lunes Ť 14 Ť mayo Ť 2001
Armando Labra
Nueva democracia, viejos demócratas
No es en realidad poco tiempo el transcurrido por el actual gobierno federal como para no poder apreciar sus verdaderas potencialidades y limitaciones. Todos queremos ver los resultados prometidos ya, ya, hoy, hoy.
No los vamos a ver así. Y otros no los vamos a ver, punto. Lo sabe el Presidente, lo sabemos todos, pero ciertamente está en juego algo fundamental: la palabra. Se criticó siempre la manipulación del decir de los gobernantes priístas, y por ello muchos electores quisieron creer que un candidato panista finalmente habría de extirpar el abuso de la palabra como práctica política.
Ahora, todos sabemos que, más que antaño, no se cumplirá. Que no es de Fox sino de todos el paquete de hacer avanzar al país, a pesar del doloroso desdoro de la palabra presidencial, de suyo sometida a una aparente campechanez que esconde tanto la ignorancia como la sorpresa evidentes sobre la complejidad de los menesteres del poder y del gobierno. Y el gabinetazo... bueno...
A partir de esa realidad, resulta necesario poner a un lado a las personas, y dirigir la mirada hacia los procesos políticos en que se organiza y manifiesta la sociedad frente al poder, que es lo verdaderamente importante para la nueva democracia que queremos. Veamos a los partidos políticos.
ƑPero, qué pasa con los partidos? Uno por ganar y los otros por perder se encuentran en un franco y profundo cisma, el más grave, claro, el del PRI. En común, los partidos políticos importantes de México comparten y padecen hoy un mal muy grave: carecen de los elementos sustanciales que definen a cualquier partido político en un sistema democrático.
Y los elementos necesarios son sólo tres: ideología, liderazgo y disciplina. Con ellos se logra atraer al militante, al simpatizante, al elector, en torno a un propósito común convertido en gobernantes y en gobierno. Sin ellos, se pueden ganar las elecciones, como queda ampliamente constatado hoy y desde hace mucho tiempo, pero no se gobierna, y menos aún, para el pueblo.
En efecto, ningún partido cuenta con una oferta política a la nación, con un proyecto nacional, no digamos visionario, ni siquiera actual. ƑLíderes? Usted dirá. ƑDisciplina?...
ƑExiste la aptitud, la sensibilidad para generar desde el seno del PRI, del PAN, del PRD la oferta política adecuada a sus respectivos compromisos doctrinarios o estamos bordando en torno a una nueva democracia con personas e ideas ancladas en dogmas de viejos demócratas anquilosados?
Como sea, avanzar no resulta fácil porque, Ƒusted piensa que podrán, por ejemplo, los priístas despojarse de su infinita capacidad de autocensura-para-no-equivocarse? ƑPodrán los panistas conocer al país un poco? ƑLos perredistas podrán superar su ancestral canibalismo?
El PRI tiene el compromiso con sus electores, los más pobres del país y ahí debe asentar su reflexión, su oferta, si quiere ser práctico, congruente y exitoso. El PAN nunca tuvo ideología ni proyecto, pero ahora pudiera construir una plataforma a partir de sus electores de clase media, que son su fuerte. Por su lado, el PRD tiene una clientela potencial en las organizaciones de trabajadores con las cuales no ha logrado asentar una acción sistemática ni productiva.
Los tres partidos grandes tienen experiencia, personalidades y talento, pero sólo después de definir y demostrar sus respectivos compromisos ideológicos y en el camino prohijar nuevos liderazgos sociales y políticos, podrán aspirar --los que sobrevivan, más los nuevos que surjan-- a ser creíbles y convincentes no sólo el día de las elecciones. Y sólo así será consistente la disciplina de sus militantes. El tiempo apremia, pero sin duda, se puede si se comienza ya, ya ya, hoy, hoy, hoy.