viernes Ť 11 Ť mayo Ť 2001

Gilberto López y Rivas

Chiapas: más allá de la simulación

Mientras la sociedad civil y el movimiento indígena nacional se aprestan de nueva cuenta a dar la lucha por la ley Cocopa, la libre determinación y las autonomías de los pueblos indios, la situación militar y social existente en Chiapas es muy similar a la que prevaleció a lo largo del sexenio anterior. Pero esta vez con un agravante: la simulación.

Como se hace constar en un informe elaborado por la Caravana Mexicana para Todos Todo, el estado del sureste mexicano continúa militarizado y sigue la población indígena siendo víctima de la masiva presencia castrense. Pese a la propaganda oficialista en los ámbitos nacional e internacional, aún están en funcionamiento las 252 posiciones del Ejército denunciadas en su momento, y el número de efectivos castrenses en la entidad es el mismo de antes del 1 de diciembre, sólo que su despliegue y desplazamientos intentan ser discretos después de la evacuación de tropas de las siete posiciones demandadas por el EZLN. Como "gran medida de distensión", el gobierno ha movido algunos destacamentos en un promedio de 4 kilómetros de sus guarniciones originales, pero ahí están los soldados, no se han marchado, siguen los recorridos y la vigilancia.

Se ha mantenido, e incluso incrementado, la labor de inteligencia militar, como lo señala el informe de la caravana: "los habitantes de Oventic y La Realidad denuncian que los militares, vestidos de civil, andan en sus comunidades, y que incluso se han dejado crecer el cabello para perder el corte de pelo reglamentario que antes los hacía fácilmente identificables". En Roberto Barrios, miembros del concejo autónomo informaron que los soldados utilizan a los niños de padres priístas para conseguir información de las comunidades.

Más aún, lejos de contener a los grupos paramilitares como Paz y Justicia (cuyos dirigentes han sido liberados inexplicablemente), éstos siguen generando múltiples conflictos, cerrando caminos, aplicando una política de terror, asesinatos y de agresiones constantes contra las comunidades zapatistas, apoyados, como siempre, por las viejas estructuras municipal y comunal priístas, y gozando de la complicidad por omisión y comisión del Ejército y los cuerpos de seguridad de diversas dependencias gubernamentales. Con un militar como procurador general de la República, poca atención se ha dado a la denuncia que presentamos ante la PGR sobre las actividades de estos grupos y sus presuntas relaciones con las fuerzas armadas y las familias oligárquicas por todos conocidas.

Mientras el jefe del Ejecutivo aparece frente a la opinión pública sin una estrategia definida para enfrentar la crisis política que ocasionó la aprobación por el Congreso de la Unión de la ley indígena engendro, no ha cumplido en los hechos con su compromiso de contribuir al proceso de paz en la propia entidad chiapaneca, solapando y auspiciando la cotidianidad de la injusticia, impunidad e ignominia.

Han seguido proliferando entre la población enfermedades venéreas, antes de la militarización no tan expandidas, ya que junto con el Ejército llegaron la prostitución, las violaciones, el maltrato físico y psíquico a los infantes, el alcoholismo y otras drogas. En la comunidad de Oventic recientemente se diagnosticó a cuatro mujeres contagiadas de VIH después de haber sido violadas por soldados. Resulta escalofriante leer en el informe de la caravana que mujeres del municipio Roberto Barrios son entregadas por sus familiares a los militares. También, "desplazados en Polhó dieron testimonio de que simpatizantes priístas llevan drogas, alcohol y prostitutas a los soldados del campamento de Majomut", señala el informe.

La violencia contra las mujeres no termina ahí. Prácticamente se ha institucionalizado a través de los centros de salud y hospitales, donde hay listas negras y en donde sin su consentimiento las indígenas son sometidas a operaciones posparto de esterilización. Los problemas de salud también afectan las expectativas de vida de miles de niños que cotidianamente enfrentan enfermedades respiratorias y gastrointestinales. Enfermedades que si bien en la urbe se podrían atender con una inyección o un suero, allá cobran vidas por falta de atención médica o por la insalubridad que les circunda. Tal es el caso de los desplazados de Polhó, quienes, despojados de sus tierras, no encuentran fuente de alimentación y viven en condiciones insalubres.

Ante esta continuidad de contrainsurgencia, miseria y abandono: Ƒqué hace el gobierno de Vicente Fox, más allá de la simulación de sus ambiguas y contradictorias declaraciones? ƑQué hace para enfrentar con efectividad las causas y condiciones que originaron el conflicto armado en Chiapas? ƑCuál va a ser la estrategia a seguir por parte del Ejecutivo y la Cocopa ante el evidente fracaso del trabajo legislativo del Congreso de la Unión y la renovada suspensión del diálogo?

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