LUNES Ť 7 Ť MAYO Ť 2001

José Cueli

José Tomás, triunfador de la feria sevillana

Tiene su torear todas las características del estilo de los madrileños. José Tomás se llama y es la sobriedad, la armonía, la serenidad y la lógica enmarcadas en el clasicismo de su pase natural, citando a pitón contrario, echando la muleta a la cara del toro al traérselo embebido en la tela, muy templado, cargarle la suerte y rematarlo por debajo de la pala del pitón atrás de la cintura.

De graciosa manera une lo severo con lo elegante, y de tal modo se ensamblan y se mezclan con armonía impecable, lo severo y lo gracioso y con tanto valor y gracia abre la vieja plaza sevillana llena como escenario, que, el conjunto mueve admiración y maravilla. Si la forma de su torear asombra por el alarde en el que pasan los pitones a milímetros de la faja, el interior expresa, encanto y sugestiona por la variadísima riqueza que contiene.

Los madrileños sienten el orgullo de su torero nacido en Galapagar y gustan de la serena quietud de su quehacer torero. Es como si en tráfago activo e impaciente de la vida, la contemplación del arte torero de José Tomás, abriese un momento de remanso. En los días de la feria de Sevilla pura alegría contrastó esa gracia con su seriedad. Paradoja vértice de los grandes del toreo. Como José Tomás triunfador indiscutible de la feria; tres actuaciones, cinco orejas, una cornada, y dos salidas a hombros por la puerta del príncipe.

Las plazas de toros son como la expresión del espíritu de los pueblos que se plasma para el fin de los tiempos. Generaciones y generaciones tallan, esculpen y pulen la plaza, y las generaciones de toreros en su torear dejan, dejaron la permanencia de una espiritualidad que define al pueblo que la creara.

Hoy en día un torero José Tomás dejó el espíritu madrileño en Sevilla.