracia para ahogar a la sociedad (El proceso) se estaba refiriendo a todo tipo de sistema que cancela la libertad y que finalmente llega a anular el derecho a la vida, que es el primer derecho humano. No hay duda que el régimen nazi es el que más se adapta a esta definición.

Paradójicamente, Kafka tuvo la "suerte" de morir de tuberculosis, porque de haber vivido, hubiera sufrido el destino de sus hermanas, que murieron en un campo de concentración nazi. No muy lejos de la casa de Kafka en Praga, se instaló en Terenzin uno de los campos de concentración más brutales para lograr la "solución final" a la cuestión judía. Esto es, el exterminio brutal.

Por si el tufillo antisemita del radio no fuera suficiente, me visitó una estudiante de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Chihuahua y le pregunté quién dominaba a la ONU y su Consejo de Seguridad y cuál sería mi sorpresa cuando me respondió: los judíos.

Luego entonces --yo insistí--, el propósito del canciller Castañeda para que México sea parte del Consejo de Seguridad estaría motivado por los judíos, que así pasarían a redondear su dominio. Y aunque usted no lo crea la respuesta fue positiva. Sorprendentemente, esto coincide con algunos de los análisis que sugieren que la reciente reunión de Vicente Fox con parte de la comunidad judía de Estados Unidos implicaría la influencia sobre México cuando acceda al Consejo de Seguridad.

Acepto que ni por accidente se me ocurría que todavía Salvador Borrego sea lectura básica y obligatoria en una escuela de ciencia política y que los estudiantes cayeran en el garlito baratón de la teoría de la conspiración judío-sionista-comunista para explicar los complejos fenómenos mundiales.

No puedo, entonces, menos que preguntar: Ƒen qué se basa la mentalidad discriminatoria, prejuiciada y racista? Algunos sostienen que en el caso del antisemitismo ha influido la versión de la Iglesia de que los judíos mataron a Cristo, pero yo podría avanzar la hipótesis de que un sistema totalitario o autoritario facilita la identificación simplista de un factor que se manipula para atemorizar a la sociedad. Es muy cómodo para el gobierno ubicar a un grupo social que es relativamente vulnerable y presentarlo como el gran peligro para la sociedad. Desde allí es sencillo inflamar los peores sentimientos para lanzar al pueblo, convertido en turba, en contra de ese grupo.

Si se hubiera leído a Kafka políticamente, se hubiera podido prever la tragedia que arrasó a Europa y que todavía hoy mantiene heridas abiertas.

En Hungría están tratando de sobreponerse a la masacre de los gitanos, y muchos jóvenes hoy entienden que el Holocausto no es una lección de historia que se puede dejar atrás. Hoy el riesgo del regreso a la barbarie parece ser más actual que nunca.

En Austria los antisemitas se han acercado peligrosamente al poder, en Estados Unidos los neonazis cada día son más visibles, y en México no falta quien trate de inflamar sentimientos racistas aun al discutir temas como la reforma fiscal. Si esto no es kafkiano, entonces, qué lo será.