Entrevista con Jacob Palis, premio México de Ciencia y Tecnología
La ilusión del progreso
KARINA AVILES
Para ser matemático, poeta o músico se requieren de dos condiciones: "pasión y talento". Jacob Palis, uno de los miembros más destacados de la ciencia matemática en Iberoamérica -a quien el gobierno federal acaba de entregar el Premio México de Ciencia y Tecnología 2000-, habla de las "pasiones profundas" que encierra esa disciplina y advierte que la tendencia actual por abandonar las humanidades y la ciencia básica "con la ilusión del progreso económico y tecnológico" implicaría un "retroceso" y un "colapso de la civilización", porque son absolutamente esenciales para el desarrollo social, económico y autosustentable de los pueblos.
Considera fundamental la existencia de un "equilibrio" entre las carreras de supuesto éxito en los mercados y las de las ciencias básicas y humanísticas. Por ello, manifiesta que los gobiernos de los países debieran ser "más activistas" en incentivar la formación en disciplinas como la matemática, la filosofía o la literatura, cuyo aprendizaje, "hasta cierto punto", va a la baja a nivel mundial en perjuicio del desarrollo de las naciones.
El científico brasileño -quien trabajó con Steve Smale, uno de los más grandes matemáticos del siglo XX- es reconocido en el escenario científico mundial por sus contribuciones que van "desde innovadores teoremas y conjeturas que ayudaron a formar una nueva visión de los sistemas dinámicos, al entrenamiento de jóvenes investigadores y el soporte activo a centros de investigaciones científicas internacionales".
En entrevista, Palis lanza la propuesta de iniciar un movimiento: primero, a nivel de cada país, y después de las regiones para "recuperar estas carreras" y difundir que son absolutamente esenciales para el desarrollo y la autosustentabilidad de los países.
El primer paso, quizá el más importante, es que exista conciencia de nuestras propias comunidades, de nuestros países, sobre el proceso que llevan las disciplinas de los campos referidos, destaca. "A nivel individual evidentemente que no podemos hacer sentir el problema, pero en la comunidad, en la sociedad y en el gobierno sí cabe estimular que los jóvenes de talento vayan encaminados a las ciencias básicas y las humanidades. Esto es posible".
Por otro lado, es verdad que los científicos de dichas disciplinas deben estimular más la formación de profesionistas para hacer posible que los jóvenes "preserven" estas ciencias y "no se dediquen exclusivamente a otras carreras que quizá tienen un efecto muy rápido, pero que por sí mismo no tendrá sustentación con el tiempo", enfatiza.
Además, añade, los científicos tienen que participar con mayor presencia del proceso productivo y de la implementación de políticas públicas: "No podemos estar muy lejanos de ello en nombre de la belleza de la ciencia, de la belleza de las conquistas intelectuales. Es una doble responsabilidad. Creo que muchos de nosotros tenemos ahora con mayor claridad esta visión global, no monolítica. Tenemos que hacer ciencia básica y humanidades".
Otros de los elementos para incentivar dichas áreas tienen que ver con la compensación, desde el entusiasmo, la búsqueda de talentos y de condiciones de trabajo apropiadas, inclusive de remuneración, agrega.
Los efectos de la globalización
Para Palis no se trata de una imposición gubernamental, sino uno de los efectos de la globalización económica el hecho de que ahora la mayoría estudie una carrera como contaduría o administración de empresas. "Lo que pasa es que simplemente se deja que las cosas caminen como caminan, con un gran énfasis en la globalización económica".
De cualquier manera, afirma que las disciplinas humanísticas y de la ciencia básica "no se extinguirán", porque "sería una ilusión pensar que todo se puede hacer muy práctico, muy inmediato y sin tener una parte de sustentación".
-ƑQué pasaría a nivel mundial si cada vez hay menos profesionistas en estas áreas?
-Un colapso de la civilización. Por eso estoy seguro que no va a suceder.
A lo anterior, añade: "Sería retroceder en muchos puntos de vista con la ilusión del progreso económico y tecnológico. Por eso debe haber un equilibrio entre las diferentes carreras", enfatiza.
Sinfonía con números, con ideas
Relajado, con una visible emoción por contar, por hacer saber acerca de las matemáticas -una de las disciplinas que, reconoce, "es de las más odiadas"-, Palis expresa que un matemático no es muy distinto de un poeta o de un músico porque sus motivaciones son las mismas: "la pasión y el talento".
Hacer matemáticas es como componer una sinfonía "con números, pero también con ideas". Por ello, a todos aquellos que piensan que las matemáticas se reducen a números les dice que no es así. "El matemático persigue ideas y hay que comprobar si son verdaderas o no mediante una serie de verdades simples que aceptamos como base".
Esas ideas no sólo provienen desde el interior de esa ciencia. También pueden ser motivadas desde el exterior. "Por ejemplo, una buena parte de la matemática se desarrolló porque la gente miró al cielo y a través de los años se percibió que los astros tienen posiciones especiales dependiendo de la ocasión".
Para enseñar bien las matemáticas hay que hacer lo mismo, dice. Se deben buscar incentivos externos y para hacerlo es necesaria "una buena formación de pasión". Para explicar el triángulo-rectángulo sería interesante hablar de las pirámides, ejemplifica. La matemática es, por naturaleza, más abstracta que otras áreas del conocimiento, y por ello opina que la manera de enseñarla es haciéndola "lo menos abstracta posible".
Jacob Palis, distinguido con el Premio Interamericano de Ciencias de la Organización de Estados Americanos; de la Academia del Tercer Mundo, entre otros y doctor honoris causa de varias universidades, concluye: "La belleza de descubrir algo nuevo en matemáticas es una emoción casi indescriptible".
-ƑQué pasaría a nivel mundial si cada vez hay menos profesionistas en estas áreas?
-Un colapso de la civilización. Por eso estoy seguro que no va a suceder.
A lo anterior, añade: "Sería retroceder en muchos puntos de vista con la ilusión del progreso económico y tecnológico. Por eso debe haber un equilibrio entre las diferentes carreras", enfatiza.
Sinfonía con números, con ideas
Relajado, con una visible emoción por contar, por hacer saber acerca de las matemáticas -una de las disciplinas que, reconoce, "es de las más odiadas"- Palis expresa que un matemático no es muy distinto de un poeta o de un músico porque sus motivaciones son las mismas: "la pasión y el talento".
Hacer matemáticas es como componer una sinfonía "con números, pero también con ideas". Por ello, a todos aquellos que piensan que las matemáticas se reducen a números les dice que no es así. "El matemático persigue ideas y hay que comprobar si son verdaderas o no mediante una serie de verdades simples que aceptamos como base".
Esas ideas no sólo provienen desde el interior de esa ciencia. También pueden ser motivadas desde el exterior. "Por ejemplo, una buena parte de la matemática se desarrolló porque la gente miró al cielo y a través de los años se percibió que los astros tienen posiciones especiales dependiendo de la ocasión".
Para enseñar bien las matemáticas hay que hacer lo mismo, dice. Se deben buscar incentivos externos y para hacerlo es necesario "una buena formación de pasión". Para explicar el triángulo-rectángulo sería interesante hablar de las pirámides, ejemplifica. La matemática es, por naturaleza, más abstracta que otras áreas del conocimiento, y por ello opina que la manera de enseñarla es haciéndola "lo menos abstracta posible".
Jacob Palis, distinguido con el Premio Interamericano de Ciencias de la Organización de Estados Americanos; de la Academia del Tercer Mundo, entre otros y doctor honoris causa de varias universidades, concluye: "La belleza de descubrir algo nuevo en matemáticas es una emoción casi indescriptible".