LUNES Ť 14 Ť MAYO Ť 2001
Cuando Jaguares nació, el éxito ya estaba ahí
Chava Rock
Jaguares no es una banda seminal, no es la banda más importante de rock mexicano. No lo es, ni creo que lo pretenda. Jaguares es un cúmulo de experiencias que se expresan a través de un personaje: Saúl Alfonso Hernández Estrada, alías El Chato (15 de enero de 1964).
La enseñanza más grande del Jaguar Mayor ha sido aprender de esas experiencias y no tropezar con las mismas piedras. Su historia musical se empezó a escribir hace 22 años y alcanzó mayor plenitud en la era de Caifanes (1987-1995).
El legado de esta banda es de gran importancia, pues hizo de su música una profesión y un oficio; gracias al sendero trazado por Caifanes. Quien, por curiosidad, visite en internet la página de Jaguares (www.jaguaresmx.com) y haga click en el apartado de biografía, se dará cuenta que, como buena historia del grupo, miente: "... los Caifanes llegaron a ser la banda más importante del rock nacional... en los años ochenta para darle una identidad propia".
La verdad es que el rock mexicano ya tenía una identidad (aunque hay quienes piensan que nunca ha sido así) antes de Caifanes. Resulta difícil también afirmar que la banda de rock mexicano más importante fue Caifanes y ahora es Jaguares. Lo que sí es un hecho es que La Negra Tomasa (1988), en versión de Sabo Romo, Diego Herrera, Alfonso André y Saúl Hernández, sí fue un parteaguas en el rock mexicano, como lo fue el festival de Avándaro (1971); como debieron de ser las rolas Caminata Cerebral, de Love Army, y Nasty Sex, de La Revolución de Emiliano Zapata.
He aquí parte de la valía de Saúl Hernández y de sus compañeros, que de algún modo asimilaron el éxito. Como comprenderemos, al entonces cuarteto se le abrieron muchas puertas, incluso les propusieron interpretar su famoso cover para la película La Negra Tomasa; aprendieron a saber qué les convenía y qué no. Por supuesto rechazaron la propuesta, tal y como se negaron en ese mismo tiempo a posar para aparecer en la portada de Eres. Sin embargo, el tiempo transformó sus convicciones y su visión de las cosas. Sául y sus amigos son labradores de su propio destino, sembraron y cosecharon.
Otra enseñanza a la escena nacional fue el cuidado de sus producciones. Antes, en términos generales, los grupos no se preocupaban por este aspecto; Saúl, desde la era Caifán contó primero con la producción del argentino Oscar Cachorro López; para el segundo álbum se incorporó el también argentino Gustavo Santaolalla, así como Daniel Freiberg. En este momento, dentro de la industria, el grupo llevaba la estafeta, por eso cuando pedía como productor a Adrián Belew, se le concedía. Finalmente, Greg Ladanyi fue el último productor de Caifanes.
Con Jaguares, en El equilibrio de los... debutó ni más ni menos que con Don Was, viejo rodante que ha trabajado con nuestras Satánicas Majestades. El siguiente álbum (doble), Bajo el azul de tu misterio, que contiene un disco en estudio y otro en vivo, la producción fue de Greg Ladanyi, en colaboración con la banda.
Ahora, Saúl y Alfonso comparten créditos como productores de su próximo plato, titulado Cuando la sangre galopa. Caifanes-Jaguares es de las pocas bandas que se preocupa por realizar giras por toda la República Mexicana, pisar los foros más diversos de la capital y el área metropolitana.
En los setenta y ochenta sólo los Dug Dugs y, ocasionalmente, el Three souls in my mind peinaban distintas poblaciones del país. Hoy, el Tri y Jaguares son los más solicitados.
El primer concierto de Jaguares no fue el 13 de septiembre del 96 en el Auditorio Nacional, como muchos piensan; sino que lo realizó días antes en el Multiforo Alicia, no porque quisiera alternar con Panteón Rococó o una de las bandas de casa, no porque careciera de un lugar para tocar, no porque no tuviera los medios para hacerlo; lo hizo porque su debut debería ser en un lugar pequeño, algo más cercano a sus raíces.
Otra enseñanza del Jaguar fue lo extramusical, el aprender a negociar con la industria, a saber venderse. Exigir a su disquera y condicionar a los promotores de sus conciertos, aspecto que muy pocas bandas en México pueden hacer.
En efecto, cuando Jaguares nació, el éxito ya estaba ahí. Pero el camino no es fácil, faltan muchos aspectos por pulir. Porque no deja de parecer irrisorio que por el hecho de ser Saúl Hernández se le rinda pleitesía, y que incluso haya quienes cataloguen al Chato como el mejor vocalista de rock, pese a los problemas evidentes que llegó a tener en su garganta.
Los argentinos dicen que en su país a Charly García y a Maradona se les perdona todo, incluso que toquen para el presidente. Quizá en México no se le cuestione a Jaguares su polémica participación en el concierto Unidos por la Paz, convocado por Televisa y TV Azteca; pero ya va siendo hora de que también los admiradores de la banda sean más críticos, para que las agrupaciones en turno crezcan de forma vertical y no de forma lineal, como a veces parece crecer el rock mexicano.