Joaquín Gutiérrez Heras ingresa hoy, de manera formal, a la Academia de Artes
Ť Es considerado la primera generación ajena a la escuela de Carlos Chávez que intentó situar su quehacer en la música occidental Ť Mi siglo XX, título del discurso que ofrecerá en la ceremonia
ANGEL VARGAS
Mi siglo XX es el título del discurso con el que Joaquín Gutiérrez Heras ingresará este lunes de manera formal a la Academia de Artes de México, en ceremonia que se realizará en el Museo Nacional de San Carlos, a partir de las 19:00 horas.
Se trata, en realidad, sólo de cumplir un protocolo estatutario, ya que el compositor poblano es miembro de número de ese cuerpo colegiado, en la sección de música, desde agosto de 1995.
"Se me fue el tiempo y además estas cosas de dar discursos se me dificultan bastante", justifica en son de broma Gutiérrez Heras, a quien, con el extinto autor jaliscience Manuel Enríquez, se le ubica en la primera generación --ajena a la escuela de Carlos Chávez, en cuanto a la técnica y a la estética-- que intentó situar su quehacer dentro del contexto de la música occidental a partir de 1950.
Nacido en Tehuacán, en 1927, el creador de Night and Day music se inició en el arte sonoro de manera autodidacta al tiempo que cursaba la carrera de arquitectura, la cual, si bien concluyó, nunca ha ejercido. Estudió en los conservatorios Nacional de México y de París, y obtuvo su Diploma de Composición en la Escuela Julliard de Nueva York. Es uno de los fundadores del grupo Nueva Música.
--¿Qué abordará en su discurso?
--Cuento las situaciones con las que me encontré cuando comencé a escribir música. No se trata, sin embargo, de una recapitulación personal, sino de lo que estaba vigente, de moda en aquel entonces en México y, en general, el mundo, y lo que llegó después. Hablo del nacionalismo, el neoclasisismo, el serialismo, la música indeterminada con todas sus ramificaciones y la música electroacústica. Muchas de estas cosas las menciono en plan de no participante, es decir, las observé pero nunca entré en ellas. Lo electroacústico, por ejemplo, nunca me ha llamado.
--Si bien se hace músico en el auge del nacionalismo mexicano, ¿por qué sólo a una de sus obras, Los cazadores, se le inscribe en ese movimiento?
--Fue una pieza escrita adrede dentro del nacionalismo, ya que era para un ballet que sucedía en una época precortesiana. Por eso tiene bastante sabor nacionalista, aunque no es folclorista. La escribí en los sesenta, cuando el nacionalismo era ya poco común. Por otra parte, creo que prácticamente en todas mis obras se pueden descubrir elementos que provienen del movimiento nacionalista.
--Usted ha declarado que en países como el nuestro no es propio hablar de vanguardias, ¿por qué?.
--Considero que en México los compositores, en general, han estado viendo lo que se hace en otras partes. Y es ilusorio, sentirse de vanguardia cuando se hace eso. No tengo nada en contra de que un autor aproveche lo que otros han descubierto, pero eso no quiere decir que porque se está haciendo lo que otros hacen uno sea vanguardista. Al único que sí consideraría de su propia vanguardia es a Carlos Chávez. Nunca estaba atento a lo que hacían otras gentes y siguió su propio camino. Partió del nacionalismo y luego fue depurando su estilo, alejándose del mexicanismo y algunas de sus obras son totalmente abstractas, pero aun en ellas se puede descubrir un poco la procedencia, la impronta del autor, como sucede con Bartok.
--¿Su incursión en lo atonal no lo convirtió entonces en un compositor de vanguardia?
--No. Más bien siempre uso recursos que, me parece, ya son míos. Pueden ser atonales, aleatorios, pero son recursos que me permito usar porque, siento, son una ampliación de mi lenguaje. No tiene nada que ver con tratar de ser vanguardista; nunca he pretendido serlo.
"Muchas veces los efectos vanguardistas comprometen la obra, la condenan un poco, porque la sitúan y localizan en una época muy definida que, cuando pasa la moda, no trasciende. Pero hay otros, que obedecieron a necesidades reales y que van ampliando el lenguaje normal de la música.
--¿Significa esto que los compositores en ocasiones experimentan aunque sea de manera indeliberada?
--No. Las obras bien hechos no son experimentos, son resultados afirmados. Usted puede hacer experimentos en algunas cosas, por ejemplo yo los he hecho en música para cine, pero una obra no es un experimento, cuando se concreta se maneja lo que se sabe.
--¿Trabaja sobre bases tradicionales?
--Sí, incluyendo lo tradicional en las músicas abstracta, disonante y hasta de escritura indeterminada.
--¿Cómo descubrió usted esas formas?
--Siempre debe ser por el oído y no porque se lea o se asuman teorías. Es algo instintivo. Diría que todos los compositores deben llevarse primero por el instinto y después someterlo a lo académico y a lo teórico. Usted puede estudiar todo lo que quiera, como cuando me interesó saber en qué consistía la música serial, pero creo en el fondo que es el oído el que debe guiar a uno.
--¿Qué influencias de época o de autores asume en sus composiciones?.
--Para mí fue muy importante el descubrimiento de las músicas renacentista, moderna, expresionista y del siglo XX. Lo que queda en medio puede gustarme mucho, pero diría que no hubo influencias muy grandes. Uno aprende de todo lo que se oye. En mi caso, la escuela nacionalista fue muy importante, en especial Carlos Chávez.
--¿Se pueden percibir etapas en su quehacer?
--Si las hay, han sido simultáneas. Es decir, que actualmente soy capaz de escribir algo perfectamente tonal y hay obras de hace bastante tiempo que son menos tonales. No puedo decir que haya etapas muy marcadas.
--¿Se siente satisfecho con su trabajo? ¿Escribió ya su obra, con mayúsculas?
--He escrito poco, me da pena, pero ni modo. No soy un compositor muy productivo ni disciplinado, así que sólo tengo unas cuantas obras. Nunca me siento satisfecho y por eso rehago las obras, porque muchas veces fueron escritas con un plazo definido. Entonces hay partes que no quedaron muy bien y cuando tengo oportunidad las rehago, aunque no a todas.
--Pero esa práctica no es una inercia para crear algo nuevo
--Sí, pero como realmente uno no produce algo que se venda como pan caliente, se puede dar el lujo de rescribir una obra, incluso es algo común entre los autores. Después de todo diría que uno escribe para sí mismo. Alguna vez me reprocharon esto, les pareció poco cívico, pero realmente pasa eso. Uno escribe para sí mismo porque se apuesta algo contra una imagen ideal de la música.