viernes Ť 11 Ť mayo Ť 2001

Luis Javier Garrido

La desaceleración

La desaceleración económica, confirmada por el gobierno de Vicente Fox al anunciar hoy (11 de mayo) un importante recorte presupuestal, es mucho más que eso: es el signo de que en esta nueva ofensiva del capital financiero transnacional, el gobierno mexicano sigue menospreciando a la sociedad.

1. El gobierno foxista ha entrado, a menos de seis meses de estar en funciones, en una peligrosa pendiente que reconoce un buen número de medios, la cual se manifiesta no sólo en lo político, por su incapacidad para impulsar una reforma del Estado o alcanzar la paz con el EZLN y por su connivencia con los intereses del narco y del antiguo régimen, sino por su manejo de la economía, que está llevando a amplios sectores de mexicanos a una situación aún más crítica, y que no pueden entender el argumento de Hacienda de que la desaceleración no es una crisis.

2. La pregunta que se hacen los publicistas del régimen es por ello si podrán seguir controlando el descontento social por la vía de la propaganda.

3. La tesis oficial en el sentido de que se habrían terminado las crisis sexenales y de que México viviría un cambio de gobierno sin sobresaltos se ha venido por tierra, al igual que las promesas de campaña de Vicente Fox, que ofreció a los mexicanos una mejoría en su situación económica y social y les está dando un deterioro en sus condiciones de vida. La economía, en vez de crecer 7 por ciento, como lo ofreció Fox en su campaña, estará en el 3 por ciento, y el desempleo, en vez de decrecer está aumentando, sin que por ello varíe el mensaje triunfalista que los publicistas hacen decir a los funcionarios actuales.

4. El gobierno de Vicente Fox está enviando a los mexicanos, para justificarse por todos los signos negativos que se avizoran en la economía y en la política, el mismo mensaje que se escuchó durante las administraciones de Salinas y de Zedillo, en el sentido de que son las resistencias de los sectores más atrasados de los partidos, aunadas a la recesión en Estados Unidos, el factor que impide que el país tenga las políticas que se requieren. Fox proclamaba como candidato que "sí se puede", y ya como Presidente sostiene, por el contrario, que quiere pero no puede, y desde luego que su administración no es responsable por ello.

5. La "desaceleración económica" entraña más cambios de los que muchos suponen y se manifiesta no sólo en la inflación y el desempleo sino en una desmovilización de la sociedad, y una consecuencia política de ello es que el proyecto de reforma del Estado, que Fox había aceptado durante su campaña, y que debería sustentar a un nuevo régimen democrático y justificar "la transición", fue archivado quedándose en la propuesta de una serie de modificaciones constitucionales poco trascendentes que se pretende pactar con los partidos y al margen de la sociedad, todo en vistas a las elecciones intermedias del 2003. Tanto la abortada Mesa para la Reforma del Estado, que organizara Porfirio Muñoz Ledo en el otoño de 2000 en una casona de la colonia del Valle, y que a fin de cuentas sólo sirvió para acercar a los llamados intelectuales de la izquierda light con el foxismo, como la nueva Mesa para la Reforma Constitucional, organizada después del 5 de febrero por Santiago Creel en Bucareli, no fueron imaginadas más que para convalidar el proyecto foxista, que no prevé en lo político más cambios que los ya anunciados en función de los intereses de los partidos y no de los ciudadanos: elección presidencial a dos vueltas, referéndums limitados y en manos del gobierno, modificaciones irrelevantes a la legislación electoral. Nada que pudiese permitir a la sociedad acotar en el futuro el poder del Ejecutivo y de los partidos.

6. Los primeros meses del "nuevo régimen" confirman así que para quienes administran el proyecto neoliberal en América Latina no hay más posibilidad de imponer los intereses transnacionales que la de seguir haciendo pagar el costo de sus políticas a las mayorías, es decir, gobernar en la crisis, aunque ésta se encubre tras muchos nombres como el de "desaceleración".

7. La miopía política del equipo foxista, a la que muchos analistas pretenden adjudicar la responsabilidad por el derrotero que está abiertamente tomando la nueva administración, no es la única explicación de lo que acontece, y un factor que aparece como determinante de las acciones del régimen es su subordinación a los intereses financieros internacionales y su sometimiento a Washington, desde donde Vicente Fox le anunció a los mexicanos el plan de ajuste (4 de mayo), de ahí que sus políticas sean tan similares a las de los sexenios de Salinas y de Zedillo. Y esto no es evaluado por los legisladores, quienes tampoco han entendido la necesidad de cambiar la naturaleza del régimen.

8. La única reforma estructural de importancia que se ha planteado en los últimos años en México, impulsada y defendida desde la sociedad, es la del reconocimiento constitucional de los derechos de los pueblos indios en los términos de la ley Cocopa, y quienes hasta ahora se han opuesto a ella tendrán que cargar con la responsabilidad histórica por haber saboteado el proceso de transición política. La reforma le habría permitido al nuevo gobierno contribuir desde sus inicios a impulsar un verdadero cambio de las estructuras sociales del país, en el que las comunidades, dotadas de personalidad legal y en plena autonomía, pudiesen ser el sustento de una organización social más justa, pero quienes gobiernan a México han preferido mantener las estructuras económicas y políticas del pasado.

9. ƑCreerá la clase política que una contrarreforma constitucional va a frenar la voluntad de las comunidades indígenas de ser autónomas?

10. La sociedad no puede enfrentar las políticas monetaristas más que a través de la resistencia civil, y es muy difícil que pueda oponerse a las políticas de alza de precios, de despidos, de retiros "voluntarios" anticipados y, al mismo tiempo, plantear desde sus comunidades nuevas formas de organización social, y tratar de acotar a quienes gobiernan, pero esa es la única vía para el cambio: para que todo no siga siendo igual.