MIERCOLES Ť 16 Ť MAYO Ť 2001

Ť Mañana, lectura dramatizada de La piel del cielo con Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez

El periodismo no me ha negado la capacidad imaginativa: Poniatowska

Ť Las letras mexicanas están en deuda con Vicente Leñero y Ricardo Garibay, advierte

Ť A Octavio Paz le debo haberme vuelto asidua de la serie Los Simpson, cuenta la escritora

CESAR GÜEMES

Bajo el seudónimo de Dumbo firmó la obra con la que obtuvo el Premio Internacional de Novela Alfaguara. Detrás de ese nombre, sin embargo, no se esconde una mujer asidua a las tiras cómicas o los dibujos animados, pero sí está una escritora que a través de Octavio Paz conoció a Los Simpson. Elena Poniatowska presentará este jueves, a las 19:30 horas, La piel del cielo, su nuevo libro, acompañada por Alejandro Aura y el científico Miguel Angel Herrera, más la lectura dramatizada de Liliana Felipe, Marco Martos y Jesusa Rodríguez. Todo ello, en el Patio Quinta Margarita del Museo Nacional de Culturas Populares.

Apertura a la crítica

--El hecho de que tu obra haya sido muy poco leída en España hasta antes del premio, ¿es algo que te inquieta? Finalmente en México se distribuyen y se leen textos no sólo de los autores españoles reconocidos sino de los muy jóvenes.

--No me preocupa, porque veo por ejemplo en El País que se hace buena difusión de lo que ocurre en América Latina, en México y en elena-poniatowska2aparticular del zapatismo. Un diario como ése ha dado la pauta del reconocimiento que tenemos en España. No me parece doloroso llegar a donde no me conocen, además, me consintieron y fueron claros al decir que jamás habían leído un libro mío.

--El premio se ha concretado en un libro, en un objeto físico. ¿Qué te despierta ese hecho de orden editorial?

--El libro me gusta mucho, la portada la hicieron unos jóvenes diseñadores que se llaman La Nueva Cocina y me dejaron encantada. El libro como objeto es bello, creo que se abre con gusto y por cierto es el primero de pasta dura que hay en mi trayectoria, salvo trabajos que se imprimieron en Nueva York.

--Cuando hablas del premio parece que no te sientes del todo valorada como escritora. ¿Es real?

--Sí, siempre lo he sentido. En diversos sitios a donde me he acercado siempre dicen que soy buena periodista pero no se habla de la obra literaria. Por una parte es verdad que algunos de mis libros están ligados al periodismo, pero eso no me niega la capacidad imaginativa. Así he vivido pero creo que eso no es verdad: puedo generar una trama que no se relacione con mi vida periodística. Eso lo sé y me siento gratificada cuando alguna persona se me acerca para decirme que un trabajo mío le gustó. Por otra parte, soy muy abierta a la crítica. Hay personas que me hacen señalamientos fuertes y sin embargo las leo con deleite. Debe ser un rasgo de carácter.

Descreer de las relaciones sociales

--Y la formación católica que recibiste.

--Eso, claro, hay sentimientos diversos que me encuentro con frecuencia, como el de la culpabilidad. Si alguien me envía un elogio, lo primero que hago es no creerlo y desconfiar. Supongo que no es sano tratarse a sí misma con demasiada dureza, pero he sido inexorable conmigo. Para fortuna también ha habido personas que me alentaron, como José Joaquín Blanco. Ahora, en cuanto a la justicia literaria, más que ver mi caso, veo los de Ricardo Garibay y Vicente Leñero: con ellos, ambos grandes narradores, las letras mexicanas han cometido las más severas injusticias de que se tenga memoria.

--Entre tu primera novela y La piel del cielo, ¿encuentras a dos autoras distintas?

--Siento que hay más oficio, pero reconozco que hace unos años tenía una capacidad de trabajo mayor. Ahora ha disminuido porque aumentó la autocrítica. Reescribo mucho y quedo insatisfecha. Le dedico más tiempo al trabajo que a mi vida afectiva y familiar. Aparte, no soy dada a la farándula, salgo poco a comidas o cenas. No creo en las relaciones sociales sino en las que se mantienen sólo con tres o cuatro personas.

--Aunque la vida periodística implica lo contrario.

--Por eso, porque como invierto tiempo en las labores de periodista, amo la soledad y me la reservo.

Superar la tristeza y la alegría

--El reconocimiento que viene con el premio Alfaguara, ¿es algo que se aguarda?

--No precisamente, aunque sí me puse como un reto concursar, porque nunca en mi vida había participado en un certamen literario. Y ya cuando la envié empecé a encontrarle detalles que me hubiera gustado modificar. Es algo que pasa siempre después de que uno termina un trabajo. Luego, la fecha en que me hacen saber del premio tiene dos facetas para mí: la alegría por el concurso y el hecho de que mi madre muriera con sólo unos días de diferencia. Sé que era una mujer de edad, pero teníamos una relación magnífica y pensé que ella era eterna. Y a propósito de lo que decía de la soledad, es curioso que desde que murió, se me ha despertado cierto temor a la soledad completa.

--El cerebro no reconoce emociones favorables o desfavorables. En ese sentido, ¿superas lo mismo el fallecimiento de tu mamá y el premio que ahora recibes?

--Creo que sí. Debo superar la tristeza para ser una digna hija, y también la alegría del premio para ver mi libro en su justa dimensión. No puedo separarme ahora del libro porque es necesario que lo acompañe, pero esto ha de pasar y me dedicaré a escribir.

--Detrás del seudónimo de Dumbo, con el que firmaste La piel del cielo, ¿hay una mujer asidua a los dibujos animados?

--No, pero reconozco que leí mucho La pequeña Lulú, y en la tele me hice asidua a Los Simpson porque ya en su último año de vida Octavio Paz me llamaba para pedirme que viera la serie. Lo hice, me gustó y compartí esa alegría con Octavio.