Lunes en la Ciencia, 7 de mayo del 2001
Demandas de la era del conocimiento en materia de ciencia y tecnología ƑCambio de paradigma? Alejandro Canales Una profunda transformación del Conacyt, tanto en su concepción y operación como en la visión que tendrá de la ciencia y la tecnología; un nuevo paradigma orientado hacia la demanda de conocimiento. Estos fueron algunos de los planteamientos que expresó Jaime Parada Avila, director del Conacyt, en la reunión de hace unas semanas con la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico (Adiat). Las ideas de Parada Avila forman parte del proceso en marcha del diseño de las políticas de la nueva administración gubernamental. El asunto es que en estos primeros meses de gobierno hemos visto mezclas, en proporciones distintas, de intenciones, acciones y reconsideraciones; educación y hacienda son las áreas más sobresalientes, pero no las únicas. En cierto modo no debe sorprender, pues se trata de ajustes en función de factores técnicos y políticos (recursos, viabilidad, ámbitos de competencia, inercias, entre otros). Sin embargo, en el campo de la ciencia y la tecnología la situación parece ser distinta y si consideramos que está en curso el marco de las políticas gubernamentales, tal vez convendría examinar con mayor detalle qué ha ocurrido y qué está proponiendo el director del organismo encargado de la ciencia. Los cinco meses del periodo de transición, del 2 de julio al primero de diciembre del año anterior, prácticamente fueron desaprovechados en el área científica y tecnológica. Peor aún, las cosas se llevaron más atrás del punto de partida. En primer lugar porque públicamente no estuvo claro quiénes tenían o no responsabilidad en la materia. En segundo lugar, porque las rivalidades y los desacuerdos en el equipo foxista fueron claros, lo que seguramente repercutió en una escasa recepción a la convocatoria lanzada a la comunidad académica, cuando no en una indiferencia que persiste. Finalmente, el periodo concluyó y sólo había como diagnóstico algunas cifras que aparecieron en la prensa y la enumeración de propósitos no siempre coincidentes entre sí. No hubo un documento de lineamientos como era lo esperado. Seguramente en las distintas agrupaciones académicas quedó la impresión, por lo menos, de una falta de seriedad para este asunto. En la presentación del gabinete, unos días antes de la toma de posesión de la nueva administración, no figuró el director de Conacyt, aunque sí la directora de la Lotería Nacional. El nombramiento se retrasó un mes y medio. El asunto es si había desinterés del presidente Fox, de negligencia o escasez de perfiles en la cartera de la firma "caza talentos" o, más bien, de búsqueda de equilibrios políticos. La demora, en cualquiera de los casos, tampoco restauró la imagen del periodo anterior ni fue un buen mensaje. Ante los retrasos fue comprensible que no hubiera un balance de los primeros 100 días de gobierno, como fue el caso de otras áreas, pero ya quedó atrás ese periodo y resta por saber qué se está haciendo y si efectivamente estamos en el umbral de un nuevo paradigma. En diferentes formas y medios el actual director de Conacyt ha expresado qué ideas piensa poner en marcha, pero quizás el discurso que pronunció en la 23 reunión de la Adiat -de la cual, por cierto, fue fundador y secretario- sea el que mejor las condense. Los llamó paradigmas -quizás más en el sentido de "ejemplar" o "modelo" y no en el uso khuniano del término- y son seis: un enfoque orientado hacia la demanda de conocimiento, ampliar las fuentes de financiamiento, impulsar el desarrollo regional, preocuparse por la formación de recursos humanos, fomento a la inversión privada en ciencia y tecnología, aprovechar la cooperación técnica internacional, y la comunicación y difusión de la ciencia y la tecnología. El primer "paradigma", el orden denota su importancia, es el más sobresaliente y el que tendría mayores repercusiones -no necesariamente las esperadas- de llevarse realmente a efecto. El director de Conacyt expresó que, contrariamente a lo realizado en los años anteriores en los que se fortaleció la oferta de conocimiento, ahora tomaría lugar un enfoque centrado en la demanda de conocimiento y en el que no tendría cabida la frontera entre ciencia y tecnología: "El nuevo paradigma que plantea esta administración es, en primer lugar, cómo podemos realizar el conocimiento, la producción de ciencia y tecnología, con un enfoque hacia la demanda..." Quizás uno de los principales problemas con los funcionarios de la nueva administración es que están más preocupados por cumplir a golpe de frases las expectativas de cambio que han generado, en lugar de ponderar lo que se ha hecho y enfrentar realmente los desafíos. En esta área se llama "nuevo paradigma", en educación se dijo que "inicia la revolución educativa" y a las reformas fiscales que están en ciernes se les denominó "Nueva Hacienda Pública Distributiva". Frases más de efecto mediático y menos destinadas a los problemas. ƑRealmente se piensa que es posible y deseable poner en marcha un enfoque centrado en la demanda o borrar paradigmáticamente la distinción entre investigación básica y aplicada? ƑSe conocen los efectos que ha producido su instrumentación en el campo educativo? Sin duda se deben atender las necesidades de la sociedad o los requerimientos del sector productivo, pero el problema es que cuando se habla de la demanda generalmente se tiene en mente sólo a la investigación aplicada y expresamente las solicitudes de las corporaciones y sus patrocinios. Tampoco hay duda de que los lineamientos de una política estatal no pueden ser tan estrechos. Debe reconocerse, ante todo, que no es fortuito que hoy estemos en la llamada era del conocimiento, que las áreas del conocimiento son múltiples, que los problemas nacionales no son únicamente los del sector productivo, y que la investigación básica y aplicada tienen sus propios códigos y formas de trabajo. El autor es investigador del Seminario de Educación Superior CESU-UNAM |