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México, D.F. lunes 14 de mayo de 2001
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Editorial

 EUSKADI: LA DERROTA DE LOS EXTREMOS

SOLEn los históricos comicios realizados ayer en el País Vasco los electores optaron mayoritariamente por el regionalismo moderado y dialogante del Partido Nacionalista Vasco (PNV), y cerraron el paso a las posturas extremistas e intolerantes que han perpetuado y ahondado el conflicto que padece esa región: el radicalismo independentista de ETA y sus alrededores políticos de Euskal Herritarrok (EH), por un lado y, por el otro, el radicalismo españolista del Partido Popular, gobernante en Madrid, y su aliado de facto en el País Vasco, el Partido Socialista de Euskadi, patente electoral local del PSOE.

La drástica contracción de los espacios parlamentarios de EH (que pasa de 14 a siete escaños en el parlamento de Vitoria) constituye una clara muestra de repudio del electorado a una organización que, siendo considerada por la generalidad de los medios españoles como "el brazo político" de ETA, se ha negado persistentemente a deslindarse de la violencia ciega de los etarras. Esta caída del voto independentista radical no es un dato menor, si se considera que el caudal electoral de Herri Batasuna o Euskal Herritarrok ha sido utilizado, de manera correcta o no, como argumento de respaldo de un sector de la sociedad a ETA e incluso a sus métodos criminales.

Igualmente significativa ha sido la derrota del bando españolista, representado por el PP y el PSE, el cual, con el respaldo de los medios informativos de Madrid, recurrió, a lo largo de la campaña y desde antes, a una sistemática distorsión de la realidad política vasca, al acusar a los nacionalistas de todos los signos de complicidad con ETA y de pretender, en el País Vasco, una supuesta "limpieza étnica" de españoles. En su momento, el líder del PNV, Xavier Arzalluz, señaló los "niveles delictivos" a los que habían llegado el presidente del gobierno español, José María Aznar, y su ex ministro del interior y candidato a lehendakari, Jaime Mayor Oreja, en la manipulación de los medios informativos para propiciar una atmósfera de linchamiento contra el conjunto de las organizaciones vascas.

Si a estos "niveles delictivos" se agrega la guerra sucia emprendida en el País Vasco por el PSOE cuando estuvo en el poder en Madrid, cabe concluir que, en su afán por aplastar el separatismo vasco, las organizaciones del bando españolista han quebrantado, desde el extremo opuesto a ETA, la legalidad y el estado de derecho.

Cada cual desde su extremismo y su ceguera y con sus métodos propios, la banda armada y la clase política de Madrid confluyeron en el empeño de colocar a la sociedad vasca entre la espada y la pared. Cada cual desde sus propios intereses, ETA y el radicalismo independentista, por un lado, y la coalición de facto PP-PSE, por la otra, buscaron hacer intransitable para el nacionalismo vasco la vía política, parlamentaria y pacífica. Ambos fueron derrotados ayer. La sociedad de Euskadi, que acudía en un 80 por ciento insólito a las urnas, demostró así que en su mayoría está por la razón y que no es posible engañarla, atemorizarla o presionarla.

Cabe esperar que, en esa medida, y como lo señaló ayer mismo el lehendakari Juan José Ibarretxe, los resultados electorales comentados abran "las puertas de la ilusión y el diálogo" en el País Vasco.
 

 

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