VIERNES Ť 18 Ť MAYO Ť 2001

Ť El árbitro Ramos Rizo abandonó la cancha entre gritos de "ratero"

Pachuca, con ventaja en la final; 2-1 al Santos
 
Ť Pedro Pineda marcó un penal y falló otro; también anotaron Santana y Borgetti

MIGUEL ANGEL RAMIREZ ENVIADO

Pachuca, Hgo., 17 de mayo. Descontó algunos kilómetros en su camino al título. Pero el Pachuca estuvo lejos de una noche memorable y el marcador a su favor de 2-1 no es como para hacerle ya un lugar en su vitrina al trofeo del Verano 2001. Moralmente, Santos todavía está hecho una roca.

La tribuna adicta a los Tuzos le dio un recibimiento inigualable, con los miles de papelitos blancos y azules que volaron por los aires. Y el arranque del trámite no desentonó porque también fue espectacular.

Apenas corría el minuto tres cuando Marco Garcés cedió por la banda izquierda a Sergio Santana y el delantero no perdonó y con impecable disparo venció al portero Adrián Martínez para el 1-0. Más de uno pensó que ya pisaban el olimpo futbolístico.
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Sin embargo, un minuto después Mariano Trujillo envió un centro al área desde el sector derecho y Jared Borgetti saltó para conectar un cabezazo que dejó como un espectador más al guardameta Miguel Calero, y estableció el 1-1.

Hasta ese momento a nadie le importaban las terribles incomodidades por el sobrecupo.

Pero Santos dio la impresión que pensó que un empate como visitante es buen negocio; buscó protegerse mejor y apostar al contragolpe. Pachuca, por su parte, no tuvo la fuerza que mostró en las dos anteriores fases y aunque intentó de todo no logró volver a mover el marcador.

Borgetti, por cierto, cuando volvió a llegar el balón a su cabeza, cayó noqueado, porque este le vino accidentalmente de los botines de su compañero Johan Rodríguez.

En el descanso no llamó la atención ni el espectáculo de rayos laser ni los mariachis, sino la impresionante cantidad de gente que había en la cancha.

En la segunda parte hubo de todo: conato de bronca (entre Garcés y Rodríguez), un penal que marcó un abanderado y una ensalada de insultos para el árbitro Felipe Ramos Rizo por un gol anulado.

En el complemento, eso sí, Santos fue mejor pero Pachuca tuvo como aliada a una envidiable dama: la suerte.

Sí, porque al 58 Borgetti remató un centro que le envió el Pony Ruiz; el balón pegó en el poste izquierdo de la meta de Calero y luego el portero se quedó con ella.
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Los Tuzos hicieron un ajuste para reactivar su ataque. Salió Garcés y entró Pineda. Apenas tenía Pedro dos minutos en la cancha (61) y Carreón le cometió un penal, cuando Chitiva buscó en profundidad al delantero. 

Pineda se perfiló para tirarlo, pero hasta los aficionados que estaban detrás de la portería visitante se dieron cuenta a dónde iría el disparo; Martínez más y lo desvió al rescostarle hacia su derecha.

Al 66 Calero desvió un remate de Borgetti y llegó De Anda para conjurar el peligro. El partido estaba más que equilibrado y otra dama se estaba haciendo presente: la justicia.

Pero al 81 Caballero remató en el área y el balón se estrelló en la humanidad de Carreón. Penal decretado no por Ramos Rizo, sino por su abanderado Francisco Ramírez, quien supuestamente tenía mejor colocación para ver la jugada.

La indignación de los visitantes fue total pero nada pudieron hacer para revertir la decisión que apoyó el silbante principal. Pineda se presentó otra vez solo ante Martínez y esta vez lo engañó con un tiro al centro. 2-1 y aunque pintaban mejor las cosas para Pachuca, no era todo.

En la agonía del partido, vino un tiro de  esquina por el lado izquierdo; Manuel Vidrio le ganó por alto al guardameta Martínez y la pelota se incrustó en la meta. Era el 3-1 y aunque no se podía decir que los Tuzos le dejaban hasta un autógrafo al cadáver del Santos, sí era una ventaja importante para el juego de vuelta del domingo en el Corona.

Pero Ramos Rizo lo anuló por supuesta falta de Vidrio. El grito de ratero fue lo más decente que se llevó el silbante al abandonar la cancha del estadio Hidalgo.