martes Ť 15 Ť mayo Ť 2001

Marco Rascón

102.1 FM, monopolio de libertad

La ciudad de México debe sentirse orgullosa: un colectivo transmite con sus propios recursos desde la Casa de la Cultura La Pirámide a más de un millón de habitantes capitalinos. Una radio pública de calidad desde un espacio público.

La Voladora se localiza en el 102.1 del cuadrante de FM y desde el surponiente baña las tardes de jueves a domingos gran parte de las demarcaciones Benito Juárez, Alvaro Obregón, Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc. La progamación incluye producción musical, intelectual y artística de grupos sociales y de jóvenes que han hecho de la transmisión y la producción un ejercicio de calidad y de libertad de expresión.

La transmisión ejemplifica la añeja lucha de la sociedad por contar con medios alternativos, sea radio o televisión, que sean de su propiedad y que estén a su servicio, y rompe, además, con el esquema de propiedad exclusiva del espacio, hoy en manos de empresarios privados y del Estado, que son uno solo, porque finalmente tienen los mismos intereses.

En esta era mediática, La Voladora rompe con el monopolio y construye uno propio para garantizar la libertad de expresión de todos. Los productores y constructores de esta transmisión rebasan en los hechos el esquema oligárquico de la comunicación y los bodrios de la programación oficialista. Los jóvenes comunicadores muestran ante el micrófono madurez y creatividad, saben que estar al aire es poder y por ello mismo el tiempo es más valioso que el cronológico porque es político.

Si gobernar es comunicar y comunicar es gobernar, desde esa zona de la ciudad ha nacido un nuevo poder popular de vanguardia, y esto en sí mismo constituye un hecho histórico porque recoge las intentonas anteriores y ha tenido una continuidad y desarrollo gracias a la voluntad de un grupo cuya coherencia ya no existe ni en los partidos políticos ni en los gobiernos.

Para estos últimos, el surgimiento de La Voladora puede ser interpretado como un peligro para la hegemonía y el control social. Pese a los intentos de la anterior Legislatura de reformar la política de concesiones, ésta continúa intacta debido a la presión en contra de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión, que sigue en manos de las cinco familias poseedoras del monopolio de la televisión y la radio en México y que han impedido la comunicación directa, comunitaria y pública de los mexicanos.

Frente a la globalización de las señales y a la expansión de las transmisiones satelitales que brindan la oportunidad de ver imágenes a través de las televisiones de todo el mundo, se requiere construir y ejercer la alternativa para comunicarse localmente y que existan frecuencias para procesar la vida local. Si un país intenta fortalecer su economía, necesariamente también debe fortalecer la comunicación local para dar espacio a la promoción de actividades en ese ámbito, del trato cercano, de prestadores de servicios, productores y consumidores. Arrebatarle tiempo de transmisión a los poderes trasnacionales es fortalecer los lazos comunitarios y construir nuestra identidad cultural y soberanía. Por eso, este nuevo ejercicio de comunicación debe ser apoyado y la mejor manera es escucharlo y comunicándonos, produciendo ideas y obra para La Voladora.

Esta radio debe estar en manos no sólo de jóvenes, sino abrirse a todos los sectores y generar un debate intenso en esta coyuntura donde los medios son todo: los que hacen de un hecho el acontecimiento total, los que usan la palabra para no decir nada ni educar ni informar objetivamente, los que usan su fuerza sólo para generar el culto ideológico de sus intereses.

La Voladora en 102.1 FM es para escucharse en el coche o desde la casa; se escucha bien con sus 20 vatios de potencia y no afecta el cuadrante. Su presencia es un derecho de manifestación que no contamina y no causa embotellamientos --salvo a las mentalidades autoritarias y locas que se encubren bajo el manto de la nueva democracia. Es, sobre todo, un llamado a los senadores y diputados para legislar pronto y abrir este espacio de comunicación local y comunitario, cuyo protagonista no es ni la empresa privada ni el Estado, sino la sociedad.

La Voladora es un acontecimiento histórico porque es un cambio real, tangible y positivo para miles de ciudadanos.