LEY INDIGENA: ROMPER EL ESTANCAMIENTO
Tras la aprobación legislativa de las desvirtuadas
y mutiladas reformas constitucio- nales en materia de derecho y cultura
indígenas, a fines de abril pasado, y del rechazo del Congreso Nacional
Indígena (CNI) y del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) a tales modificaciones, el conflicto chiapaneco y la situación
general de los indígenas en el país han vuelto a una indeseable
situación de estancamiento e indefinición que es preciso
y urgente revertir.
En tal circunstancia, debe leerse con atención
el anuncio formulado por el comisionado gubernamental para la paz en Chiapas,
Luis H. Alvarez, en el sentido de que el Ejecutivo federal impulsará
una "nueva estrategia" para resolver el conflicto, y que buscará
subsanar las reivindicaciones indígenas que a la postre fueron excluidas
de la reforma constitucional por unas coordinaciones parlamentarias que
no fueron capaces, en su momento, de responder a los intereses nacionales
ni al reclamo de paz y dignidad que se extiende por amplios y mayoritarios
sectores sociales.
El funcionario no mencionó detalles de esta nueva
estrategia, pero el simple anuncio parece confirmar la insatisfacción
del Ejecutivo con el engendro legislativo y su percepción de que
la solución al conflicto chiapaneco y el establecimiento de un estatuto
justo y digno para los indígenas mexicanos pasan necesariamente
por recuperar el espíritu original de la iniciativa de reformas
enviada por el presidente Vicente Fox al Senado el día de su toma
de posesión, iniciativa que fue inicialmente redactada, con base
en los acuerdos de San Andrés, por la Comisión de Concordia
y Pacificación del propio Congreso de la Unión.
Un dato a considerar es que la próxima etapa en
el proceso de aprobación de las reformas referidas es su examen
por las legislaturas estatales, y que se requeriría el acuerdo de
16 de ellas, al menos, para que las modificaciones cobren fuerza de ley.
En esta perspectiva, cabe esperar que tal acuerdo no se produzca, que los
Congresos locales la regresen al Legislativo federal y que se abra, así,
el margen necesario para restituirle, allí, su sentido original.
La "nueva estrategia" mencionada por Luis H. Alvarez tendría que
ir orientada a impulsar este curso de acontecimientos. No será fácil,
ciertamente, pero no parece haber otra salida legal acorde con la ética,
la voluntad de paz, la justicia y el sentido común.
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