MIERCOLES Ť 16 Ť MAYO Ť 2001

Jenaro Villamil Rodríguez

Berlusconi, la tiranía mediática

Primero se inició en Austria, con el triunfo de Joerg Haider, del Partido Liberal, de tintes neonazis. Después vino el ascenso de José María Aznar, del Partido Popular español, quien desbancó al socialismo obrero con varios lustros en el poder. Y ahora, el apretado triunfo de Silvio Berlusconi en las elecciones generales de Italia confirman el ascenso en Europa de una nueva derecha sobre los viejos odres del conservadurismo y la xenofobia con un revestimiento de modernidad basada en su carisma mediático y en su poderío empresarial. Esta es la envoltura de esta nueva derecha que le apuesta a los hombres fuertes, exitosos demagogos que venden ilusiones y sin un compromiso ideológico claro más que con la expansión de sus negocios.

Berlusconi representa no sólo eso sino una cadena de holdings poco claros que, al parecer, la desmemoria italiana o la imagología que lo llevó a repartir 12 millones de ejemplares de su autobiografía heroica han impedido calibrar. Pudo más el imperio del dueño del grupo Fininvest y la fábula del hombre de clase media que de la nada creó un imperio valuado en 13 mil millones de dólares, que las constantes advertencias contra su mesianismo mediático que hicieron intelectuales como Umberto Eco, Norberto Bobbio y el cineasta Roberto Benigni. Pudo más el bombardeo propagandístico de sus canales de televisión aglutinados en Mediaset --tres cadenas nacionales, múltiples estaciones locales y un sistema de televisión de paga más el control de la cadena hispana Tele 5 y la sociedad en internet con Newmedia-- para promover su figura como el salvador de Italia, el "magnate obrero", que los expedientes de corrupción que lo vinculan con escándalos de lavado de dinero, conexiones con la mafia de Vittorio Magnano y testimonios de sobornos a políticos del socialismo italiano, a jueces y a inspectores fiscales. El juez español Baltasar Garzón le sigue la pista por violar las leyes antimonopolio en España, al controlar mediante operaciones encubiertas Tele 5.

Berlusconi es algo más que un empresario o gerente metido a la política, como podría ser el caso de Vicente Fox en México. Encarna la crisis de la clase política, de los partidos y de las democracias occidentales, en un país como Italia, donde el propio sistema le permite retornar al poder después de su desastre administrativo como primer ministro en 1994 y venciendo en forma apretada a la coalición de centroizquierda El Olivo que no pudo imponerse a Forza Italia (una franquicia más que un partido, creado por Berlusconi) y a sus aliados de la Liga del Norte y Alianza Nacional, ambos de claras tendencias ultranacionalistas.

Berlusconi encabeza no sólo un imperio mediático sino una propuesta de telepoder sin límites, con un sello mercantil que explota al máximo la telebasura, los programas de espectáculos y concursos y emisiones como El Show de Mario Constanzo, criticados por su sensacionalismo y considerado como el prototipo de una tercera generación de talk shows caracterizados por escenificar la espectacularización virtual sin importar qué persona, tema o problema se aborde. Justamente, antes de las elecciones Berlusconi estuvo en el programa de Constanzo (El País, 13 de mayo de 2001).

Silvio Berlusconi es un peligroso paradigma: el telepoder sin límites nacionales e internacionales, legales ni éticos. Se em-parenta con el modelo seguido por otros hombres del poder global mediático como Robert Murdoch, el magnate australiano que compró la Fox estadunidense y controla News Co., un grupo multimedia que tiene magazines, productoras de cine, internet y televisión vía satélite en Asia y que está asociado en México con Televisa.

Berlusconi es un hombre de telepoder globalizado y sus negocios se extienden al futbol (dueño del equipo Milán), a la publicidad (Publitoria), al mundo editorial (controla Mondadori, y le cedió a su hermano el periódico Il Giornale), a la telefonía (Pagine Italia), a la industria cinematográfica (Sociedad de Medusa con Blockbuster), al negocio de Internet con Newmedia y a los supermercados como la cadena Standa. Es decir, conforma un im-perio que controla todo el circuito de multimedia y se expande al extranjero, y es España su principal interés y América La-tina su próximo objetivo.

Su triunfo resulta todavía más paradójico por un dato de efemérides: Berlusconi gana electoralmente el mismo mes en el que nacieron tres grandes pensadores eu-ropeos de la modernidad: Maquiavelo, Carlos Marx y Sigmund Freud. Il Cavaliere y su propuesta política parece combinar las tesis de los tres, pero en su versión talk show. Le apostó al imperio me-diático y de ahí construyó su poder político, algo que el autor de El Príncipe nunca imaginó en los tiempo del poderío militar. Ha manipulado el inconsciente colectivo de los italianos con fábulas de escapismo y promesas mesiánicas en su diván telegénico. Y ha demostrado que la lucha de clases bien puede tomar vacaciones para imponer la lucha del rating.