MIERCOLES Ť 16 Ť MAYO Ť 2001

Arturo Alcalde Justiniani

Voto secreto, al fin

Por fin, un tribunal laboral decidió dar un paso trascendente hacia la libertad y democracia sindicales. En histórico comunicado oficial, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal decidió: "garantizar que los recuentos sindicales por titularidad de contratos colectivos o de huelga se realicen a través del voto secreto, para asegurar la plena libertad de quien ejerce ese derecho tal y como lo prevé la Constitución". Se atiende así a un viejo reclamo de sindicatos democráticos, intelectuales, organizaciones no gubernamentales e incluso de patrones socialmente responsables, que desde hace muchos años exigen a las autoridades laborales, federales y locales garantizar el respeto al derecho de los trabajadores para cambiar del sindicato originalmente impuesto a uno de su elección.

En México cambiar de sindicato es toda una aventura. Salvo excepciones, los trabajadores luchan, al mismo tiempo, contra autoridades, patrones y líderes corruptos. Es necesario enfrentar la negativa de registros sindicales, amenazas, despidos y toda clase de injerencias -principalmente de origen patronal- para garantizar que los trabajadores conserven el sindicato que el propio patrón ha impuesto para ellos. Superados estos obstáculos iniciales, será menester desahogar un tortuoso juicio de titularidad contractual, que si bien deben concluir en corto plazo y culminar con un recuento mediante votación libre, en la práctica se torna en un auténtico calvario. En varios estados de la República, "para no inquietar a inversionistas", los tribunales laborales locales, por órdenes de los gobernadores, ni siquiera dan trámite legal a las demandas de titularidad; en otros se imponen requisitos administrativos previos imposibles de satisfacer por los solicitantes. En los reducidos casos en que los trabajadores logran llegar al recuento añorado, se enfrentan a un cuadro de violencia o represión nunca imaginado, sustentado en la indebida práctica de las autoridades de ordenar que el voto en los recuentos sea de viva voz frente a los representantes de la empresa, ante un resignado actuario acostumbrado a estas lides, sindicatos en pugna y los eternos invitados: grupos de golpeadores contratados ex profeso para forzar que el voto abierto atienda las exigencias del patrón, mercenarios que se alquilan con extrema facilidad y que están plenamente identificados en el ambiente laboral, tales como Los Chiquiticos, Los Narconiños, Los Nazis, entre otros.

La experiencia en estos recuentos ha sido de extrema violencia, atentándose contra la integridad física e incluso la vida misma de quienes tienen la valentía de asistir. El sindicalismo independiente y democrático ha reclamado un cambio profundo en estas añejas prácticas, mediante la implantación de garantías elementales de elección: un padrón confiable de votación, un lugar neutral y seguro para la votación y -obviamente- una votación libre y secreta: medidas esenciales para modernizar el mundo del trabajo en el que hasta hoy más de 90 por ciento de los trabajadores se encuentran afiliados contra su voluntad a sindicatos de protección patronal. Ponerlas en práctica no requiere reforma legal alguna, como indebidamente sostienen algunas autoridades para soslayar su cumplimiento, condicionándolas a una reforma legal ampliada para otros fines.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación en conocida jurisprudencia -a favor de la libertad sindical- cita la exposición de motivos de una reforma constitucional en la que el Constituyente permanente señaló: "El Estado debe... asegurar la representación auténtica de los agremiados mediante elecciones directas y secretas". También en los conocidos acuerdos del Diálogo Obrero Empresarial, suscritos el 5 de diciembre de 1998, ante la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, se acordó: "se recomienda que el recuento de trabajadores que se ofrezca como prueba en los juicios de titularidad, el voto de los trabajadores sea secreto", y recientemente, el pasado 18 de mayo de 2000, ante denuncias internacionales, el gobierno mexicano convino con sus similares de Canadá y Estados Unidos de Norteamérica "fomentar los principios de libertad sindical y el derecho a organizarse... alentar el voto secreto y lugares neutrales para votar". El voto secreto fue un compromiso más de los firmados el 27 de junio de 2000 por el hoy presidente Vicente Fox. Esperamos que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y las juntas locales de los estados de la República sigan el ejemplo que hoy nos ha dado el tribunal laboral de la ciudad de México.